Jennifer alzó la voz, enfrentó públicamente a su abusador sexual
Fue víctima de abuso por parte de su tío cuando era una niña, por lo que ahora decidió sanar la herida con un discurso público, que realizó justo en la puerta de la casa del agresor.
Por Herbeth Escalante
Mérida, Yucatán, 8 de septiembre de 2020.- Cuando Jennifer Cordero tenía cinco años de edad, sufrió abuso sexual por parte de su tío Rubén Rogelio Cordero Abella. Las agresiones continuaron hasta que cumplió siete y le dejaron una herida demasiada dolorosa, por lo que ahora, decidió sanarla enfrentando a su violentador en público.
Durante mucho tiempo, la joven de 28 años se preparó internamente con apoyo psicológico, fue construyendo confianza con la ayuda de sus amigas y amigos, y aprendió a ponerse en los zapatos de los demás. Organizó todos sus recuerdos de la infancia para visibilizar el enorme dolor que significó el abuso y así poder exponerlo.
Respaldada por la gente que la quiere, el pasado domingo Jennifer llegó a la puerta de la casa de su agresor en el barrio de San Sebastián para leer un discurso público en la que narró los abusos sexuales de las que fue víctima, lo hizo para enfrentar positivamente a su tío.
Tomó un micrófono para que todas y todos pudieran escuchar su amarga experiencia, mientras que sus amigos exponían cartulinas con consignas en contra del abuso sexual infantil.
“Ser víctima de abuso sexual cuando eres niña es una situación dolorosa, es la muerte en vida”, declaró Jennifer en su intervención que realizó en la calle, que sorprendió a la gente por su fuerte mensaje y porque decidió encarar a la persona que le causó tanto daño.
“Durante gran parte de mi vida sentía vergüenza y culpa, además de que mi familia me rechazó, decidió respaldar al agresor y no se hizo justicia. Él me dejó esa vergüenza y para quitármela y sanar, necesitaba pasar esto a mi plano físico y a mi realidad, necesitaba hacer este enfrentamiento positivo”, explicó la joven en entrevista para Haz Ruido.
Aún recuerda con dolor la primera vez que habló del tema. Tenía apenas siete años cuando se lo contó a una compañerita de la escuela, le dijo que su tío la tocaba y lastimaba. “Vi su cara de espanto y me asusté más. Con el paso de los años me di cuenta que en mi casa siempre ha habido abuso, ha sido un ciclo en nuestra familia… esa fue una de las razones por las que decidí hacer el discurso público”, señaló.
A los 17 años, acusó a su tío Rubén en frente de la familia y aunque en un principio le brindaron su apoyo, al día siguiente respaldaron al agresor. Eso le causó un gran tristeza, por lo que decidió salir de la casa de la abuela, en donde vivía, y se independizó.
“Fue un bajón muy grande, pero mantuve la idea y la confianza, yo sabía que todo fue real y que sucedió, por lo que me prometí que el día de mañana sanaría esa herida”, relató Jennifer, quien como parte de este proceso decidió estudiar Psicología.
Hace cuatro años intentó levantar una denuncia penal en contra de su agresor, pero en la Fiscalía del Estado le dijeron que no se resolvería nada porque ya pasó mucho tiempo. Entonces, analizó la posibilidad de buscar otra forma de hacer justicia y encontró en el enfrentamiento positivo una respuesta, por eso decidió hacer el discurso público.
“Tenía que hacerlo, porque todo fue muy doloroso. Las niñas y los niños son seres muy inocentes, y el hecho de que un adulto les haga daño, es una crueldad, es violencia, todos somos responsables hasta cierto punto. Cuando los padres dejan a sus hijos en manos de familiares para que los cuiden mientras trabajan, no lo hacen con la intención de que sean abusados. El estrés del trabajo, el estrés de que falta dinero, provoca que no tengan el tiempo suficiente para cuidar a sus hijos como deberían y bueno, los abusadores se aprovechan de esta situación”, abundó.
Cuando Jennifer contó a sus amigas y amigas que haría el discurso público, la ayudaron a organizarlo, para que sea un evento realmente diferente y positivo, que impacte y que pueda servir de motivación a otras personas. Por eso crearon una agrupación al que llamaron Aliens, con la premisa de “alienta a otros a sanar”.
Rentaron un autobús que los trasladó al barrio de San Sebastián y caminaron cuadra y media mostrando sus cartulinas, portando playeras llamativas con mensajes de aliento, para frenar el abuso sexual infantil en Yucatán.
Al llegar a la vivienda de su tío, la joven empezó su discurso: “Mi nombre es Jennifer Eliza Cordero Abella, y a la edad de cinco, seis y siete años sufrí abuso sexual por parte de Rogelio Cordero Abella, el hijo de mi abuela, el hermano de mi madre, mi tío. Aclaro que mi intención no es acusarlo, pues ya lo hice a la edad de 17 años, pero desafortunadamente, en la actualidad, Rogelio continúa libre y es aceptado sin ningún problema dentro del entorno familiar, pues asiste con regularidad a las fiestas y reuniones familiares, de las que yo, hace más de 10 años he tenido que alejarme, pues resulta una verdadera crueldad para cualquier víctima compartir la mesa con su agresor…”.
También explicó que su intención era perdonarlo para deslindarse de la ira y la impotencia, pero que era muy difícil hacerlo, porque el daño está hecho y él no ha sido castigado.
En un momento del acto, parientes del agresor salieron a insultar a Jennifer, por lo que tuvo que intervenir la Policía Estatal para pedirles que se calmen y explicarles que ella no estaba haciendo nada malo.
“Me dio tristeza su reacción, que se comporten de una manera violenta. Al final, con toda esa tensión salimos adelante con el discurso, nos dio ese coraje para seguir, nos ayudó”, señaló la joven, quien recordó que sólo ejerció su derecho legal a la libre expresión.
Junto con sus compañeras y compañeros de Aliens, Jennifer explicó que seguirán realizando este tipo de actos que buscan que la gente tenga confianza en sí mismos, que puedan alzar la voz, que ayuden y den la gracias para que siga el apoyo social y que reflexionen sobre la importancia de poner límites.
Pero sobre todo, abrir el tema de la sexualidad con normalidad desde la niñez, para prevenir el abuso sexual y las repercusiones futuras, pues las víctimas sufren ansiedad, depresión, baja autoestima, inseguridad, culpa y vergüenza.
Jennifer terminó su discurso público, que preparó durante muchos años para poder cerrar esa herida y ahora sí, logró interponer la denuncia penal y la carpeta de investigación sigue abierta. Por su parte, el agresor nunca salió de la casa.