Los trataron como esclavos para construir el Tren Maya
“Estaba muy castigado, entrábamos a las 7 de la mañana y salíamos muy tarde. Te condicionaban el pago de tu sueldo con las horas extras que no siempre te pagaban. ¡Claro que le molestaba a la gente que luego de trabajar de lunes a domingo te pagaran incompleto”
Por Herbeth Escalante
Fotos de Lorenzo Hernández
Chemax, Yucatán, 1 de julio de 2024.- Desde el angosto puente que comunica a la comunidad maya de Sisbichén se podía observar a los cientos de cascos azules y chalecos naranjas de los obreros que laboraban extensas jornadas para levantar la infraestructura del «Tren Maya», una de las obras de infrastructura emblemáticas del gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Estaban a contrarreloj, a temperaturas que rebasan los 40 grados, en marzo del año 2022.
No se detenían en ningún momento, ni las maquinarias pesadas que van nivelando el camino, ni los albañiles que colocan los bloques de cemento en lo más alto de las estructuras. Trabajaban a marchas forzadas en el megaproyecto emblema del Gobierno federal que supuestamente trae desarrollo y bienestar en el sureste del país, una región olvidada por las autoridades durante décadas.
Tenían el encargo de ampliar la autopista 180D que conecta a Yucatán con Quintana Roo para que por ahí pueda transitar el tren. Para lograrlo, la empresa constructora, Ingenieros Civiles Asociados (ICA), los obligaba a trabajar más de 12 horas y en muchas ocasiones no descansan ningún día a la semana, ya que las “horas extras” son obligatorias.
Víctor Manuel Tzuc Chan, de 23 años de edad, es originario de esa comisaría de Chemax, municipio del oriente de Yucatán en el que 18 mil 642 personas viven en pobreza. Trabajó como ayudante en el frente 1 del Tramo 4 del Tren Maya, obra que está a cargo de ICA. El trazo abarca 257 kilómetros aproximadamente, de Izamal (Yucatán) a Cancún (Quintana Roo). Pero sólo aguantó tres meses de 2022, pues no soportó la explotación laboral.
“Es un trabajo muy pesado, de sol a sol, con sólo una hora de descanso para comer. Entrábamos a las 7 de la mañana y salíamos en la tarde, pero si no llegas puntual, te descuentan el pago del día”, recuerda.
Su trabajo prácticamente consistía en “amontonar” las piedras que las maquinarias sacaban del camino para que los volquetes se las pudieran llevar. Todo el tiempo tenía que estar corriendo detrás de las motoconformadoras para constatar que durante su paso no afecten los puntos de referencia de los topógrafos.
Víctor Manuel jura que todos los obreros se quejaban de que el trabajo es muy cansado y a los ingenieros, es decir, los jefes que están al frente de la construcción, no les importa el sol ni la lluvia; los apresuran todo el tiempo. Seguían al pie de la letra la exigencia del presidente López Obrador de que llueve, truene o relampaguee, el Tren Maya se tiene que inaugurar a finales del 2023 (como finalmente se hizo).
Aunque su sueldo era de mil 800 pesos a la semana, no siempre llegaba completo, ya que les descontaban 300 por impuntualidad. Además, las horas extras estaban a 50 pesos y eran obligatorias, sin embargo, pocas veces se las pagaban a tiempo.
“Nos dijeron que íbamos a ganar bien porque había extras, pero éstas son obligatorias, es decir, tienes que cumplir turnos extras o te bajan el sueldo. Si no cumples con esas horas los sábados y los domingos, te descuentan el pago de la semana. Supuestamente el contrato que firmé decía que es obligatorio, no lo sé”, recuerda el joven mayahablante.
Por ejemplo, cuenta que en una semana cumplía hasta con 10 horas extras y sólo le pagaban dos o tres. Tenía que estar todo el tiempo recordándole al ingeniero que le debían dinero, pero éste solía responder que acudiera al departamento de Recursos Humanos “para preguntar si le iban a pagar o no”.
“Estaba muy castigado, te condicionaban el pago de tu sueldo con esas horas que no siempre te pagaban. ¡Claro que le molestaba a la gente que luego de trabajar de lunes a domingo te pagaran incompleto”, cuenta.
El Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur) le adjudicó la obra de manera directa a ICA por un contrato que supera los 27 mil millones de pesos, bajo el argumento de que desde 1992 tiene la concesión de la carretera –en donde se colocarán las vías del Tren- y ésta termina en el año 2052. Sacarlo del proyecto para dárselo a otra empresa era más complicado, justificó Fonatur.
A pesar de la millonaria inversión en ese tramo, el joven asegura que la megaobra únicamente genera empleos mal pagados y que de nada sirve tener un trabajo en el que te traten como esclavo.
“Gastaba como 150 pesos a la semana para que me llevaran en moto; y pues ahí en la obra tenía que comprar la comida y me gastaba otros 500. Sólo me quedaba como con mil pesos a la semana y la verdad, no valía la pena”, cuenta.
A eso se suma otro problema, del que poco se habla: desde que inició la construcción, todo se encareció. Los precios de productos básicos como el huevo y la carne incluso llegaron a duplicarse. (Este reportaje se publicó originalmente en Pie de Página)