Niñez yucateca, marcada por la pobreza
Las carencias en servicios de salud, educación y alimentación genera daños irreversibles a la infancia. Más de la mitad de las niñas, niños y adolescentes en Yucatán se encuentran en vulnerabilidad.
Por Redacción
Mérida, Yucatán, 30 de abril de 2019.- Según el informe “Los derechos de la infancia y la adolescencia en México 2018”, elaborado por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), el 52.80 por ciento de las niñas, niños y adolescentes de Yucatán vive en condiciones de pobreza; es decir, la mitad de las y los menores de 18 años en el estado carecen de las condiciones mínimas para satisfacer sus necesidades básicas.
Para el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), la pobreza comprende diversas dimensiones que van más allá de las limitaciones económicas. Se trata, pues, de una problemática compleja en la que inciden el rezago educativo, el acceso a la alimentación, a los servicios de salud y a la seguridad social, la calidad de la vivienda y el grado de cohesión social, por señalar sólo algunos factores.
De acuerdo con el organismo internacional, esta situación de vulnerabilidad genera daños irreversibles a ese sector de la población y se traduce en violaciones a sus derechos a la vida, la supervivencia y el desarrollo, entre otros. Por esta razón, Haz Ruido expone las afectaciones que causan dichas circunstancias a la infancia y adolescencia yucatecas en cada una de las etapas de su crecimiento.
Primera infancia, en riesgo
Especialistas destacan que esta es una fase crucial ya que en ella se sientan las bases cognitivas, emocionales y sociales de las personas. Lo que ocurre desde el nacimiento y hasta los cinco años influye enormemente en el resto de la vida, por lo que es necesario la atención integral de la salud desde la gestación.
Durante 2018, en Yucatán se registraron 43.3 casos de fallecimiento por causas prevenibles relacionadas con el embarazo y el parto por cada mil nacidos vivos, posicionándose en el cuarto lugar entre las entidades con mayor tasa de mortalidad materna, según datos de la Dirección General de Epidemiología (DGE) del gobierno federal.
Los resultados de la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (Enadid) 2014 muestran que el territorio ocupó el séptimo nacional de las mujeres que no tuvieron control prenatal; ese mismo estudio atribuye la falta de cuidados durante la gestación a las precariedades económicas y a la pertinencia a algún pueblo indígena.
Por otra parte está la vacunación, estrategia fundamental para mantener a la niñez viva y saludable. Actualmente, México dispone de uno de los esquemas más completos de la región; sin embargo, los registros del Centro Nacional para la Salud de la Infancia y la Adolescencia (Censia) indican que Yucatán se encuentra en el lugar 30 de 32 en cuanto a la cobertura para niñas y niños de cero a doce meses.
Esta falta de inmunización puede atribuirse, según la OMS, a la falla en la cobertura de los servicios de salud, aunque actualmente existe un movimiento antivacunas que, sin base científica comprobable, promueve la idea de que estos biológicos causan más daños de los que ayudan a prevenir.
En cuanto a las causas de muerte de menores de cero a cinco años por enfermedades diarreicas agudas y las infecciones respiratorias agudas ubicaron al territorio en el segundo sitio de México, en ambos casos sólo por detrás de Chiapas.
Estos padecimientos, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), son evitables y tratables; no obstante, es la pobreza la que impide que las niñas y los niños reciban los cuidados que requieren para superarlos.
Otra preocupación es el acceso de las y los infantes a una alimentación suficiente, equilibrada y adecuada. En 2017, Yucatán registró una tasa de desnutrición severa en niños de uno a cuatro años de 51.76 por cada 100 mil habitantes, por lo que ocupó el primer lugar nacional, según la DGE.
Los estragos que provoca la desnutrición en la infancia son los más lamentados por una sociedad, ya que en esta etapa el mayor impacto lo sufre el cerebro infantil, en el que se producirían alteraciones metabólicas y estructurales irreversibles, según especialistas en desarrollo.
De seis a 11 años, calidad educativa rezagada, obesidad y maltrato
En esta etapa, las niñas y los niños adquieren los conocimientos y experiencias esenciales para entrar a la adolescencia, además de consolidar el desarrollo físico, intelectual y emocional iniciado en la primera infancia.
La escuela se convierte en un escenario central de su vida ya que ahí reciben el estímulo para su crecimiento intelectual y fomentan su capacidad de relacionarse con otras personas. En Yucatán, la cobertura en educación básica para el ciclo escolar 2017-2018 fue de 75.4 por ciento, cifra ligeramente superior al promedio nacional (74.4); no obstante, esto no significa que las niñas y niños del territorio obtengan una formación de calidad.
El Índice de Cumplimiento de la Responsabilidad Educativa Estatal (ICRE) 2018 de Mexicanos Primero, herramienta que mide el cumplimiento de cada estado con su responsabilidad como garantes del derecho a aprender, señala que Yucatán ocupa el lugar 15 en la República, cuando en la edición 2016 alcanzó el 14, es decir, retrocedió una posición.
