La resistencia de un pequeño puerto a convertirse en pueblo mágico (Parte 1)
Temen que el crecimiento demográfico ponga en peligro los ecosistemas naturales de Sisal porque la construcción de hoteles, multifamiliares y fraccionamientos exclusivos está provocando sobreproducción de basura y la devastación de manglares y dunas costeras.
Algunos habitantes fueron intimidados por oponerse al nombramiento de Pueblo Mágico. Aseguran que autoridades estatales les dijeron que “dejaran de alborotar el gallinero o ya saben lo que pasa”. Solo un grupo de personas mantiene la protesta que promueve la preservación de los ecosistemas.
Por Mariana Beltrán, estudiante; Dulce Soto, mentoría / Corriente Alterna.
Mérida, Yucatán, 6 de abril de 2022.- Tráileres llenos de mangles talados que salen de noche; camiones de volteo que entran de día con material de construcción; negocios familiares en quiebra; un movimiento que cuestiona la turistificación y la llegada de empresarios que se apoderan de la costa yucateca. Todo esto sucede en Sisal, un pueblo del noroeste de Yucatán, que en 2020 fue declarado Pueblo Mágico.
Sisal, que creció en medio de la Reserva Estatal de Ciénegas y Manglares y la Reserva Estatal El Palmar, vive tiempos de auge para los inversionistas. Este puerto, a 53 kilómetros de la ciudad de Mérida, atrae las miradas de nacionales y extranjeros que buscan vacacionar o invertir su dinero en una residencia de verano frente al mar.
Las autoridades dicen que la adhesión de Sisal al programa de Pueblos Mágicos de la Secretaría de Turismo (Sectur) es para impulsar su desarrollo turístico y económico. Pero los pobladores sostienen que, en cambio, ha encarecido la vida. Restaurantes de familias locales, por ejemplo, resintieron los primeros impactos de la designación: la marisquería El Comanche se despidió en julio de 2021, después de 47 años de servicio, porque el alquiler se quintuplicó en apenas un mes.
—Si antes la renta de una casa costaba 1,800 pesos mensuales, ahora no bajan de 2,500 –dice una vecina.
Los habitantes de Sisal consideran que el nombramiento de Pueblo Mágico ha atraído a muchas personas, sobre todo extranjeras. Pero temen que el crecimiento demográfico ponga en peligro los ecosistemas naturales porque la construcción de hoteles, multifamiliares y fraccionamientos exclusivos está provocando sobreproducción de basura y la devastación de manglares y dunas costeras.
Resistir al crecimiento turístico
La mañana del 5 de julio de 2021 sisaleños cerraron el acceso al andador principal del puerto y limitaron el paso de los coches para exigir la revocación del certificado de Pueblo Mágico. Los habitantes protestaron con una manta que hasta el día de hoy está expuesta en la avenida. En ella se lee, con letras rojas y negras: “Sisal dice no a más concesiones y no a más privatización de playas. Sisal dice no a Pueblo Mágico y sí a la salud. Sí a carreteras dignas, sí a espacios públicos dignos”.
La protesta llegó hasta entonces porque los 2,078 habitantes de este puerto no fueron informados ni consultados por ninguna autoridad federal sobre la designación del lugar como Pueblo Mágico.
Un mes después de la manifestación, el movimiento se apagó, porque algunos negocios locales enfrentaron obstáculos en la renovación de sus permisos y son monitoreados semanalmente por autoridades estatales del sector salud.
Pero también porque algunos de sus integrantes fueron intimidados por oponerse al nombramiento de Pueblo Mágico. Aseguran que autoridades estatales les dijeron que “dejaran de alborotar el gallinero o ya saben lo que pasa”. Solo un grupo de personas mantiene la protesta que promueve la preservación de los ecosistemas.
Una de estas personas, que pide omitir su nombre por motivos de seguridad, dice:
—Yo no ando con el temor de que me maten. Pero, si un día pasara, sería por una causa muy hermosa para mí. Si voy a morir, que sea preservando donde yo vivo: la naturaleza.
Tierras en venta
La vista es turquesa y celeste. La franja arenosa donde se construyó Sisal es la frontera del mar con los humedales, donde cada año anidan y se alimentan cientos de flamingos. Los manglares y dunas costeras son barreras naturales que protegen a la población de tormentas y huracanes tropicales, y dan refugio, alimento y protección a hormigas, flamingos, cocodrilos y ocelotes, entre muchas otras especies.
Los lugareños se dedican principalmente a la pesca tradicional en pequeños botes o al “chanchuy”, que consiste en tirar redes en la orilla de la playa. Lo obtenido es para autoconsumo y venta.
Esto era Sisal. Pero ya no hay tierras de uso común porque están parceladas y existe un proceso de privatización de las mismas, aseguran los pobladores. El sitio web del proyecto de venta de lotes de inversión, Paraíso Sisal, expone que 70% de sus clientes son extranjeros. Al poniente del puerto, donde se ubican los terrenos que se ofertan en ese portal de internet, estacas amarillas que van del 1 al 120 delimitan los mil metros cuadrados que mide cada terreno del proyecto inmobiliario que avanza por el litoral yucateco. Su superficie equivale a casi dos veces el Estadio Azteca.
Al extremo oriente de la localidad emerge un “segundo Sisal”, dicen los pobladores. Uno con proyectos como Vía Costela y Maramar, que ofrecen una “mezcla de lujo, belleza tropical y tranquilidad” para quienes “planean vivir en una casa de ensueño”, con parques, lobby y hasta un mirador.
Durante unos 22 kilómetros de costa se repiten letreros con la leyenda: “Prohibido el paso, propiedad privada”, aunque en México, según la Sectur, no existen playas privadas.
—¿Por qué a nosotros no nos dan concesiones y a las personas que tienen dinero sí? –cuestiona un palapero.
Sobre la playa sobresalen casas con acabados de piedra y madera, más grandes que cualquier otra del pueblo de Sisal.
—Llegan extranjeros a ocupar tremendas casonas, pero no salen de ellas. Hacen su supermercado en Mérida y regresan para encerrarse —detalla molesto Mario, un hombre alto, de ojos grandes y piel morena. Aparenta unos cuarenta años.
Tiendas como Oxxo, de la empresa Femsa, o maxicarnes del Grupo Porcícola Mexicano Kekén –el mayor productor de carne de cerdo en México–, con 17,400 y 480 tiendas en todo el país, respectivamente, han hecho ofrecimientos a pobladores para comprar sus terrenos en la entrada del pueblo.
—¿Qué puede vender un Oxxo que no pueda vender la tiendita de la esquina? ¿Qué sabor puede tener un Starbucks que no lo pueda dar un restaurante de Sisal? Eso es lo que queremos, que se consuma local y que para la población haya una derrama económica —dice Miguel, un guía de turismo con gesto serio.
Este es un contenido de Corriente Alterna, en el que participaron integrantes de la Unidad de Investigaciones Periodísticas de Cultura UNAM, disponible aquí (https://corrientealterna.unam.mx/territorios/sisal-la-resistencia-de-un-pequeno-puerto-a-convertirse-en-pueblo-magico/). Para leer más historias, visita corrientealterna.unam.mx