Enrique vive su discapacidad y orientación sexual con orgullo
“La gente sí me desea, los hombres gays sí desean mi cuerpo, se me han acercado para ligar, he tenido novios y encuentros casuales, eso ha venido a romper la idea de que las personas con discapacidad no pueden tener relaciones sexo-afectivas”.
Por Herbeth Escalante
Mérida, Yucatán, 21 de junio de 2021.-Durante sus 32 años de vida, Enrique Sosa Ramos ha destrozado todos los mitos en torno a la discapacidad motriz que vive y su orientación sexual. Él se acepta cómo es, un hombre gay que requiere el apoyo de una silla de ruedas para desplazarse, y que no quiere que nadie más se vuelva a meter con su cuerpo.
Nació en un parto complicado y le diagnosticaron parálisis cerebral infantil, por lo que desde muy pequeño fue sometido a varias cirugías y tratamientos de rehabilitación para que pudiera caminar. Asegura que aún quedan huellas de esa etapa dolorosa y que su cuerpo retiene ciertas memorias.
“Los doctores le dijeron a mi madre y a mi padre que me iba a morir, pero aquí estoy por la fuerza de vida que aún siento, es una potencia que viene de adentro y me jala hacia adelante”, declaró Enrique al relatar sus experiencias en el marco del Mes del Orgullo LGBT+.
Fueron operaciones tormentosas, hasta que a los 4 años de edad empezó a caminar sin soporte. Pero, tanto los médicos como su familia intentaron corregir su marcha, es decir, la forma en que caminaba, con más cirugías. “No trataban de buscar mi bienestar y salud, sino que encajara dentro de la idea normativa del cuerpo”, recalcó.
Y entonces, en plena adolescencia, vino una de las etapas más dolorosas de su vida. Un doctor prometió a su madre “mejorar” a Enrique, como si se tratara de una máquina, para que “no sufriera burlas” en la secundaria. Lo volvieron a operar y desafortunadamente la situación empeoró: lo dejó en silla de ruedas.
El doctor se lavó las manos, nunca reconoció que cometió algún error en la intervención, lo más fácil fue culpar a Enrique y a su parálisis cerebral. Después vino el proceso de duelo en casa, pues a tan cortad edad perdió capacidades físicas que con mucho esfuerzo y dolor había ganado en sus primeros años de vida.
“Tenía 12, nadie me consultó si quería que me operaran. Así es el adulcentrismo, no me pidieron mi opinión de nada ni prestaron interés en mis sentimientos. En retrospectiva pienso que la intención de los médicos no fue la rehabilitación o mi bienestar, más bien querían que no se me note la discapacidad. Esa fue la idea en el fondo”, declaró.
Y con todo esto, Enrique cuenta que su cuerpo le enseñó qué es la resistencia. En cada procedimiento quirúrgico le rompían los huesos por dentro y en cada proceso de cicatrización su “cuerpo decía que no, este soy yo”, y regresaba, de cierta manera, a la tendencia de la condición que vivía por la parálisis cerebral. Fue un demostración corporal y física de la resistencia ante el sistema que te dice cómo tienes que ser.
Por eso a los 18 años ya no quiso volver a ver a ningún médico o rehabilitador, decidió que nadie más se metiera con su cuerpo y definitivamente se aceptó como una persona con discapacidad motriz. Ahora, lo único que realmente le interesa es hacer pesas e ir al gimnasio, pues quiere tener una vida plena, feliz y saludable. Es todo.
También tengo deseos sexuales y claro que desean mi cuerpo
Enrique tiene una licenciatura en Psicología y estudió la maestría en Consejería y Educación Sexual y otra en Psicoterapia. Se dedica a ofrecer terapia sobre estos temas a sus pacientes y sin duda, sus experiencias de vida le han servido para poder abordarlos.
Aún recuerda cuando su madre lo interpeló, en sus primeros años de carrera, por sus intereses hacia la sexualidad, como si las personas con discapacidad no tuvieran deseos.
“Claro que me interesa y me gusta, quiero tener relaciones sexuales y claro que tengo deseos. Ni por la cabeza le pasaba que fuera marica, ni que pudiera tener deseos, mucho menos hacia otros hombres, eso era inaceptable para ella”, relató entre risas.
Con el paso de los años y luego de contarles a sus padres que es gay, rompió el mito de que nadie desea sexualmente a las personas con discapacidad o que no pueden tener relaciones sexo-afectivas.
“La gente sí me desea, los hombres gays sí desean mi cuerpo, se me han acercado para ligar, he tenido novios y encuentros casuales, eso ha venido a romper la idea de lo qué es deseable y qué no”, enfatizó.
Enrique es claro, no va a esconder la discapacidad en la que vive ni su orientación sexual, pero sobre todo ha dejado claro a su familia que no permitirá que nadie se meta con su cuerpo ni con su sexualidad.
“No sólo voy destrozando todos esos mitos de manera teórica con mi profesión, sino con mis propias experiencias de vida y en la forma en cómo vivo. Voy destruyendo esas barreras con mayor profundidad en mi casa y lo he llevado a otras personas en las terapias, con mi ejemplo y al vivirlo con orgullo. Alzo la voz y digo ´soy marica ¿y qué?´”.