Padres mexicanos, no tan padres: Ausentes y desobligados
Estamos en un país de paternidades ausentes e irresponsables, versus maternidades forzadas. Este domingo habrá 4 millones de hogares que no celebrarán a papá, porque no está, se fue un día y no volvió.
Por Andrea Tamayo Cáceres, #ATACAConIdeas
Mérida, Yucatán, 16 de junio de 2023.- El 18 de junio será el “Día del Padre”, una conmemoración que se marca en el calendario cada tercer domingo de junio y que, desde el día de la celebración, muestra una marcada desigualdad en relación con el “Día de la Madre” que es cada 10 de mayo, sin importar si dicho día cae entre semana porque, claro, “mamá es mamá” y no hay nada más importante que sus hijos e hijas, ni las responsabilidades laborales, los trabajos del hogar o la pérdida de un día económico en el trabajo cambiado por un día de “vacaciones” forzadas en dónde la celebración a las progenitoras se vuelve un día extra de cuidados, después del festival escolar; pero al padre que, bajo el constructo sociocultura mexicano es el hombre ocupado, proveedor – y casi siempre cansado – se le debe celebrar en el día en el que está en casa: los domingos de carnita asada, futbol y algunas cervezas.
No obstante, este domingo habrá 4 millones 180 mil hogares que no celebrarán a papá, porque no está, se fue un día y se volvió ausente…es la cifra de la realidad de este país en el que vivimos, de muchas niñas y niños que saben que alguna vez existió, pero como a Santa Claus, nunca lo han visto y solo saben de él por lo que han escuchado decir a su madre – si es que lo menciona – pero jamás han convivido con la otra parte que les dio la vida.
¿De dónde nace la indiferencia y apatía de esos millones de hombres mexicanos que son irresponsables con su descendencia? Ahora que soy una mujer adulta y que me he dedicado a leer y estudiar acerca del feminismo y el sistema patriarcal heteronormado, he podido percatarme – con estudios y estadísticas en mano – que mucho tiene que ver la educación, los roles y los estereotipos de género con los que se crían – y criaron – como la ideología del “macho mexicano”, el “Don Juan” y otras frases relacionadas con el ejercicio de la sexualidad sin responsabilidad y tristísimas que llegué a escuchar de la boca de madres de mis compañeros en la primaria o secundaria como “mi niño es gallito, así que quienes tengan gallinitas – haciendo referencia a nosotras, las niñas – que las cuiden”.
Las mujeres que somos madres de varones también somos responsables de si criamos, o no, machitos con esos constructos mentales de ir por la vida teniendo relaciones sexuales sin protección, sin responsabilidad afectiva y el caso extremo: embarazos no deseados de los que NO se hacen cargo… como si crear una vida fuera obra del espíritu santo, cuando todas las personas sabemos que no es así, una razón más por la que estoy totalmente a favor del derecho a decidir.
Lo que no se nombra no existe y, con base en ello, no solo hay padres ausentes, sino que existen 4 millones 180 mil mujeres que son madres y trabajadoras que están criando en solitario, de forma autónoma y son el sostén económico que provee a sus hijos e hijas de un techo con servicios básicos, educación, ropa, alimento, medicinas y si la cartera alcanza, también un poco de esparcimiento y recreación lúdica que toda niñez merece para su sano desarrollo.
Mujeres malabaristas que tienen hasta tres empleos combinando los trabajos formales con los informales y el autoempleo para poder sacar adelante a sus crías y darles una calidad de vida digna, pero ¿es qué acaso en México la justicia no se hace presente para exigir la pensión alimenticia?
Es lamentable que, de acuerdo con datos de la activista oaxaqueña Diana Luz Vázquez Ruiz, la impulsora de la #LeySabina para la creación del Registro Nacional de Deudores Alimentarios, los números de las mujeres que sostienen económicamente a su familia asciende hasta los 35 millones, porque padre ausente no es solo aquél que se va, sino el que también está presente pero que ha abandonado sus responsabilidades económicas, la crianza y los trabajos de cuidados, ya sea por enfermedad, algún trastorno de salud mental o – la más común – adicciones.
