Fernanda luchó por su vida hasta el último minuto
La joven trabajaba desde los 16 años y, actualmente, además de ir a la escuela, era maestra de educación artística, de danza e instructora de zumba en parques para pagar sus colegiaturas. Se despertaba desde las 5 de la mañana y regresaba a casa hasta las 9 de la noche a hacer sus tareas. Fernanda tenía muy clara su meta, quería superarse.
Con engaños y por la fuerza, el feminicida la bajó del automóvil y la metió a la casa para arrebatarle la vida.
Por Claudia Arriaga
Mérida, Yucatán, 28 de agosto de 2020.- A sus 21 años, Fernanda Gual Martín era una revolucionaria de sus ideas, participaba activamente en el feminismo y creía firmemente que las niñas y los niños debían educarse sobre la violencia de género para erradicarla.
Para su mamá, la señora Lizbeth Ethel Martin Esquiliano, el único defecto que tenía la joven era que no veía malicia en las personas. Y, a pesar de la buena relación que tenía con su familia, durante los dos años que fue novia de Enrique Novelo, su feminicida, nunca manifestó que existieran situaciones de violencia.
“He visto en redes sociales que cuestionan dónde estaba la familia y la mamá, aquí estábamos con Fernanda, con el psicópata, con el asesino, nunca lo venimos venir, ¿qué te puedo decir de él? Era la persona más encantadora, nos ganó a todos, al abuelito, al tío. Hace poco celebramos su cumpleaños en familia”, relató.
En los últimos tres meses, Fernanda intentó alejar a Enrique de su vida, quería concentrarse en terminar sus estudios. Le faltaban dos semestres de la licenciatura en Administración de Negocios de Comunicación y Entretenimiento.
La joven trabajaba desde los 16 años, pero actualmente estaba desempleada. Antes de la pandemia, era maestra de educación artística, de danza e instructora de zumba en parques para pagar sus colegiaturas. Se despertaba desde las 5 de la mañana y regresaba a casa hasta las 9 de la noche a hacer sus tareas. Fernanda tenía muy clara su meta, quería superarse.
Sin embargo, los planes de Enrique eran otros, no permitiría que ella siguiera adelante. “El único pecado de Fernanda fue decirle ‘no quiero nada contigo, dame espacio, quiero volver a estar tranquila’”, señaló su madre.
Fue en junio que la señora Lizbeth Martín notó actitudes fuera de lugar por parte de este sujeto, pues llamaba a la joven insistentemente o iba a verla varias veces al día para hablar e intentar restablecer la relación.
A las preocupaciones de su escuela, se le sumó el acoso, pero el trasfondo iba más allá de lo que se podía percibir. Sobre sus hombros estaba la estabilidad emocional de su feminicida.
“Si me preguntas hoy, te puedo decir que conozco un psicópata que buscaba la debilidad más pequeña de Fernanda para poder entrar y en este momento era la de tener un trabajo”, agregó Lizbeth.
Enrique fue el primer novio que Fernanda llevó a la casa, él tenía 25 años y ella, 19. Aunque la familia no estaba muy de acuerdo por la diferencia de edad, decidieron aceptarlo y, con el tiempo, se encariñaron de él.
A partir del 3 de agosto, la joven decidió terminar definitivamente el noviazgo. El lunes 17, de nueva cuenta, Enrique fue a visitarla usando una de sus prácticas más comunes, llevarle regalos; y el miércoles 19, Fernanda le dijo a toda su familia que él seguiría siendo amigo de la familia, porque le había ofrecido trabajo.
“Le dije, si una termina una relación, la termina completa y me respondió que él la ayudaría con un trabajo en el que ganarían 400 mil pesos vendiendo casas. Quise explicarle a Fernanda, pero no me dio la pauta”, acotó Lizbeth.
Jueves 20 de agosto: El último día de Fernanda
El jueves 20 de agosto, Enrique fue a buscar a Fernanda y se encontró con su abuelito y tío. Los saludó y les invitó los refrescos.
La joven bajó de su cuarto y avisó que se iría con él porque cerrarían la venta de una vivienda, pensaba que ganaría 400 mil pesos y se terminarían sus problemas económicos. “Fernanda se veía muy bonita como siempre, era la luz de su abuelo y hasta le dijo ‘¡hija, qué bonita te ves!’”, comentó la madre.
Un rato después de haber salido de casa, su hermanito bajó de las escaleras y nos dijo que algo le ocurrió a Fernanda. “Estaban pasando una nota, yo cuando vi las cintas dije ‘¡mi hija está muerta!’ y como pudimos salimos de la casa y tenía la esperanza de que solo estuviese herida”, narró.
La Fiscalía General del Estado (FGE) le informó a la familia que en los videos que pudieron recuperar de las cámara instaladas cerca del lugar en donde ocurrió el crimen, se aprecia cómo llegan a la puerta de la casa y Fernanda se sorprende, él se sentó en la banqueta a platicar con ella y luego entró al auto. La dependencia señaló que, hasta ese momento, la joven no se sintió amenazada.
