Comercio sexual infantil, una realidad en Yucatán
Proyecto Crisal ha rehabilitado a 182 niñas y adolescentes víctimas de violencia sexual, cuyos padres fueron sus agresores o las vendían como objetos.
A través de los testimonios de las víctimas, descubrieron que en la entidad sí existen redes de prostitución infantil, trata de personas y hasta turismo sexual.
Por Herbeth Escalante
Mérida, Yucatán, 10 de marzo de 2020.- Desde hace 10 años, el proyecto Casa Crisal da refugio y ayuda a niñas y adolescentes víctimas de violencia sexual, cuyos agresores eran sus padres. Durante este tiempo han recibido a 182 y, de acuerdo con sus historias, muchas fueron utilizadas para el comercio sexual infantil, trata de personas, prostitución o turismo sexual.
La fundadora de esta asociación, María Jesús Ocaña Dorantes, señaló que desde un abordaje humanista atienden a dichas víctimas para que puedan rehabilitarse y elaboren su proyecto de vida, para que puedan salir de nuevo, conociendo ya sus derechos, seguras de sí mismas.
En Casa Crisal reciben a niñas en edades de entre 11 años con 10 meses hasta los 18 años incumplidos, todas víctimas de violencia sexual y, en muchos de los casos, vendidas como objetos.
“Ellas viven en la Casa durante 18 meses y como parte de su proceso buscamos la sana aceptación de que no fueron responsables de lo que les haya sucedido, que no fue su culpa”, declaró María Jesús, quien explicó que de esta manera empiezan a mirarse como un ser sujeto de derechos humanos.
Señaló que la etapa de confrontación es una de las más difíciles, pues es cuando descubren que no en todas las familias se sufre violencia, que no en todas las obligan a hacer cosas que las lastiman.
En ese sentido, dijo que al conocer los testimonios de las niñas y adolescentes se encuentran con que, en un alto porcentaje, son las propias madres quienes las usan sexualmente como una negociación comercial.
“Vemos que las mamás las generan para facilitar un aspecto económico o a veces para evitar que la pareja se vaya de la casa. Las usan como un anclaje sexual, las están violentando, las están vendiendo”, recalcó.
María Jesús abundó que también descubren que lo único malo que les dieron sus madres es lo que recibieron de las abuelas, es decir, es un círculo vicioso que sigue dañando a las mujeres.
Pero también muchas de las niñas que llegaron a Casa Crisal son víctimas de trata de personas, prostitución y hasta turismo sexual. Es muy doloroso para ellas, indicó, descubrir que fueron un depósito de semen, que no era amor, que fueron usadas en una negociación.
“Claro que hay comercio sexual infantil y redes de prostitución en Yucatán, no se puede negar que existe. Incluso hay catálogos en internet, mientras más pequeña sea la víctima, mayor es el ingreso del tratante, van de los cinco mil hasta los 11 mil pesos”, aseguró la fundadora.
Recordó el caso de una de las niñas, quien en un terapia de grupo dijo que conocía varios lugares lujosos y que tenía muchos novios. Fueron sus propias compañeras quienes le explicaron que en realidad la estaban prostituyendo.
María Jesús agregó que en Yucatán también hay turismo sexual, pero no tan fuerte como en Quintana Roo. Añadió que por las pláticas con las víctimas y en estudios de campo que han realizado, supieron que esta actividad ilícita ocurre en la franja que va del Centro Histórico a Paseo de Montejo.
En esta década, Proyecto Crisal ha acompañado a 182 víctimas y en sólo dos casos, los agresores sexuales terminaron en la cárcel.
Un hogar para sanar
La Casa de Proyecto Crisal tiene capacidad para dar techo y comida a 16 niñas y adolescentes al mismo tiempo. Ellas prácticamente se convierten en hermanas para que juntas puedan rehabilitarse.
El objetivo de esta agrupación es crear espacios seguros y libres de violencia para menores de edad que fueron víctimas de abuso y violación sexual, cuyos agresores sean sus padres.
Todas las que viven en ese lugar durante año y medio se hacen responsables de las labores del hogar, para que luzca como ellas quieran. No es un albergue, es una casa con muchas hijas.
“Fomentamos en ellas el autocuidado, pues hay quienes no estaban acostumbradas a bañarse, no usaban ropa interior ni tenían conocimiento de su periodo menstrual. Es un proceso de enamoramiento de su ser, como persona, como mujer y ser humano”, sostuvo María Jesús.
Próximamente empezarán a recibir a niñas de la etapa “orugas”, de entre 5 a 10 años de edad, que lamentablemente también fueron abusadas. Por eso en los últimos meses han estado reestructurando la casa para contar con un espacio adecuado para ellas.
Las actuales inquilinas están muy emocionadas de por fin conocer a sus nuevas hermanitas, a quienes cuidarán y ayudarán a sanar, para juntas buscar un mejor futuro para sus vidas, para que nadie las vuelva a dañar.