La Policía pudo evitar el feminicidio de mi hija Gerly y no lo hizo
La señora Rosy Mijangos relató que Hugo siempre violentaba a su hija, por lo que los vecinos solían pedir ayuda al 911. El día del crimen, la SSP tardó en responder y no verificó si la mujer se encontraba segura en la casa.
Por Claudia Arriaga.
Mérida, Yucatán, 18 de agosto del 2021.-Para Gerly Esperanza Uicab Mijangos la vida se trataba de ser feliz y de cuidar de su hija Alexandra y su hijo Said. Era una mujer trabajadora que cada día se esforzaba por salir adelante. Nunca imaginó que el sábado 14 de agosto, sería víctima de feminicidio a manos de su pareja Hugo D.P.V, quien la golpeó hasta la muerte.
Gerly, de 30 años de edad, trabajaba en el Parque Zoológico del Centenario de Mérida, era la taquillera del icónico trenecito. Pese a que solo terminó la preparatoria, siempre trató de superarse, de hecho, pasó de bodeguera a ese puesto y tiempo después logró obtener su base.
“Era una mujer moderna, le gustaba vestirse bien, ver a sus niños y trabajar, también tenía muchas amistades, era muy sociable. Entre ella y yo cuidábamos a los niños, todos los días que llegaba del trabajo para recogerlos a mi casa se apuraba para irse, no sé si porque tenía que hacer o porque él (Hugo) la presionaba mucho”, relató su madre, la señora Rosy Gerly Mijangos Paloma en entrevista para Haz Ruido.
“No era perfecta, fue a la escuela y quería superarse, pero sólo estudió hasta la preparatoria. Seguía frecuentando a sus amistades de segundaria y preparatoria, dejó la escuela cuando conoció a Hugo. Después de varios trabajos hubo la oportunidad de entrar en el Ayuntamiento”, comentó.
Durante 11 años mantuvo una relación sentimental con Hugo y ocho vivieron en casa de la señora Rosy Gerly. La pareja se mudó al fraccionamiento San Marcos Sustentable en el 2019 y tomó esa decisión después de un pleito, en el que la señora le insistió a su hija que analizara si valía la pena seguir con él.
La madre de Gerly señaló que Hugo tenía mal carácter, a veces estaba feliz, otras enojado, siempre humillaba a su hija y nunca la respetó, pues además de ser celoso, también le era infiel.
“Discutieron por celos de él y por sus infidelidades. La mamá de Hugo me vino a decir que los deje ser felices, criticó que yo me metía y no los dejaba ser una familia. Yo hasta les propuse que me dejen a los niños y la mamá de él se opuso. Después de eso se llevaron sus cosas, no vinieron un tiempo, pero pasó la pandemia y en que regresó Gerly a trabajar me trajo de nuevo a los niños”, puntualizó.
En San Marcos, Gerly empezó a vivir más violencia
En cuanto se mudaron a San Marcos, Hugo empezó a tomar más alcohol y a regañar constantemente a Alexandra y Said. La señora Rosy cree que se debió a que estaba enojado con su hija porque probablemente aportaba más dinero que él en la casa.
Pese a cualquier situación, la mamá de Gerly siempre cuidó de su nieta y nieto, se hacía cargo de ambos a diario, mientras su hija trabajaba. También los fines de semana se quedaban a dormir en su casa.
En ocasiones el más pequeño, Said, se negaba a regresar a San Marcos y le pedía a su abuelita que lo deje quedarse. En cambio, su nieta Alexandra siempre quería regresar con su madre.
“Los niños tenían temor, me decían que Hugo desde la calle empezaba a arrastrar a su mamá. Mi nieta me dijo que tenía un carácter muy pesado, le pegaba a la niña, yo creo que por eso mi nieto no quería ir a veces. De todas formas, mi nieta siempre quería regresar a casa, pero yo pienso que quería estar ahí para defender a su mamá porque en las últimas fechas él ya era más agresivo con Gerly”, mencionó.
Rosy reconoció que su hija siempre estuvo enamora de Hugo, al punto que era capaz de perdonar sus agresiones.
Hugo ya había amenazado con asesinar a Gerly
Desde que Hugo y Gerly llegaron a vivir al fraccionamiento San Marcos, las y los vecinos del rumbo constantemente llamaban al número de emergencias 911 para solicitar la intervención de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP), ya que dicho sujeto siempre violentó física y verbalmente a su hija.
Rosy recordó que, en mayo, Hugo le llamó para pedirle que vaya por ella o se la entregarían en el Servicio Médico Forense (Semefo). No pudo conseguir un taxi para ir porque ya pasaban de las 11 de la noche y había restricción de movilidad. Lo único que pudo hacer es llamarle a una vecina de Gerly para pedirle que diera aviso a la Policía Estatal.
Producto de esa agresión, Gerly tuvo que acudir al hospital Agustín O´Horán y Hugo fue remitido a la cárcel pública donde permaneció casi tres días; sin embargo, la madre y hermanas de él intervinieron y le suplicaron que no lo denuncie.
“Hugo me habló por teléfono y me amenazó con que iba a matar a mi hija, que si no iba por ella la mataría y yo la iba a tener que ir sacar del Semefo. Por suerte, ese día estaba un vecino sentado y escuchó cuando la niña me trajo el teléfono en altavoz. Le llamé a la vecina para que llame a la policía, ya había restricción y no me podía mover, no había ni taxis”, enfatizó en la entrevista.
“¿Por qué no le dijeron que la deje si no la quería? Solo hicieron que Gerly no ponga su demanda. Yo estaba muy preocupada, le pedí que regrese a la casa con los niños y ella no quiso venir”, lamentó su madre.
El día del feminicidio, la SSP pudo salvarla
El viernes, un día antes del feminicidio de Gerly, su madre habló con ella por teléfono y estaba feliz porque estaban cortando un árbol para colocar piso en la casa. Nunca pensó que el sábado, un vecino le llamaría a su hijo Michel para avisarle que otra vez Hugo golpeó a su hija.
De inmediato, Rosy se trasladó a San Marcos, pero antes dejó a Alexandra y Said encargados con su nuera. Al llegar a la casa ya estaba acordonada, no pudo ver a su hija hasta el domingo que le entregaron su cuerpo sin vida.
Las vecinas le dijeron que en varias ocasiones llamaron al 911, pero solo una vez, alrededor de las 2 de la mañana acudió una unidad de la SSP. Las mujeres oficiales llamaron a la casa y salió Hugo, quien les dijo que Gerly ya se había dormido. Según el dictamen forense, ella falleció una hora después.
Rosy cree que se pudo evitar el feminicidio de su hija, si ellas hubieran insistido en constatar que Gerly estuviera bien.
“Debe haber una orden o algo para que cuando las mujeres pidan ayuda o los vecinos avisen a la Policía, no se vayan sólo con que salga el hombre a decirles que ya todo está bien, deben de pedir verla. Mi hija ya no siguió gritando porque ya estaba muerta. La Policía debe poder rescatarlas, tienen que pensar que a veces ellas tienen miedo de hablar, entran en pánico”, insistió con tristeza la madre de Gerly.