No es obligación de las mujeres realizar 2.3 veces más trabajos no pagados que los hombres. No es responsabilidad única de las mujeres dedicar 43 horas semanales a cocinar, limpiar, lavar y cuidar de las infancias, tal como lo indican datos de la organización “México, ¿cómo vamos?”. No, no es nuestra obligación, pero seguimos haciéndolo, porque también es parte de los constructos socioculturales bajo los que las mujeres mexicanas fuimos criadas: la esposa perfecta, la madre abnegada, la ama de casa impecable… ah y en la actualidad, también la profesionista súper chingona que genera miles de pesos, sin dejar de hacer todo lo demás, y entre las triples jornadas vamos dejando de lado nuestra salud mental y autocuidado, pero ese tema será motivo de otra columna.
El abandono de los padres no solo deja a las madres toda la carga económica que, en la crudeza de este mundo capitalista, es la que más se visibiliza; las marcas psicoemocionales que dejan huella en las vidas de los millones de criaturas pueden ser más difíciles de sobrellevar que los mismísimos pesos y centavos para salir adelante.
Cabe destacar que el distanciamiento que muchos hombres muestran respecto a la creación de vínculos con su descendencia no solo es ocasionada por las rasgos socioculturales que ya he expresado, incluso las leyes en México fomentan las desigualdades y reafirman los roles de género que cada integrante de una familia tradicional debe ejercer; ejemplo claro de ello es la falta de ampliación de los días de “descanso” en la Ley Federal del Trabajo respecto a la licencia de paternidad que es tan solo de 5 días laborales con goce de sueldo. ¿Qué lazos y apego seguro se pueden fomentar en ese cortísimo lapso de tiempo entre papá y bebé?, ¿cómo se va a generar una crianza compartida con mamá con esa temporalidad que parece una mofa a la magnitud de la responsabilidad recién adquirida? Y entre tantas preguntas que me surgen, ¿por qué las clínicas del IMSS e ISSSTE no permiten en numerosas ocasiones que papá esté presente al momento del parto, de la llegada de su bebé a este mundo, violentado así sus derechos reproductivos?
Me duele muchísimo mi país… un México de paternidades ausentes, irresponsables y desobligadas, versus maternidades forzadas, abnegadas y luchadoras incansables, ah, pero en dónde el derecho a decidir es un crimen, cómo si la vida de una criatura fuese plena y digna solo por nacer… ojalá los grupos provida rezaran y lucharan más por los 35 millones de niños y niñas que hoy no tienen una figura paterna en su hogar.
Ante todas las cifras desastrosas, el INEGI nos da un poco de luz al declarar que hay aproximadamente 907 mil familias conformadas únicamente por papá con sus hijos e hijas, que además son económicamente productivos y son el sustento de su familia; sin embargo, de dicha cifra, solo el 2 por ciento está ejerciendo ese tipo de paternidad como resultado de una separación o divorcio, en dónde se decidió que la custodia le correspondía.
Creo en la necesidad de crear condiciones en dónde haya un piso parejo e igualdad en las políticas públicas, los hogares, los lugares de trabajo; por eso, sería maravilloso que esos 907 mil hombres que se hacen cargo solos de sus crías también pudieran tener acceso a apoyos económicos federales y estatales; y no porque sean súper héroes, es porque también es su derecho, y el de los suyos.
A los padres presentes, responsables, activos en la crianza, trabajos del hogar y de cuidados les doy todo mi respeto y admiración.
A ti, padre ausente que has leído esta columna, no tengo mucho que escribirte, ni siquiera juzgarte, la vida, tu descendencia y la justicia – incluyendo la divina – lo hará.
A mi esposo, que me mostró y enseñó lo que yo nunca tuve, eres el mejor padre que pude haber elegido para nuestros hijos.
Para ti, que eres hijo o hija de padre ausente – si me permites darte un consejo – no repliques los patrones aprendidos, trabaja las heridas de tu niñez, abraza muy fuerte a tu madre o a quién haya estado presente para ti y dale las gracias por haber hecho todo lo que pudo para tu bienestar.
Para ti, papá, en donde quiera que estés si lees esto: Te perdono. No supiste cómo hacerlo y eres, solamente, una cifra más. (Ilustración de iStock)