Yucatecas, acosadas desde la infancia
Una instalación reúne testimonios de mujeres hostigadas sexualmente en espacios públicos.
Por Redacción.
Mérida, Yucatán, 7 de mayo de 2019.- “Un día estaba regresando a mi casa de la secundaria. Para llegar, tenía que pasar por una calle transitada. Un tipo pasó en su moto y me dio una nalgada. Fue la primera vez que un hombre me tocó en la calle, porque con las palabras y silbidos ya estaba familiarizada. Fue muy fuerte y nunca lo olvidaré”.
“Llegué a casa de mi abue, la señora que estaba limpiando fue la primera que vi. La abracé y me puse a llorar, me preguntó qué pasaba y le conté. Se enfureció, me dijo que debí gritar pero me abrazó fuerte y me dijo ‘qué bueno que estás bien y no te tocó’. Resulta que sí me tocó, pero el alma: a causa de eso me sentí muy mal, sobre todo, insegura y frágil”.
“Lo que recuerdo hasta el día de hoy, es el tono obsceno de sus palabras y la forma en que miraba mi cuerpo de niña. Recuerdo el miedo y la confusión”.
“La impotencia que sentimos al saber que nuestras hijas son acosadas en el transporte público es grande, ya que no podemos cuidarlas en todos lados”.
Los fragmentos anteriores son sólo unos testimonios de los varios que conforman la instalación artística “Sigo caminando”, la cual reúne las historias de mujeres yucatecas que decidieron romper el silencio ante los reiterados asedios de connotación sexual ejercidos por hombres desconocidos en espacios públicos.
El acoso callejero se define como el hostigamiento del que son víctimas las mujeres y que puede incluir miradas lascivas, silbidos, persecución, actos de exhibicionismo, sonidos obscenos o insinuaciones sexuales, así como tocamientos, fotografías y grabaciones sin su consentimiento.
Una investigación de El Colegio de México pone de manifiesto la gravedad del asunto, pues consigna que el 93 por ciento de las mexicanas ha sufrido acoso callejero. Mientras que una encuesta de la agencia Parametría muestra que siete de cada 10 personas en el país ha visto a un hombre acosar física o verbalmente a una mujer en la calle.
“No considero justo que caminemos en la vía pública con miedo, inseguras e incómodas, ya que caminar en paz por la calle también es nuestro derecho”, aseveró Lorena Rosel Cherris, estudiante de artes visuales y autora de la obra “Sigo caminando”.
“La calle para las mujeres se ha convertido en una batalla diaria. Pasamos por comentarios, silbidos, piropos, miradas con connotaciones sexuales a las que que muchas veces siguen tocamientos, fotografías, grabaciones, entre otras situaciones que entendemos hoy en día como acoso sexual callejero”, agregó.
El trabajo, además de recopilar anécdotas de mujeres de diversas edades, da cuenta de lo extendido que está dicho delito en Mérida, pues cuenta con un mapa que señala los lugares en los que se registraron las agresiones. Prácticamente, ningún sitio de la capital yucateca es seguro para que transiten libres de violencia.
El Instituto Municipal de la Mujer calcula que casi el 50 por ciento de estos casos ocurren en parques, mercados o paraderos de camión, mientras que en la vía pública se da un 32 por ciento. Las cifras indican que el 30 por ciento recibe silbidos o sonidos morbosos; el 29 por ciento, miradas lascivas, y el 19 por ciento, insinuaciones verbales. Ante esta situación, la mayoría reacciona con miedo, asco y rabia.
Sin embargo, debido a lo normalizado que se encuentra el acoso callejero en la cultura mexicana, son pocas las agresiones que reciben castigo. De acuerdo con el Censo Nacional de Impartición de Justicia Estatal 2018, sólo nueve personas fueron sentenciadas por acoso y hostigamiento sexual durante ese año.
A ello hay que agregar que las mujeres que denuncian esta clase de crímenes se enfrentan, además de la impunidad, a la revictimización. Las autoridades minimizan la violencia y las culpan por lo ocurrido, al comentar sobre su vestimenta o conducta.
No obstante, en Yucatán apenas en septiembre pasado el Congreso local acordó exhortar, es decir, invitar a los 106 municipios de la entidad a que modifiquen sus reglamentos y establezcan sanciones para el acoso callejero.
“Sigo caminando” permanecerá en exhibición por dos semanas en el Centro de Información, Documentación y Estudios Especializados sobre la Mujer y Relaciones de Género (Cedoc) “Felipa Poot”, en los altos del bazar García Rejón. La entrada es libre.