Un hombre la acosó, la Policía la arrestó y la prensa la revictimizó
La Policía Municipal de Mérida detuvo a una mujer luego de sufrir acoso callejero y al agresor lo dejó libre. En los separos, le realizaron una evaluación médica que arrojó que tiene discapacidad intelectual, pero se desconoce si intervino la Secretaría de Salud.
Por su parte, los medios de comunicación realizaron una cobertura informativa revictimizante, lo que generó que la mujer sufra difamaciones.
Por Claudia Arriaga y Herbeth Escalante
Mérida, Yucatán, 18 de diciembre del 2020.- Ayer jueves, el rostro de una joven que fue arrestada por la Policía Municipal de Mérida en la Plaza Grande del centro histórico se viralizó en las redes sociales. A la par, los medios de comunicación la acusaron de atacar a un octogenario a gritos y romper la tan sobrevalorada paz que caracteriza a la capital yucateca.
Según la información publicada en las páginas de internet, la joven, cuyas iniciales son F.G.S., levantó la voz en respuesta a un piropo de “buenos días, chula”. Lo que no dicen estos medios de comunicación es que esa conducta es acoso callejero y que se sanciona en el Reglamento de Policía y Buen Gobierno del Municipio de Mérida.
Tras los reclamos de la mujer, la respuesta de la Policía Municipal fue arrestarla y trasladarla a los separos, acusada de cometer disturbios. Ahí permaneció detenida aproximadamente una hora y fue puesta a disposición de jueces calificadores.
En las fotografías se observa que la arrestaron, que le colocaron las esposas y que la subieron en la parte trasera de la patrulla. Al hombre que la acosó no lo detuvieron, a pesar de que cometió una falta administrativa.
En respuesta a una solicitud de información que realizó Haz Ruido sobre la situación de la joven, el área de comunicación de la corporación aseguró que, tras una evaluación médica, se determinó que la mujer de 34 años tiene discapacidad intelectual.
Sin embargo, luego de la evaluación que presuntamente confirmó el estado de la salud mental de F.G.S, la Policía Municipal debió pedir la intervención de la Secretaría de Salud e indagar sobre sus familiares o redes de apoyo. No informaron si cumplieron con estas disposiciones.
“Tendrían que contactar al programa de salud mental para que se haga cargo de ella, pero también la Policía Municipal tendría que contactar a sus familiares para pedirles hacerse cargo, porque también esto la pone en riesgo de sufrir violencia sexual en las calles o de ser agredida”, explicó la abogada Amelia Ojeda Sosa, de la Unidad de Atención Sicológica, Sexológica y Educativa para el Crecimiento Personal, A.C (Unasse).
De no haber efectuado estas acciones, se estaría cometiendo una violación a sus derechos humanos, ya que la cuestión no es solo sacarla de circulación, pues ella también estaría en riesgo.
“Aunque tenga discapacidad intelectual, sus derechos humanos están a salvo y deben velarse mucho más porque ella no es capaz de cuidarse a sí misma”, explicó Amelia Ojeda.
La prensa realizó mala cobertura informativa y la revictimizó
Lamentablemente, como sucede en este tipo de casos, la prensa yucateca exhibió, estigmatizó y revictimizó a la mujer, lo que generó comentarios despectivos, misóginos y discriminatorios en las redes sociales.
Hubo algunos medios de comunicación que incluso aseguraron que fue la mujer la que agredió al adulto mayor tras un piropo. Es decir, no sólo normalizaron el acoso callejero, una de las violencias más frecuentes en nuestra sociedad, sino que la culpabilizaron y exhibieron por defenderse.
De acuerdo con el Manual de Cobertura de Hechos con Víctimas de la Comisión Ejecutiva de Víctimas, los medios de comunicación pueden tener un impacto negativo al reforzar ciertos prejuicios a partir del uso de un lenguaje discriminatorio. Además, al hacer un uso poco cuidadoso de los datos personales, pueden provocar que las personas pierdan su privacidad, sufran difamaciones, y que se difundan videos y fotos insensibles sobre su situación, lo que resulta en una nueva forma de victimización.
En este caso, la joven fue víctima de acoso callejero por parte de un adulto mayor y esta agresión forma parte de la violencia sistemática y estructural en contra de las mujeres. Por tal razón, la prensa debió realizar un manejo informativo adecuado para no estigmatizarla ni vulnerar sus derechos.
Tomando en cuenta el mencionado Manual, los medios de comunicación realizaron una cobertura revictimizante, pues para empezar, normalizaron un hecho en el que se le agredió: el acoso.
Además, culparon a la mujer por su propia victimización. La forma en la que relataron el suceso llevó a la gente a responsabilizar a la persona por lo que le pasó, como se pudo leer en los comentarios en las redes.
También la criminalizaron a partir de juzgarla por su condición de mujer y por su discapacidad intelectual. De igual forma, hubo quienes estigmatizaron a la víctima, es decir, le asignaron una característica o etiqueta por pertenecer a un grupo poblacional. Por ejemplo, hubo medios que la tildaron de “histérica”.
A muchos medios de comunicación se les olvida que, según los Principios Internacionales de la Ética Profesional del Periodismo de la Unesco, las y los periodistas deben tener ciertos principios y valores para ejercer su profesión con respeto y tener un impacto positivo en la sociedad.
Entre estos principios destacan que la información que se proporcione sea verídica y presente una realidad objetiva; ser socialmente responsables y demostrar integridad profesional; y respetar la vida privada y la dignidad humana.
Por cierto, cabe recordar que en Mérida, desde el 2019, se reformó el Reglamento de Policía y Buen Gobierno para castigar el acoso callejero con multas y hasta 36 horas de cárcel para quien incurra en estas prácticas. Lamentablemente, en el caso de F.G.S., fue letra muerta, pues a ojos de muchas personas no debió inconformarse ante un piropo que ella no pidió. (Foto de Lorenzo Hernández)