El Palacio fallido de Ivonne Ortega: Un elefante blanco en la selva maya
Se destinaron 92 millones de pesos, pero el Palacio de la Civilización Maya nunca se terminó de construir. Es una obra abandonada por quienes prometieron desarrollo económico y mejores condiciones para los habitantes mayas del Oriente. El inmueble está totalmente deteriorado por la humedad y la corrupción.
Por Herbeth Escalante
Yaxcabá, Yucatán, 4 de agosto de 2021.- En medio de la selva maya de Yaxcabá, lejos del bullicio turístico de Chichén Itzá y a pocos kilómetros de pequeñas comisarías indígenas, permanece abandonado el Palacio de la Civilización Maya, aquella obra faraónica que supuestamente le haría justicia a los herederos de esta cultura y que impulsaría la economía de la región Oriente de Yucatán.
En una de las curvas de la angosta carretera que conecta a Pisté con la comunidad de Yaxunah aparece de pronto un estacionamiento gigante, con los espacios de cemento claramente determinados para los autobuses de turismo y los vehículos de todos los tamaños. Las señalizaciones en el suelo se han levantando por el sol y la mala calidad del material de construcción. Las cadenas prohíben el paso, pero cualquiera puede ingresar.
A lo lejos se observa una rampa, parecida a la del parador turístico de Chichén, la cual conecta con un camino reducido por donde se esperaba que desfilaran miles de visitantes durante todo el año para conocer el “museo universal”. Pero no, nadie visita el lugar, no se generó desarrollo ni se crearon empleos para la población.
En un trayecto de aproximadamente tres kilómetros se escuchan los cantos de las aves y el andar de reptiles entre las hojas. Los arboles son tan altos que te protegen del sol, aunque también impiden ver a los animales que deambulan por esa zona olvidada. Ahí, en la soledad de la selva, uno se siente presa de jaguares.
Y cuando parece que el camino nunca termina, de frente surge un elefante blanco, totalmente deteriorado por la humedad y la corrupción. Un enorme inmueble que nunca se terminó de construir, millones de pesos tirados en la selva, un palacio abandonado por quienes prometieron desarrollo económico y mejores condiciones sociales para los habitantes mayas del Oriente.
Las paredes están invadidas por el moho, las plantas se comieron el esqueleto de metal, y el piso de una de las salas principales se convirtió en un charco de agua podrida. Lo que en 2012 fue “inaugurado” por las autoridades yucatecas como la primera etapa de la obra y que albergaría cientos de vestigios prehispánicos, ahora es un monumento a la impunidad.
El frente está desgastado por el paso de 12 años y en una de las esquinas de la entrada principal se observa excremento, al parecer de un mamífero de gran tamaño. Faltan varios cristales de las elevadas ventanas y los ductos de aire acondicionado siguen en los techos, pero nunca se utilizaron.
Hay quienes aseguran que esa obra fue un capricho de Ivonne Ortega Pacheco, en sus tiempos de gobernadora de Yucatán, una de las tantas que nunca se terminaron. La próxima diputada federal de Movimiento Ciudadano prometió “un Disneylandia cultural”, pero hoy sólo es un elefante blanco mutilado y perdido en la selva maya.
92 millones tirados en la selva
La construcción del Palacio de la Civilización Maya inició en 2009 y según anunció Ivonne Ortega, se invertirían 626 millones 465 mil pesos. De acuerdo con la justificación del proyecto, el beneficio principal era “generar conocimiento y aprecio de la civilización maya” a través de una oferta de turismo cultural en la zona, y generar mejores condiciones de infraestructura para extender la estancia de los visitantes y sus oportunidades de gasto.
En realidad se destinaron 92 millones provenientes de la Federación, de los cuales, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) entregó 22 millones al Gobierno de Yucatán, y la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) depositó otros 70. El dinero se utilizó sólo para la primera etapa, la cual concluyó en el año 2011, y posteriormente el proyecto se abandonó.
De acuerdo con la Auditoría Superior de la Federación (ASF), en su dictamen emitido el 7 de febrero del 2019, la obra permanece en el abandono, sin utilidad pública y por tal razón no se proporcionaron los beneficios previstos a la población.
En la “Auditoría de Inversiones Físicas: 2012-A-31000-04-0004-DN-2018”, dicha instancia precisó que de los recursos destinados por el INAH, no se comprobó la utilización de 20 millones 291 mil de pesos, ni se identificó el origen o procedencia de 18 millones 985 mil.
