Documental exhibe que Kekén vierte excremento de cerdo al agua de Kinchil
La película Una laguna negra aborda la lucha del pueblo maya para frenar la contaminación provocada por las megagranjas porcícolas en el poniente de Yucatán.
Por Herbeth Escalante
Mérida, Yucatán, 5 de enero de 2021.- Desde hace dos años, el pueblo maya de Kinchil lucha para revertir la contaminación que provoca la empresa porcícola Kekén, ya que sus megagranjas no dejan de verter excremento de cerdo y agro-tóxicos a los montes y al manto freático de Yucatán. El documental Una laguna negra exhibe esta realidad y evidencia que las autoridades no hacen nada para evitar este desastre ecológico.
La película, que se produjo de manera independiente, se estrenará este jueves 7 de enero en las redes sociales, para que Yucatán y todo el mundo sepa el daño que están provocando las megagranjas porcícolas en el poniente de la entidad.
La directora del filme, Maricarmen Sordo, explicó que esa laguna negra que descubrieron los pobladores no sólo amenaza a su medio ambiente, también es un ataque directo a sus formas de vida, a sus actividades ancestrales como la apicultura y la agricultura.
“Desde hace algunos años venimos escuchando que algo está mal con las megagranjas, que algo está mal con Kekén, pero no todos sabemos qué es, por eso decidimos hacer este documental”, indicó.
Lamentó que mientras dicha empresa está contaminando el acuífero del territorio yucateco, las autoridades la protegen con un discurso armado en el que aseguran que sus granjas están regularizadas. “Pero yo no veo a ninguna persona del Gobierno del Estado viviendo en Kinchil, no veo a nadie de ellos amenazado por la contaminación del agua”, recalcó.
En rueda de prensa, Alberto Rodríguez Pisté, integrante del Consejo Maya del Poniente de Yucatán Chik’in-Já, lamentó que el agua cristalina de los cenotes se está manchando con excreta de cerdos y productos tóxicos de Kekén, sin que el gobierno haga algo para evitarlo.
“Hace dos años encontramos las tuberías que vierten esas aguas negras de la producción de cerdos a los montes, directamente al manto freático. Han pasado dos años, no sé qué tan largos o cortos son, pero las aguas sucias no han dejado de cesar”, recalcó el habitante de Kinchil, uno de los protagonistas del documental.
Recordó que desde el Consejo, que aglutina a pobladores de los municipios del poniente yucateco, han emprendido una lucha jurídica contra la firma porcícola, porque no quieren que los condenen a dejarlos sin agua limpia en el futuro.
“Estamos en una resistencia en contra de un sistema capitalista, contra un Estado y un gobierno, para llevar alimentación a nuestras familias. Lo que sucede es que el capitalismo no está decidido a integrarse con los pueblos indígenas ni con la naturaleza, sólo quiere extraer, extraer y extraer”, sostuvo Alberto Rodríguez.
Por su parte, Carlos Yamá Ventura, también miembro del Consejo, indicó que el documental Una laguna negra visibiliza lo que las autoridades y empresarios han querido ocultar en los últimos años: que la industria porcícola está contaminando el agua y el medioambiente de Yucatán.
“La Secretaría de Desarrollo Sustentable (SDS), la Secretaría de Medio Ambiente (Semarnat), la Procuraduría Federal del Medio Ambiente (Profepa) tratan de legitimar (a Kekén) y ocultar todo el tiempo que contamina, por eso nuestra lucha va mas allá del pueblo indígena contra una empresa, sino contra el sistema y el Estado mismo, pues hay tráfico de influencias en todos los niveles de gobierno”, agregó.
Los realizadores de Una laguna negra aseguran que es una película sobre mujeres y hombres mayas en la lucha por la supervivencia, unidos en la defensa de tradiciones en peligro por efecto de un extractivismo feroz, alentado mediante políticas de Estado.
Sostienen que es un documental acerca de la contaminación, la ilegalidad, el despojo y la corrupción. Pero también sobre la fraternidad comunitaria a favor de la vida, el compromiso entre pobladores, el derecho ancestral y la defensa inclaudicable de la naturaleza.