El ICRE evalúa el sistema educativo de cada entidad a través de factores como la permanencia del alumnado, las condiciones materiales, las relaciones, los procesos de aprendizaje y el sistema de apoyo, tomando en cuenta el contexto socioeconómico de cada estado.
De esta forma, el Índice muestra que en cuanto al aprendizaje de sus niñas, niños y adolescentes, el territorio alcanzó el sitio 22, y en lo referente a la permanencia, el 29. Es decir, Yucatán está lejos de garantizar el derecho de su infancia a aprender, en muchos casos por fallas en la infraestructura de los planteles escolares o la preparación de su profesorado.
En cuanto a la salud, los elevados niveles de sobrepeso y obesidad constituyen el principal problema de nutrición en la niñez de seis a 11 años. Según fuentes periodísticas, en 2018 el estado ocupaba el segundo lugar en México en cuanto a casos de obesidad en este rango de edad; mientras que en enero de este año, autoridades del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) estatal indicaron que se encontraba entre los primeros 10, sin especificar la posición exacta.
La prevalencia de esta condición, dice la Unicef, conlleva consecuencias que incrementan el riesgo de alteraciones metabólicas y de adquirir enfermedades crónico-degenerativas, como cardiopatías o diabetes, en el transcurso de la vida. Lo anterior es también atribuible a la falta de acceso a servicios de salud y a una nutrición adecuada.
Otras amenazas a la niñez son el maltrato, abuso o cualquier otra forma de violencia, ya que ponen en riesgo su desarrollo intelectual y emocional, su capacidad de interrelación y su salud. En México, de acuerdo con la Unicef, pese a que existen diferentes encuestas, faltan datos integrales sobre violencia cometida contra este sector de la población.
Si bien existen registros, estos no son suficientes para dimensionar la magnitud real del problema ni para crear estrategias de prevención. Por fuentes periodísticas, se sabe que en Yucatán hay cerca de 150 de estos casos cada año, según declaró el entonces titular de la Fiscalía General del Estado (FGE), Ariel Aldecua Kuk en diversas entrevistas.
De 12 a 17 años, embarazo adolescente y deserción escolar
En esta etapa las niñas y los niños experimentan cambios físicos y mentales, desarrollan su identidad, así como las capacidades y habilidades necesarias para establecer relaciones y desempeñar un papel en la etapa adulta. Si bien, dejan atrás su infancia, se topan con problemáticas que, de no abordarse adecuadamente, contribuyen a perpetuar el ciclo de la pobreza.
En este contexto, son principalmente las adolescentes quienes se encuentran en situaciones que vulneran sus derechos, como la violencia sexual, el matrimonio temprano o la falta de conocimiento o información suficiente y pertinente para acceder y usar métodos anticonceptivos.
De hecho, Yucatán es la séptima entidad con mayor tasa de embarazos en niñas y adolescentes de 10 a 14 años, de acuerdo con el Consejo Nacional de Población (Conapo). Se debe recalcar que el embarazo en niñas y adolescentes es una manifestación de violencia y que, además de ser un problema de salud pública que pone en riesgo su vida e integridad, representa un obstáculo para su progreso personal, social y profesional.
En México, esta es una de las razones por las que nueve de cada 10 adolescentes abandonan su formación académica, lo cual no sólo afecta su proyecto de vida, sino también a sus hijas e hijos. Asimismo, es un problema de salud pública ya que conlleva mayores probabilidades de mortalidad y morbilidad, tanto de la madre como del recién nacido.
Con relación al ámbito educativo, según la Dirección General de Planeación, Programación y Estadística Educativa el porcentaje de reprobación en secundaria para el ciclo 2017-2018 en Yucatán fue de 7.3 por ciento, cifra superior a la media nacional por dos puntos porcentuales, lo que posiciona a la entidad en el octavo lugar nacional.
Aunado a ello se encuentra la deserción escolar, que para la educación media superior, es decir, el bachillerato, alcanza su expresión máxima. El estado alcanzó en el mismo lapso, una tasa de 13.6 por ciento, con lo cual se ubicó en el sitio 16 de todo el país.
En este rubro, las y los adolescentes cuyas familias perciben menores ingresos tienen una mayor probabilidad de no asistir a la escuela o abandonarla.
Romper el ciclo de la pobreza
Según la Unicef, la pobreza en la infancia requiere atención de carácter urgente ya que la probabilidad de que se vuelva permanente es más alta que en el caso de las personas adultas, al igual que la posibilidad de que se reproduzca intergeneracionalmente.
La organización internacional sostiene que un camino para romper con este ciclo es garantizando los los derechos y el bienestar de la infancia, y los derechos de las mujeres. Por ello, los gobiernos deben invertir en salud, nutrición, educación y desarrollo social, emocional y cognoscitivo de la infancia, así como en la consecución de la igualdad de género.
Sólo así se alcanzará una sociedad en la que las niñas y los niños se conviertan en personas adultas que alcancen su máximo potencial.