En lo que se refiere al recurso transferido por Hacienda, se detectó un monto por 73 millones 758 mil pesos ejercido después de la conclusión del calendario autorizado. En ese rubro aparecieron 2 millones 523 mil pesos pagados indebidamente por conceptos de gastos no recuperables que representaron el 35.6 por ciento del valor del contrato para la elaboración del proyecto ejecutivo por 7.08 millones de pesos, y 9.5 millones pagados por conceptos fuera del catálogo sin los apoyos necesarios para su revisión, conciliación y autorización en el contrato.
Para colmo, la Auditoría enfatizó que tampoco se acreditó la propiedad de los terrenos en donde se desplantaron tanto el estacionamiento como los edificios de la primera etapa.
Los 92 millones de pesos fueron depositados en 2009 a la cuenta del Patronato Cultur, dependencia estatal a cargo en ese entonces de Jorge Esma Bazán, un funcionario a quien se le recuerda por sus excéntricos eventos y despilfarro de recursos.
El dinero lo repartió, principalmente, entre las empresas I Arquitectos S.A. de C.V, e Ingeniería y Desarrollo Inmobiliario de México (IDIMSA), a las que contrató para el diseño del proyecto ejecutivo y la edificación del inmueble, respectivamente.
No tienen un Palacio, pero hicieron su propio Centro Cultural Comunitario
En la comunidad maya de Yaxunah, comisaría de Yaxcabá, la gente evita hablar del Palacio que nunca se terminó. Cuando se les pregunta qué opinan sobre esa obra abandonada, prefieren cambiar de tema. Quizás es un episodio que quieren olvidar, una ofensa que intentan borrar de su memoria, pues el Gobierno les prometió prosperidad y empleos que nunca llegaron.
La joven Nayeli Uicab Canul señaló que los pobladores pensaron que ese museo sería algo bueno para la comunidad y que les generaría recursos económicos para mejorar su vida con la llegada de turistas de todo el mundo.
“Ellos creían que iban a poder vender sus artesanías ahí, conseguir trabajo u ofrecer servicios como hospedaje, comida o recorridos por las milpas, pero no lo terminaron de construir”, dijo, al precisar que Yaxunah se ubica aproximadamente a 12 kilómetros de los terrenos en donde se levantó la primera etapa del Palacio.
Y mientras el Gobierno del Estado desperdició 92 millones de pesos en ese museo faraónico, los habitantes de Yaxunah construyeron su propio Centro Cultura Comunitario, el cual sirve como vínculo con diversas fundaciones e instituciones para desarrollar proyectos que beneficien a toda la comunidad.
Nayeli dirige dicho Centro, el cual surgió en 2010 para rescatar y conservar parte de su cultura maya. Niñas, niños, jóvenes y adultos de todas las edades participan activamente en ese lugar, el cual funciona como un proyecto sostenible y del que todos se sienten orgullosos.
A pesar de ser un espacio pequeño, cuenta con su propio museo comunitario que alberga objetos de sus antepasados, como un ramillete que se usaba para la ceremonia de la danza del cochino, un palo y una tinaja que se empleaban para la caza y la milpa, así como algunos vestigios prehispánicos donados por los propios pobladores, entre muchas cosas más.
El Centro Cultural también ofrece a sus visitantes actividades como talleres de epigrafía, lectura y escritura maya, artesanías de reciclaje, juegos tradicionales y obras de teatro, entre otras. Además, ahí surgieron los cursos para las empresas sostenibles del pueblo, las cuales se dedican a la creación de aretes y collares de cuernos de toro o al urdido de hamacas.
“Gracias al Centro Cultural Yaxunah es lo que es ahora, pues sirvió para que mucha gente e instituciones conozcan nuestra comunidad y se pudieran llevar a cabo tantos proyectos que nos ayudan en la economía”, explicó Nayeli.
A la distancia, los pobladores saben que no se requiere de un millonario dispendio para salir adelante, pues se tienen entre ellos mismos que se apoyan con un parador turístico, un cenote, recorridos en bicicleta, venta de artesanías y comida tradicional yucateca. No necesitan ningún Palacio. (Fotos de Lorenzo Hernández)
Este reportaje también se publicó en El Heraldo de México.