Sucede que me canso de ser hombre
En Mérida, buscan construir masculinidades sanas; en el Senado señalan las consecuencias de los comportamientos tóxicos de los varones.
¿Es posible una nueva forma de ser hombre o los géneros deben abolirse?
Por Mariana Gorocica
Mérida, Yucatán, 30 de julio de 2019.- Con esta famosa frase del poema Walking around de Pablo Neruda, el pasado viernes 26 de julio arrancó el conversatorio “De macho a hombre: Cómo construyo mi masculinidad”, promovido por la asociación Igualdad Sustantiva Yucatán y en el que se discutió qué significa ser hombre.
El panel de expertas y expertos que encabezaron esta actividad definió la masculinidad como el conjunto de atributos, valores y conductas que constituyen el deber ser de los hombres en una sociedad determinada.
Se trata de un modelo impuesto a todos los miembros de la colectividad, una masculinidad hegemónica en la que se exaltan actitudes como la independencia, la autonomía y el control de las emociones, las cuales, cuando son llevadas al extremo, derivan en comportamientos dominantes y agresivos.
“¿Y qué pasa cuando no ‘das la talla’ como hombre? Pues tú mismo te segregas o quienes te rodean te segregan y, más aún, si llegas a tener una sexualidad diversa este camino se hace todavía más duro”, destacaron.
No obstante, ya que se trata de una construcción social, estos estereotipos pueden transformarse, como está sucediendo actualmente en consonancia con los cambios culturales e ideológicos de esta época.
Para ello, se necesita analizar y desmontar las estructuras de poder que se esconden detrás de estas ideas, proceso conocido como desconstrucción, en el cual los hombres tienen que revisar y cuestionar sus conductas hacia las mujeres, otros hombres y ellos mismos.
Mediante testimonios, las y los participantes de la plática reflexionaron acerca de lo que está sucediendo con los roles tradicionales de género. “Yo antes hablaba mucho desde la ignorancia, no veía que hay más allá de todo ello”, comentó uno de los asistentes.
“Es a lo que va el proceso de deconstrucción, no es sencillo, ni fácil y no te la pasas tan chévere, aunque el resultado final vale la pena”, señalaron al tiempo de subrayar que sólo de esa manera se puede lograr una vida más plena, consciente y libre.
Masculinidades en la mira
Y es que este tema ha estado presente en la agenda mediática en las últimas semanas desde que el 18 de julio el Senado de la República albergó el foro “Los costos de la masculinidad tóxica: Retos y alternativas para la igualdad y el bienestar”, en el que el músico Rubén Albarrán tuvo un inesperado protagonismo.
El cantante de Café Tacvba inició su intervención con unos “respetuosos y empáticos saludos, hijos de la chingada”, dedicados a las y los presentes, en clara referencia a El laberinto de la soledad de Octavio Paz, lo que desató las críticas en medios de comunicación.
Sin embargo, no es ello lo más interesante de su discurso. Siguiendo la línea de pensamiento de Paz, Albarrán habla de la sociedad mexicana como el resultado de un proceso histórico y cultural de abuso masculino y subordinación femenina.
“Y nosotros, los hijos de la chingada, los chicuarotes, niños de la calle, niños sin sentir amor, despreciando el calor y la sabiduría de nuestra vejada y menospreciada madre a manos de nuestro ausente, lejano e indiferente padre”, mencionó en alusión al ensayo del Nobel mexicano en el que se asienta la idea de que la identidad mexicana es producto del trauma de la Conquista.
“Si han leído un poco de historia, ¿cómo podemos negar que nuestro padre fue violador, golpeador, drogadicto? Nuestra madre, la chingada, violada, golpeada y sumisa”, dijo.
Más aún, el artista extrapola estos comportamientos de dominación y agresión atribuidos al rol tradicional del hombre para llamar la atención sobre los gravísimos daños al equilibrio natural, quien asume el papel femenino.
“Ese patriarcado es el mismo que permite un abuso como el del derrame de tres mil litros de ácido sulfúrico en el Mar de Cortés sin ser castigado. Ese padre golpeador que explota bosques y mares, que pretende un megaproyecto transístmico y que disfraza su violencia con un paseo dominical por un mal llamado Tren Maya para que a la familia se le olviden los gritos y los golpes”.
“Un padre armado y cobarde que ya se alista a reprimir con una Guardia Nacional en las calles, con el cinturón enredado al puño, un padre que invita a casa a sus cuates de la cantina, socios, jefes y demás pandilla machista a que violen a las mujeres de casa”.
“¡Cojan, violen, cosifiquen, hagan una orgía de abusos, exploten todo lo que esta tierra brinda! ¡Hagan minería, fracking, proyectos turísticos, carreteros, ferroviarios, implanten transgénicos, contaminen el agua, el oxígeno, la tierra!”, agregó.
No obstante, el intérprete de Las flores concluye con una invitación para que las hijas e hijos de ese matrimonio tóxico rompan con esos patrones patológicos. Además, resaltó el papel de los movimientos liderados por mujeres para dicha transformación.
“Debemos hacer conscientes que esta cultura patriarcal y machista de la que provenimos nos ha, no solamente costado dinero, nos está costando la supervivencia como país, como cultura, como seres vivos. Si no concientizamos que estas actitudes machistas nos están aniquilando, seguiremos repitiendo este patrón destructivo hasta que no quede más nada”, indicó.
Abolir lo masculino
A pesar de esta idea de que formas sanas de masculinidad son posibles, la corriente más radical del feminismo lleva años proponiendo la abolición total del género, al considerar que los roles, tanto los controladores de los hombres como los sumisos de las mujeres, fueron construidos para validar el patriarcado.
Es decir, desde que los niños nacen son socializados para pertenecer a la clase sexual dominante, poderosa y agresiva; por el contrario, las niñas son criadas para pertenecer al estrato subordinado, pasivo y débil. El género expresa la construcción social de la feminidad, la común experiencia de opresión vivida por todas las mujeres, afirma la teórica Ana de Miguel.
De esta forma, para esta corriente de pensamiento no hay masculinidades sanas ya que todas respaldan a la estructura jerárquica que distingue a las personas con base en el sexo y que mantiene sometidas a las mujeres.
Pero ojo, “el concepto de abolición del género no sugiere la eliminación de los hombres, sino la eliminación del sistema social que crea el sexismo y el género”, plantea Gayle Rubin y detalla que el feminismo radical busca una sociedad en la que la que la anatomía sexual de una persona sea irrelevante a la hora de definir quién es y qué hace. (Foto de Elsa Vázquez)