En un segundo acto, Enrique se baja del auto otra vez y abre el portón del predio, regresó al vehículo y de una mochila sacó el arma envuelta en una toalla; se sentó de nuevo en la banqueta y, tras un breve momento, se acercó y le arrebató su computadora a la víctima para obligarla a descender. En ese instante aprovechó para intentar meterla a la casa a la fuerza, una vecina fue testigo de los hechos.
“Fernanda luchó por su vida, se aferra al portón, él agarró la otra parte del portón y le empezó a pegar en las manos para que se soltara. El feminicida logró cerrar el portón y la señora golpeó para que abra y en ese momento escuchó el disparo. Fue la vecina quien habló a la Policía”, contó.
Enrique planeó el feminicidio de Fernanda
Para la familia, está claro que Enrique planeaba asesinarla. Su hermana Stephanya Gual Martín explicó que encontraron en el celular de Fernanda unos mensajes en los que parece anticipar sus intenciones. La joven no entendió los textos y solo leyéndolos después de haber cometido el crimen, tienen sentido.
El 18 de agosto le escribió “Mañana vas a brillar más que cualquier estrella», y un día antes le dijo “Mereces descansar, guerrera”. El jueves 20 de agosto, antes de pasar por ella, le envió “Hoy por fin se te va a cumplir y te ayudará a solucionar muchas cosas, con esto serás libre”.
La señora Lizbeth Martín cree que todo se pudo haber prevenido si la madre del joven se hubiera apoyado también en ella para ayudarlo.
Hoy también saben que Fernanda, en 2019, acudió a sesiones psicológicas con la familia de Enrique y que le había preguntado al especialista que lo atendía el diagnóstico, pues la mamá del joven tenía miedo que tuviera paranoia o esquizofrenia. También descubrieron que él había manifestado que tenía intenciones de internarse.
Respecto a la exnovia, que presuntamente Enrique hirió con un arma blanca en el pasado, declaró que no sabía nada del tema y mucho menos Fernanda.
“Si la madre de Enrique sabía que mi hija peligraba, ¿por qué no me habló y me lo dijo?, ¿por qué no fue empática? Ella es madre también y hubiéramos hecho mucho juntas, para evitar que ella también perdiera a su hijo y yo a mi hija”, apuntó.
La revictimización, sí es responsabilidad del Estado
El cuerpo de Fernanda fue entregado a su familia el sábado a las 3 de la tarde, dos días después de ser víctima de feminicidio. Lograron una dispensa que les permitió cumplir la última voluntad de la joven: cremarla.
Su hermana Stephanya Gual Martín es consciente de que cuando una persona es asesinada, se debe realizar una autopsia y el cuerpo no puede ser cremado porque queda como evidencia. Pero en este caso, las cosas eran claras, hay un video y no hay nadie a quien juzgar.
“Fernanda tuvo que reposar en una plancha junto a su victimario y no la podíamos cremar cuando era su última voluntad. Sentimos impotencia, tristeza y enojo, aunado a que no hubo pronunciamiento por parte de las autoridades. Y a los pocos días, otra mujer en Kanasin fue asesinada, ¿qué pasa?, ¿por qué la tibieza del Gobierno?”, dijo Stephanya.
Para Lizbeth, recibir el cuerpo de Fernanda después de la autopsia ha sido uno de los peores sufrimientos y, hasta el momento, ninguna institución de Gobierno se ha acercado a la familia para brindarle ayuda.
“Hay muchas madres que, como yo, pasan por esto y no saben qué hacer, dime, ¿para qué nos sirve una Secretaría de las Mujeres? No estuvieron para preguntarme si podían ayudarme en algo, están todos mudos”, criticó.
Yo soy la voz de Fernanda
La madre de Fernanda y su familia creen que si el Gobierno se hubiera pronunciado sobre el feminicidio de su hija, tal vez se hubiera evitado el de Norma Yolanda en Kanasín.
“Quizás el que iba a matar a la mujer de Kanasín lo hubiera pensado y no la asesinaba al ver que se está haciendo ruido, que está interviniendo el Gobierno y la Secretaría de las Mujeres”, alegó.
En tanto, Lizbeth junto con su familia serán la voz de Fernanda, porque, como la joven decía, se tiene que educar a las niñas y a los niños sobre la situación de violencia de género, se tiene que empezar a hablar, y si no lo hace el Gobierno, lo harán ellas.
“¡Mientras yo viva y tenga el último aliento de mi vida, voy a gritar que ni una más, que ni una Fernanda más! ¡Porque le quitaron la voz, pero a mi no y voy a seguir con la causa que Fernanda emprendía! ¡Yo hoy me visto de morado y gritó también que ninguna más!”.
“¡Y si tengo que romper, que quemar para que todo el mundo me escuche, lo voy a hacer, porque soy una más de esas que camina con el dolor de haber perdido a una hija brillante, que le quitaron la luz a sus 21 años con un balazo en la cabeza con un feminicida que nunca vi venir!”, reclamó Lizbeth entre lágrimas.