¿Para qué sirve la Historia? Retos y compromisos en la era digital
A través de “Yucatán en la historia: agentes de cambio, sociabilidades y globalidad”, ubicaremos a la península maya en los procesos globales a través de una serie de relatos sobre sus agentes económicos, políticos, instituciones y movimientos de la época virreinal y del siglo XIX.
Por Luis Ángel Mezeta Canul
El Colegio de San Luis
Mérida, Yucatán, 12 de junio de 2023.-En los tiempos más cruentos de esa bestial abominación llamada segunda guerra mundial, Marc Bloch, un historiador judío incorporado a la resistencia francesa frente a los nazis, reflexionaba sobre la utilidad de la historia. En la obra que derivó de estas reflexiones Apologie pour l’histoire ou Métier d’historien (traducido al español como Introducción a la Historia) la frase “Papá, explícame para qué sirve la historia” inauguró la necesidad de responder a cabalidad este cuestionamiento.
Detenido y fusilado por la Gestapo en marzo de 1944, Bloch vio interrumpido este trabajo. Sus apuntes fueron retomados por Lucien Fevbre, su colega de la escuela historiográfica de los Annales, quien ayudó a caracterizar el oficio del historiador y definir la historia como la ciencia de los hombres en el tiempo. El manuscrito, sin embargo, daba la sensación de inacabado pues ni Bloch ni Febvre alcanzaron a responder de forma concreta la atenta pregunta ¿Para qué sirve la historia?
Años más tarde a estos acontecimientos, inspirados en buena medida por Bloch y Febvre, diversos historiadores de diferentes latitudes buscaron contribuir con la respuesta a esta interrogante: ¿Cuál es la función o utilidad del saber histórico? En México, alrededor de la década de los ochenta, se propondría que el propósito de la historia es dar razón de nuestro presente concreto, es decir, comprender los elementos que configuraron la sociedad actual a partir del estudio del pasado en sus cambios y continuidades.
Entendida de esta forma, un grupo de eminentes historiadores mexicanos plantearon que la historia conlleva una función eminentemente social porque ayuda a comprender nuestra situación actual. Por diversos motivos, a casi medio siglo de estas reflexiones, la historia como disciplina ha manifestado entre otros, un vicio que justifica replantear su producción y especialmente su comunicación puesto que mantiene encerrados sus prominentes avances a excluyentes círculos academicistas y elitistas que limitan su funcionalidad social.
En buena parte esta situación se debe a que tradicionalmente la historia ha atendido a los intereses de las elites gobernantes para legitimar su institucionalidad y fungir como un factor cultural de identidad para favorecer la cohesión al interior de un grupo, siendo un elemento indispensable en la consolidación de las nacionalidades. No obstante, este ámbito ha dado pie a utilizar la historia como instrumento de dominación que desafortunadamente abonan a los nacionalismos exacerbados, la intolerancia, el racismo y la discriminación.
Algunas propuestas han intentado socavar estos monopolios, una de ellas, quizá la más concienzuda, nació en los años setenta en lo círculos académicos de los Estados Unidos la cual iba a germinar en la Historia Pública (The Public History), un movimiento intelectual que buscó comunicar el conocimiento histórico a un público amplio no necesariamente especializado a través de diversas estrategias de divulgación. Iniciativa que respondió a un hecho nefasto muy presente en nuestros días, el aislamiento del historiador académico, puesto que la historiografía, es decir, la producción de contenidos científicos por parte de los historiadores conserva un gran problema, no es accesible ni explicable al común de la sociedad.
¿Qué papel juega la historia más allá de los círculos de investigación? Uno de los desafíos de la disciplina histórica en el siglo XXI es aproximarla a la sociedad actual, global y heterogénea que compone la humanidad donde la Historia Pública ofrece una ventana de oportunidades. En esta interacción entre los historiadores y las comunidades los medios digitales son pieza clave. El internet ha transformado radicalmente las maneras en que se produce y consume la historia: páginas web, videojuegos, redes sociales y una innumerable variedad de plataformas digitales que facilitan un mayor grado de participación donde cualquier sujeto con acceso a Internet puede contribuir a la comprensión del pasado.
Esta sección de difusión y de periodismo “Yucatán en la historia: agentes de cambio, sociabilidades y globalidad”, promueve lo que Serge Noiret denomina una historia pública digital, que en este caso busca ubicar a la península maya en la globalidad a través de ciertos relatos sobre sus actores económicos, políticos, instituciones, procesos y movimientos de la época virreinal y del siglo XIX. Una idea que no es para nada novedosa en el sentido que desde los primeros impresos se compartieron noticias históricas de interés en las ciudades y provincias pero que para esta oportunidad se inserta en las perspectivas historiográficas contemporáneas y la era digital.
¿Cuál fue el lugar de Yucatán en la era de las revoluciones atlánticas?, ¿Cómo se configuraron las relaciones de poder entre indios mayas y los colonos españoles?, ¿Qué representó la navegación marítima en la economía regional?, ¿Cuál ha sido la composición poblacional de Yucatán en su pasado?, ¿Cuáles han sido los cambios y permanencias con relación a las elites políticas y económicas de la región?, ¿Cuál fue el papel de las comunidades mayas en la economía regional?, ¿Qué se comía, qué se bebía en la sociedad yucateca de los siglos XVIII y XIX?, ¿Cómo dirimían sus conflictos los grupos sociales del pasado peninsular? ¿Cuáles eran sus circuitos de intercambio? Son algunos aspectos que se pretenden abordar a través de breves escritos sobre procesos yaconteceres procedentes del análisis de documentación consultada en archivos históricos regionales, nacionales e internacionales y de literatura e historiografía clásica y contemporánea.
La idea central con estos escritos es contribuir y retribuir a la sociedad en la medida de lo posible con contenidos que permitan comprender aspectos que intenten explicar su presente a partir de sus antecedentes pasados. En los próximas publicaciones compartiré el primer capítulo de esta sección que inicia con Josef de Barbachano, un navegante campechano que con perspicacia diplomática negoció en altamar con un capitán inglés la liberación de su tripulación capturada en el contexto de las guerras navales de fines del siglo XVIII entre las coronas de Francia, España e Inglaterra donde el espacio litoral y marítimo de la península de Yucatán, por su posición geoestratégica en el Caribe, fue escenario de la presencia de gavillas de corsarios prestos a la captura de las naves mercantes de los experimentados comerciantes yucatecos.
Bibliografía:
– Bloch, Marc (1952), Introducción a la Historia, Ciudad de México, Fondo de Cultura Económica.
– Cauvin, Thomas (2018), “The rise of public history: an international perspective”, Historia Crítica, núm. 68., pp. 3-26.
– Noiret, Serge (2018), “Trabajar con el pasado en internet: la historia pública digital y las narraciones de las redes sociales” Ayer 110/2018, pp. 111-140.
– Pereyra, Carlos et. al (1980), Historia ¿para qué?, Edo. De México, Siglo XXi Editores.