Cirrosis en Yucatán, consecuencia del elevado alcoholismo
El consumo de alcohol representa el 38 por ciento de los motivos de ingresos hospitalarios por cirrosis hepática.
Por Paul Antoine Matos
Mérida, Yucatán, 29 de julio de 2019.- Los altos índices de consumo de alcohol en Yucatán tienen consecuencias directas en la salud de las personas, las principales son las enfermedades como la cirrosis, que daña el hígado y puede provocar la muerte.
En 2019 se han confirmado 129 nuevos casos relacionados con el abuso de dicha sustancia, 14 más que en el mismo periodo de 2018, de acuerdo con el Boletín Epidemiológico de la Secretaría de Salud federal al corte del 13 de julio. Mientras que el año pasado cerró con una incidencia de 233 y 2017, con 206.
Además, en el rubro de dolencias alcohólicas del hígado, se han registrado 37 en 2019, nueve menos que el mismo lapso de 2018.
La gastroenteróloga Leticia Briceño Benavides declaró en entrevista que el consumo de alcohol representa el 38 por ciento de los motivos de ingresos hospitalarios por cirrosis hepática. La situación, dijo, es que en Yucatán la ingestión de estas bebidas va en aumento.
“Antes era muy propio de varón, ahora la mujer ya presenta más alcoholismo”, manifestó. Y es que, de los 129 casos de este año, 98 corresponden a hombres y los otros 31, a mujeres, subrayó la especialista.
Además, las y los afectados son cada vez más jóvenes. “Se está viendo a jóvenes de 30 años con cirrosis hepática alcohólica y esteatosis hepática por la obesidad”, reconoció al señalar que la frecuencia de este mal va desde los 15 hasta los 64 años.
También agregó que se trata de una de las seis enfermedades más comunes en las salas de urgencias, por complicaciones como sangrado del tubo digestivo alto.
En la Encuesta Nacional de Consumo de Drogas en Estudiantes 2014, realizada por la Secretaría, el 46 por ciento de las y los alumnos ingirió alcohol en su vida y el 10 por ciento lo hizo de manera excesiva.
Pero, contrario a la creencia, las y los estudiantes de Yucatán resultaron con un consumo menor al promedio nacional, liderado por entidades como la Ciudad de México y Jalisco.
No obstante, entre niñas y niños de quinto y sexto grado de primaria, el estado se ubicó hace cinco años en la media nacional, cuando un 18 por ciento probó una bebida alcohólica y el 2.8 por ciento aceptó haberlo hecho en exceso.
Y es que el consumo de estas sustancias es un serio problema en el territorio, no por nada lidera la estadística de intoxicación aguda por alcohol. Tan sólo en este 2019, de acuerdo con el Boletín Epidemiológico, cinco mil 306 personas tuvieron que recibieron atención médica por este trastorno.
Las cifras oficiales indican que cuatro mil 917 hombres y 389 mujeres terminaron en los centros médicos por beber alcohol de forma brusca y en cantidad superior a la tolerancia individual de cada persona.
Hígado graso también provoca cirrosis
La doctora Briceño Benavides detalló que la esteatosis hepática, mejor conocida como hígado graso, también es una realidad entre las y los yucatecos, ya que puede producir cirrosis. De hecho, expresó que el 60 por ciento de los casos ocurre por causas no relacionadas con el alcohol, principalmente por la mala alimentación y el consumo de medicamentos controlados o de uso deportivo.
Hay factores de riesgo como la genética, los antecedentes familiares y la presencia de diabetes e hipertensión, mencionó.
El hígado graso puede causar una fibrosis, que se refleja en el deterioro de las enzimas hepáticas, la ascitis o líquido en el abdomen, los temblores involuntarios en la mano, la piel seca y un color seco moreno verdoso adquirido por las bilirrubinas elevadas, dijo.
La fibrosis se puede convertir en una cirrosis y eso predispone al paciente a un hepatocarcinoma, es decir, cáncer, sostuvo.
El hígado graso puede revertirse con más facilidad si está entre el grado 1 a 3, con un cuidado correcto combinado con una alimentación adecuada y ejercicio. Entre las fases 3 y 5 hay mayor predisposición a que se convierta en cirrosis, explicó.
Señaló que las úlceras y gastritis se relacionan cuando la cirrosis hepática es muy avanzada, porque se da un estado de aumento en la presión, entre el bazo y el hígado, lo cual provoca que la presión sobre las venas y arterias del esófago aumente, generando várices y gastritis congestiva.
“Es más fácil que un paciente con cirrosis hepática tenga un sangrado del tubo digestivo alto, cuando el paciente toma medicamentos porque están muy superficiales, inflamados de por sí”, indicó.
Una úlcera, puede sangrar por medicamento, por malos alimentos o por la presión que hay rompe una de esas venas y hace una úlcera, que por medio de endoscopía extirpar esa vena o arteria que esté sangrando, explicó.