Poco a poco, los cementerios se quedan sin espacio en la pandemia
Los sepultureros de Motul, Chumayel y Teabo no le tienen miedo al Covid-19 ni a los muertos; su única preocupación es que se queden sin lugares.
Por Claudia Arriaga
Mérida, Yucatán, 31 de octubre del 2020.- Manuel Jesús May tiene 50 años trabajando como sepulturero y es el encargado del cementerio de Motul. Desde los 12 aprendió a convivir con los muertos y hoy, en medio de la pandemia del Covid-19, fue testigo de cómo los espacios eran insuficientes para la cantidad de fallecimientos.
No cree que el coronavirus haya sido el responsable de esa saturación, aunque para el 13 de julio, que inició la ampliación del cementerio, en este municipio ya habían fallecido 52 personas.
Manuel fue una parte fundamental para la construcción de la segunda etapa del panteón de Motul, pues es el responsable de llevar el control de la disponibilidad de lugares.
“Hay un poco más de difuntos, pero no hay tiempo de visita como antes. A los entierros no más vienen los muy allegados, familiares y nosotros, que nos quedamos a enterrar de una vez a la fosa. Lo que hace tardado la despedida es que la familia no llega a la hora que dicen. Una vez que se selle la cripta, terminan su rezo, no más vienen entre 10 y 15 personas, no como antes, que eran 30 a 40”, explicó.
A él no le da miedo el coronavirus ni los fantasmas, incluso nunca lo han espantado. Lo atribuye a que los muertos saben que él los cuida. “Yo aquí, en este santo cementerio, jamás en la vida he visto algo. A veces estoy sentado en el oratorio, viene una familia y me dice que hay una niña abandonada que corre entre las tumbas y salimos a auxiliarla, llegamos allá y nada”, comentó.
Para el Secretario Municipal de Motul, Reynaldo Canul Guerra, ampliar el cementerio era una urgencia, ya que, cada vez que alguien fallecía, representaba un problema para el Ayuntamiento. No había lugar donde enterrarla y quienes eran dueños de bóvedas las rentaban hasta por 5 mil pesos.
“La ampliación del cementerio es un programa que puso a andar el presidente municipal, Roger Aguilar, había un área disponible y pensamos en darle prioridad a la gente de escasos recursos para que pudiera tener un lugar propio donde enterrar a sus difuntos”, explicó.
El terreno para construir el sepulcro no tiene costo, pero cada familia es responsable de habilitarlo. La nueva área consta de mil 300 tumbas.
Chumayel sin espacios, construyen entre las tumbas.
En el cementerio de Chumayel ya no quedan espacios disponibles, pero el enterrador Graciano Martín Brito se las ingenia para encontrar nuevos sitios entre las tumbas ya existentes y colocar a los nuevos “huéspedes”.
“Eso que estamos viendo, cómo acomodar a la gente que se murió ahorita; cuando inició la pandemia la gente de repente falleció por pulmonía, corazón y todo. El pueblo está pidiendo al alcalde que compre un pedacito más de terreno para tener espacio, porque la iglesia igual ya está llena con todos los restos”, relató.
El camposanto alberga unas 200 tumbas y Graciano, en la última semana, ha hecho tres nuevas. Ahora está pendiente de quién está próximo a desalojar una fosa para poder contar con otro lugar.
Durante los últimos 15 años, él se ha hecho cargo del panteón y todos los días acude para abrir sus puertas entre las 5:30 y 6 de la mañana y cierra alrededor de las 6 de la tarde. En la pandemia, la dinámica cambió y la gente ya no visita a sus difuntos como antes.
A Graciano no le da miedo el virus y cree que quizás la brincó. “Se me presentó calentura, diarrea y todo, pero me quedé acostado en la casa, me pasó con la primera tanda de Covid, como para el mes de mayo”, confesó.
No cree en los fantasmas porque los difuntos lo han espantado de otra forma. “Me ha tocado sacarlos y no están deshechos, los vuelvo a enterrar. El año pasado saqué a uno que se suicidó en Mérida, el forense no me dejó abrirlo para ver cómo estaba, lo saqué a los tres años y estaba así, como el relleno blanco”, señaló.
Su oficio no es fácil y lo ha hecho pasar por experiencias muy duras: el año pasado enterró a su esposa y hace unos días a su cuñado.
Teabo con cuatro lugares disponibles, temen ampliar el cementerio.
A pesar de que en el cementerio de Teabo solo quedan cuatro espacios, al enterrador Jesús López no le preocupa tanto. “Acá cada tres años se sacan los cuerpos y otros lo ocupan, ahorita hay cuatro espacios disponibles. Yo me baso en las fechas y aviso a las personas, apenas no haya bóvedas se sacan los restos”, abundó.
Sobre la opción de construir una segunda etapa del cementerio, explicó que hay un terreno que podría ocuparse, pero no todo el pueblo estaría de acuerdo. “Hay gente que dice que si se amplía se mueren más personas, pero pues si se va a morir uno, pues es porque ya le tocaba”, alegó.
Jesús tiene diez años dedicado al oficio, pero desde hace 20 que se dedica a pintar y construir las tumbas. Como sus otros dos colegas de Motul y Chumayel, tampoco le teme al Covid ni a los muertos.
“Si tuviera miedo ya no volvería, de hecho hace unos días escuché que se rompían unos vasos, pero eran las iguanas, todo tiene una explicación”, finalizó.
En Mérida, solo queda espacio en el Cementerio General
Actualmente, en la capital yucateca solo hay 400 bóvedas disponibles en el Cementerio de Xoclán. Y de marzo a septiembre, se han realizado mil 472 entierros en los panteones del municipio.
La información proporcionada por el Ayuntamiento detalló que se efectuaron mil 49 en Xoclán, 150 en el Cementerio General, 11 en el Panteón Florido, ocho en Chuburná, seis en Jardines de la Paz y 248 en los cementerios de las comisarías.
Además, el Covid-19 trajo consigo un aumento en las cremaciones. El presidente de la Asociación de Funerarias de Yucatán, Alejandro Espadas, comentó que se han realizado más de 4 mil desde el inicio de la pandemia a la fecha, pero contrario a lo que se pensaba, no hubo una saturación en los hornos de cremación.
También existió un repunte en los servicios funerarios, particularmente en julio y agosto, y se normalizaron en los meses de septiembre y octubre. Sobresale que, pese a la recomendación, algunas personas que fallecieron de Covid-19 fueron enterradas en los panteones.
“Esto ocurrió sobretodo en los poblados donde no hay horno crematorio y el más cercano está a dos horas, ahí lo recomendable es enterrarlo lo más pronto posible”, aseguró Alejandro Espadas.
En todo México, el coronavirus ha cobrado la vida de más de 90 mil personas y en Yucatán, se ha rebasado las 2 mil 500 decesos. A pesar de esto, la entidad aún cuenta con la capacidad para dar el último adiós a sus difuntos. (Publicado también en La Silla Rota)