Tren Maya, un proyecto neoliberal con graves impactos
Investigadores de Yucatán coinciden que la obra dejará ganancias a capitales privados a costa del daño a la calidad de vida de las comunidades indígenas y al medioambiente.
Por Herbeth Escalante
Mérida, Yucatán, 26 de septiembre de 2019.-El Tren Maya es un proyecto neoliberal que impactará la vida de las comunidades indígenas del sureste del país y que dejará ganancias rentables a inversionistas privados a costa de afectaciones ambientales, las cuales no les importan porque no viven en la región.
Así lo indicaron académicos e investigadores de diversos institutos y colectivos durante la segunda jornada de “Los Megaproyectos en Yucatán”, que se realizó en la sede del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Para el historiador y economista Manuel Martín Castillo de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY), la obra del Tren Maya se sustenta en los sectores del turismo y la construcción, los cuales no son estratégicos, más bien son depredadores.
“La crisis del desorden urbano de Mérida se debe a que la industria de la construcción encabeza el crecimiento económico, mientras que el turismo provocó una especie de economía apartheid en Cancún, en la que se levantaron hoteles cinco estrellas para los turistas, pero sus trabajadores viven en las barrancas. Eso pasaría con el tren”, ejemplificó.
Dijo que esta obra del gobierno federal le cambiará la vida a las comunidades mayas por donde pasará, determinando la direccionalidad de sus formas especificas de desarrollo local. Y lo peor, sucederá sin preguntarles si están de acuerdo o no con el tren.
Aseguró que es un proyecto neoliberal porque su objetivo es la rentabilidad de la especulación financiera, ya que los inversionistas se alían con el Estado para tener una ganancia segura. No por nada las empresas que construyan el tren serán las mismas que se encargarán de su operación y mantenimiento, agregó.
“Si el proyecto no resulta rentable económicamente porque no alcanza la demanda de pasajeros, a esas empresas no les va a pasar nada, no van a quebrar, pues tienen asegurado que el Estado les pague durante 30 años, les adjudicará la obra y el servicio de mantenimiento”, añadió Martín Castillo.
El académico recalcó que si el Tren Maya no tiene éxito, generará una enorme deuda pública para las futuras generaciones y, en caso de que sí sea exitoso, provocará afectaciones ambientales graves en el sureste del país y Centroamérica. En especifico, señaló, su base es la depredación de la selva en Calakmul.
“Es neoliberal porque ven a la naturaleza como un simple medio de producción, compran la tierra para hacer negocio, se concentran los recursos naturales y territorios en manos de empresas, sus inversiones son de bajo riesgo porque la obra se hace entre cuates y ven los impactos naturales como daños colaterales, no internalizan esos costos ni las afectaciones a la calidad de la vida de la comunidades porque los inversionistas capitales ni siquiera viven en la región”, detalló.
Por su parte, Bernardo Caamal del colectivo Mu´Uch Ximbal, criticó que el Tren Maya, como muchos otros megaproyectos que se han instalado en la Península, destruirá las tierras y selvas vírgenes, el monte y los ejidos en el nombre del desarrollo.
Indicó que con esta obra los empresarios le quitarán el poco patrimonio que les queda a los pobladores mayas a costa del hambre. “En los últimos 200 años de historia no ha llegado ningún proyecto que nos favorezca, hemos sido traicionados”, agregó.
El activista hizo un comparación de dicha obra con la llegada del ferrocarril en su natal Peto en la época del Porfiriato en 1900, cuando los indígenas de las haciendas fueron enviados como esclavos a construir las rieles y jalar piedras, trabajando de 4 de la madrugada a 9 de la noche, hostigados por capataces. “El tren no llegó tan bonito”, exclamó.
En el foro, el investigador Iván Franco Cáceres del INAH, declaró que el Tren Maya es el “gran megaproyecto” que terminará de integrar a Yucatán al Estado Transnacional, es decir, a las demandas de recursos mercantiles que se producen en nuestro territorio para beneficiar a otros puntos del mundo, sin importar los daños o afectaciones a su propia ciudadanía.
Además, como propiciará el desarrollo de proyectos hoteleros y turísticos en el centro de la Península, también provocará más especulación de tierra a través de compra-ventas ilegales, así como el despojo, como está ocurriendo con las presiones y engaños a ejidatarios para levantar parques eólicos y solares.