La resistencia de un pequeño puerto a convertirse en pueblo mágico (Parte 2)
Para los sisaleños, el impacto visible de vivir en un Pueblo Mágico es el daño a su entorno. En agosto de 2021, pobladores presenciaron que maquinaria del Gobierno de Yucatán talaba manglares y removía dunas costeras, aun cuando es un delito ambiental.
La devastación del mangle y de la duna costera es evidente; y en aquellos espacios desnudos se construyen casas. La maquinaria no para: entra y sale de la comunidad con gravilla, bloques y cemento.
Por Mariana Beltrán, estudiante,
Dulce Soto, mentoría / Corriente Alterna
Mérida, Yucatán, 8 de abril de 2022.- Con la promesa de la derrama económica para los habitantes, las autoridades impulsan el turismo en algunas localidades del país. Sin embargo, desde que en 2001 se creó el programa de Pueblos Mágicos, ni los gobiernos estatales ni el federal tienen datos suficientes sobre el impacto económico de esta estrategia turística.
Apenas en diciembre de 2021, la Secretaría de Turismo publicó el Primer Estudio Económico de Pueblos Mágicos. En ese informe reconoció que, hasta 2018, únicamente 36 de las 132 localidades con esta denominación tenían información estadística de su actividad turística. “Lo que imposibilita que, a más de 17 años de operación del programa, se dimensione el impacto real del turismo en dichos destinos”.
El estudio expone que el valor económico del turismo en los Pueblos Mágicos fue de 8,702 millones de pesos en 2003. En 2018 alcanzó los 42,154 millones de pesos. Sin embargo, los recursos que genera esta actividad turística aportan apenas el 0.13% a las economías de los estados donde se ubican los Pueblos Mágicos.
Luis es un joven guía de turismo con aire desenfadado que reconoce que “el cambio de pueblo mágico ha sido muy fuerte” en Sisal, porque económicamente hay un beneficio para la población dedicada al turismo, pero, sostiene, a costa de consecuencias ambientales y sociales.
La devastación del manglar
Para los sisaleños, hasta ahora, el impacto visible de vivir en un Pueblo Mágico es el daño a su entorno. En agosto de 2021, pobladores presenciaron que maquinaria del Gobierno de Yucatán talaba manglares y removía dunas costeras, aun cuando es un delito ambiental. Medio año más tarde, ya había bardas que delimitaban la zona.
La devastación del mangle y de la duna costera es evidente; y en aquellos espacios desnudos se construyen casas. La maquinaria no para: entra y sale de la comunidad con gravilla, bloques y cemento.
Arriba de su kayak, el guía de turismo de nombre Ramón dice que la maquinaria y la deforestación son un problema para que las especies aniden, pues al no ser un sitio silencioso deciden irse a otro lado. Eso reduce el avistamiento de aves como el flamingo, una de las principales atracciones del turismo en Sisal, Celestún y Río Lagartos.
Y, a raíz de las construcciones que iluminan la playa y devastan las dunas, agrega Ramón, las tortugas se confunden y no llegan a anidar a Sisal, que cada año se convierte en el segundo principal sitio de desove de tortugas Carey. Para darse una idea, en 2018 se contabilizaron 38,000 huevos; en 2019, más de 54,000; pero en 2020 se reportaron poco menos de 18,000 huevos. Un informe del gobierno de Yucatán expone que, como consecuencia de las inundaciones, la erosión y la pérdida de dunas, hubo “un menor número de nidos registrados” que en años anteriores.
Pueblo Mágico acelera la turistificación de Sisal
—Cuando se declara Pueblo Mágico a una comunidad, lo que se hace es cambiar las prioridades del espacio público para el turismo. A esto se le llama turistificación –explica Carla Escoffié, especialista en derecho a la vivienda y coordinadora del Centro de Derechos Humanos de la Facultad Libre de Derecho, de Monterrey.
En Sisal se puede ver el embellecimiento de la imagen urbana en los espacios de captación de turismo. Hay bancas vanguardistas y focos led que cuelgan de las palmeras. El andador principal es colorido al igual que las letras monumentales. Es para tomarse fotos. Pero a 110 metros se acaba la magia.
Las calles tienen baches, hay basura en las calles y las banquetas tienen fracturas. En noviembre de 2021, Edna Marisa Franco, alcaldesa del partido Morena que gobierna Hunucmá, municipio al que pertenece Sisal, anunció la repavimentación de trece calles. Cuatro meses después, solo una vialidad, además de la calle principal, se encuentra en buen estado.
Una vecina joven de Sisal, con rostro afilado y cabello largo dice:
—Hay problemas locales que no están observando estos proyectos y que están dejando de lado (las autoridades), porque no viven aquí ni saben cuáles son las necesidades. Llevan a cabo un plan que no va con el sitio ni con las personas.
El caso de Sisal es paradigmático, dice Escoffié, porque demuestra la forma en que la Península de Yucatán es explotada. Tanto la industria turística como la inmobiliaria están generando afectaciones graves e irreparables en el medio ambiente, en la dinámica social, habitacional, en la dinámica de los pueblos y comunidades porteñas.
La especialista en derecho a la vivienda sostiene que las autoridades debieron establecer y realizar un protocolo de consulta, atravesado por sesiones de información para explicar qué cambios habría en Sisal o qué medidas se tomarían para mitigar cualquier tipo de daño ambiental, habitacional o social. Y después pasar a una etapa de deliberación conforme al protocolo acordado. Pero nada de esto se aplicó en Sisal.
—El Estado ha sido bastante paternalista al minimizar las críticas o al usar el argumento de que el proyecto es beneficioso porque traerá empleos. Ese siempre es el argumento de los megaproyectos, como si las personas no tuvieran empleos o estos significaran una mejora en la calidad de vida –agrega la experta.
Playa platino
Un mes antes de la designación de Pueblo Mágico, Sisal fue nombrada playa platino por la Secretaría de Desarrollo Sustentable (SDS), homóloga estatal de la Semarnat. Una playa platino “está certificada internacionalmente” por alcanzar “la excelencia en la gestión de residuos sólidos urbanos”. Pero en Sisal los pobladores limpian las playas desde mucho antes de recibir ese certificado del que se apropió la dependencia estatal para atraer turismo.
A Luis, el guía turístico, le parece curiosa esta certificación:
—Si una comunidad hacía basura antes, imagínate ahora con el monstruo del desarrollo. Ahora es el doble de basura la que sacamos.
Mientras la sobreproducción de residuos va a parar al basurero municipal que se encuentra en la carretera Sisal-Mérida, paralelamente los pobladores observan la contaminación de ciénegas y manglares que, en teoría, cuentan con protección.
Luis señala que los manglares se llenan de residuos plásticos por la falta de conciencia ambiental de “los turistas y los pescadores”.
En los manglares habita un tipo de lagarto, explica Luis: el Crocodylus moreletii. Convive con él desde muy chico porque bajaba al manglar a recoger jaibas. También sabe que el sitio es hogar de serpientes sin glándulas venenosas y 17 especies endémicas de aves, además de las que migran por temporadas. Sin embargo, las autoridades y empresas que impulsan a Sisal como Pueblo Mágico no han considerado ninguna estrategia para preservar este ecosistema natural.
—¿Cómo huele un manglar no contaminado? —le pregunto a Luis.
—Huele a la descomposición natural de las hojas, no a putrefacción.
Los manglares ubicados rumbo a Paraíso Sisal huelen a basura y animales en descomposición que se acumulan en sus raíces.