Unos tragos en los Días de Muertos
“También puede utilizarse la expresión ‘pasó a mejor vida’, que es ambivalente porque implica que hay vida en el otro plano y que la vida del sujeto fallecido fue un fracaso miserable. Pero mi favorita es sin duda la bonita expresión de ‘llegó a la Gloria’, que tiene nombre de panadería”.
Antonio Martínez. *
Mérida, Yucatán, 5 de noviembre de 2022.- Debido a las recientes invasiones de la Villa Blanca, nuestros amigos se habían tenido que refugiar en una minúscula cantina alejada del centro para poder socializar a gusto. En La Copa de Oro** era imposible encontrarse con un turista despistado de Iowa, con un chilango recién llegado, con un jubilado canadiense con chanclas y calcetines, o Dios no lo quiera, un Cancunense en camisa rosa y short planchado. No porque tuviesen prohibida la entrada dichas especies invasoras, sino porque, por el pequeño espacio, el local nada más tenía cuatro sillas, que ocupaban diariamente nuestros héroes.
-¡Ahí está otra vez la frasecita!-, exclamó de repente don Primitivo Pérez, que estaba entretenido mirando su teléfono. -Es sumamente irritante. Es que parece que ya no se puede decir que alguien se murió, y Santas Pascuas. No, puras babosadas escriben, que si fulano ‘se nos adelantó’, que si mengana ‘pasó al otro plano’…
– ¿Quién pasó al otro plano? – preguntó interesado don Orondo Batallas, quien era el cronista de la alta sociedad y no se perdía un velorio.
– Nadie, nadie, es un decir…
– Y ¿cómo saben que es plano? – insistió don Orondo, que a las tres cervezas se tornaba curioso.
– ¿El otro plano? Ni idea.
– Porque este plano no es plano, como ya demostró Newton.
– Copérnico-, le corrigió don Carlos Castillo, uniéndose al diálogo. – Newton es el de la luz eléctrica.
– No, Edison-, le corrigió don Primi, -Newton es el de la manzana.
– Pues eso, que este plano es redondo-, insistió don Orondo, cuya humanidad testificaba sus palabras. – Y si éste es redondo ¿por qué el otro es plano? No tiene mucho sentido-, concluyó y pidió otra ronda con el universal gesto circular del dedo, rematando por otro gesto esotérico que el atento cantinero interpretó como ‘Otro plato de chivitas’.
– Pues eso, puro sinsentido-, recalcó don Primi, que quería regresar a su diatriba particular. -‘Se adelantó’ dicen, como si fuera la cola de las tortillas. No, no se adelantó. Nadie se muere la víspera. Dicen ‘se adelantó’, como si tuviese uno opción, o tuviese prisa. ¿Es que no pueden llamar a las cosas por su nombre? No. El agua no es el agua, es el ‘vital líquido’, que suena más docto y en vez de cumplir años ‘le dan otra vuelta al sol’, que no sé, han de sentirse astronautas.
Don Orondo aprovecho la pausa en que don Primi bebió un largo trago de cerveza para regresar a su particular manía: – Y si el otro plano es plano, ¿cuando yo llegue me voy a volver también plano? – preguntó a nadie en particular con un escalofrió.
– Sin duda -, le respondió don Carlos solo para mortificarle.
– Ya no hay cómo seguir una conversación. En vez de discernir ‘barajan hipótesis’, lo vulgar es ‘viral’, y en vez de estar contentos ‘vibran alto’. ¡Háganme ustedes el favor! Y no diga usted ‘alma’, no, que ya son ‘ánimas’-, volvió a la carga don Primitivo.
– Estamos volviendo espiritualmente al animismo más primitivo, es culpa de Disney-, coincidió don Carlos, que con la última ronda ya sentía la lengua más suelta. – De hecho, hay gente hoy en día que cree que la tierra es plana. Se dicen terraplanistas. Así que si este lado es plano es posible que el otro también.
– También puede utilizarse la expresión ‘pasó a mejor vida’, que es ambivalente porque implica que hay vida en el otro plano y que la vida del sujeto fallecido fue un fracaso miserable. Pero mi favorita es sin duda la bonita expresión de ‘llegó a la Gloria’, que tiene nombre de panadería-, apuntaló don Orondo rebañando del platillo los restos de higadilla.
Un extraño silencio descendió sobre los crápulas. Don Orondo se quedó rumiando las complejidades de los espacios bidimensionales y el resto del pepino, mientras don Carlos se refugió en el recuerdo de una doncella de pícara sonrisa que había conocido en Damasco en su alocada juventud.
Don Primitivo, que era de natural más práctico, se puso a considerar que si se les petateaba don Orondo iba a ser una bronca disponer de su envoltorio. Enterrarlo ocuparía varias criptas, y cremarlo contribuiría a la deforestación de la Amazonia de manera significativa. No. Lo mejor sería trocearlo primero, concluyó convencido, pero para eso estaban las funerarias, y alejó la terrible imagen de su cabeza.
El cantinero sonrió para sus adentros. Estos días de finados siempre eran buenos para el bisnes, como si la sombra de la muerte hiciera que sus clientes aumentaran el consumo. Con destreza consumada destapó otras tres. (Ilustración de Heather Calderon)
* Escritor de provincias.
** N.del A. La pequeña cantina La Copa de Oro del otro plano no tiene nada que ver con la pequeña cantina La Copa de Oro de este plano.