Don José perdió todo por el Covid, la sequía y las tormentas
“Perdí la cosecha porque no cayó la lluvia a la hora. Luego compré unas cajas para colmenas y las abejas se ahogaron cuando vino el aguacero. Ahora no puedo salir a trabajar porque me puedo contagiar”, relató el campesino, originario de Peto.
Por Claudia Arriaga
Mérida, Yucatán, 24 de agosto del 2020.- Entre la pandemia del Covid-19, la sequía y las intensas lluvias de las pasadas tormentas tropicales Cristóbal y Amanda que golpearon a Yucatán en mayo y junio, José Gilberto Estrella Esquivel perdió casi todo: su cosecha, abejas y dinero.
Él había prestado 45 mil pesos al banco, pero no esperaba que en cinco meses ocurrieran tantas cosas que destruirían sus planes. Antes de las lluvias, el monitor de sequía de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) reportó que la entidad, hasta la primera quincena de mayo, se encontraba en sequía moderada, extrema y anormalmente seco.
“Presté para que yo haga mi milpa y pagar a la gente que me ayuda, pero perdí mi cosecha porque no cayó la lluvia a la hora. Y también compré unas cajas para colmenas, pero se ahogaron las abejas cuando cayó el aguacero (de Amanda y Cristóbal), se fue para abajo, todo se perdió”, explicó.
Pese a las adversidades, se mantiene positivo, pues confesó que tiene un plazo de cuatro años para pagar su deuda y por mes debe abonar 2 mil 500 pesos. La realidad es que no ha podido hacerlo porque tampoco sale de casa por miedo a enfermar a su familia de Covid-19.
José es uno de los 158 habitantes de la comisaría de Dzonotchel en el municipio de Peto y prefiere vivir de lo que genera en su milpa que trabajar de albañil y enfermarse.
“Tengo cinco meses en casa y ya me vinieron a presionar (los del banco), yo les digo no me niego a pagar, pero prefiero la vida de mi familia. No voy a arriesgarme a salir a trabajar buscando, no vale la pena. Si me encierran, que sea con mi deuda y si me quiere ahorcar, que me den cuello, pero solo”, agregó.
La distancia de Dzonotchel les ha ayudado a mantenerse a salvo de la enfermedad, pero contrasta con las carencias con las que viven, no hay señal telefónica, internet y televisión abierta. Solo unos pocos pueden acceder a estos servicios pagando a compañías privadas.
Además, abundó don José, la gente de la comisaría que sale del lugar es únicamente para comprar alimentos. “Aquí con nosotros no hay ningún tipo de enfermedad, no salimos mucho, y si es que vamos a Peto, llegamos compramos y estamos de retorno otra vez”, señaló.
Con él viven nueve personas, su esposa, sus hijos y dos nietos. La mayoría ayuda en la milpa para poder ser autosuficientes y no morir de hambre en la pandemia.
La situación económica es complicada. Don José criticó que desde el inicio de la crisis de salud solo ha recibido 3 mil pesos del programa “Producción para el bienestar” de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader).
“Espero que el señor presidente de la república me escuche, debería apoyarnos como campesinos, pero según dijeron van a apoyar a los que fueron a bancarrota ¿y los campesinos? ¡¿Con qué irán a comprar a la tienda?! Esperan que nos arruinemos con nuestros animales. La enfermedad no nos va a matar, nos va a mater el hambre”, lamentó.