Guía para hablar de casos de feminicidio y violencia de género
Entre todas y todos podemos eliminar la normalización de las agresiones y la revictimización.
Por Redacción
Mérida, Yucatán, 14 de agosto de 2019.- En julio del año pasado, la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (Cedaw, por sus siglas en inglés) expresó su preocupación por “la normalización de la violencia contra las mujeres y las imágenes estereotipadas y sexualizadas de que son objeto” en México.
Cuando se habla de algún acto de violencia cometido en contra de ellas es común que, tanto en medios de comunicación como en la sociedad, se tienda a reproducir estereotipos sexistas que estigmatizan a las víctimas y contribuyen a perpetuar este tipo de conductas.
La investigadora mexicana Aimée Vega Montiel también ha señalado que, “básicamente, las mujeres son representadas de dos formas: como víctimas sin poder de superar su experiencia, o como quienes provocan la violencia”.
Por eso, con base en las recomendaciones de la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia Contra las Mujeres (Conavim), te presentamos una guía para eliminar la violencia del lenguaje que utilizamos para hablar de agresiones como el feminicidio o los delitos sexuales.
En primer lugar, no se debe culpar a las víctimas por su forma de vestir, por salir de noche, por su estilo de vida o alguna otra razón. Nadie, bajo ninguna circunstancia, es responsable de las acciones que realiza otra persona.
Tampoco emplear adjetivos calificativos para juzgar a las mujeres que han sido víctimas de feminicidio o agresiones sexuales, pues ello da pie a que se justifiquen este tipo de crímenes y dificulta el acceso a la justicia.
Es imperativo cuidar las imágenes que se utilizan en medios de comunicación o que son compartidas en redes sociales. En ningún caso deben difundirse fotografías de niñas y mujeres violentadas, o en las que aparezcan representadas como bienes de consumo u objetos sexuales.
También es importante proteger toda información personal de las víctimas. Su identidad ha de ser salvaguardada, con mayor razón si se trata de una menor de edad.
Tampoco es correcto reproducir comentarios o expresiones que justifiquen o normalicen los casos de violencia contra las niñas y mujeres, pues ello puede generar empatía hacia el agresor y quitar el foco de la atención del delito.
Asimismo, las cosas deben llamarse por su nombre: un homicidio no es lo mismo que un feminicidio, el cual se define como la muerte violenta de las mujeres por razones de género. Se trata, pues, de la forma más extrema de violencia contra ellas, por lo cual no debe ocultarse con un término incorrecto.