No olvidaremos los atropellos del gobierno de Vila
Yucatán no olvidará que reprimió a manifestantes feministas, que hostigó penalmente al pueblo de Sitilpech, que arrojó una granada de gas lacrimógeno a adultos mayores, que pisoteó los derechos laborales de burócratas con la Ley Isstey, que impuso a un magistrado acusado de violencia, entre otros.
Por Herbeth Escalante
Mérida, Yucatán, 30 de septiembre de 2024.- Aunque desde hace un mes Mauricio Vila Dosal abandonó sus funciones como gobernador de Yucatán para perseguir sus intereses individuales y políticos en el Senado, hoy formalmente termina su gobierno, el cual pasará a la historia por su lejanía con el pueblo, por su perfil netamente empresarial, su nulo interés en proteger los derechos humanos, por reprimir a feministas, jóvenes y pobladores mayas, y su agobiante necesidad de moverse en un ambiente controlado en medio de turbulentas improvisaciones.
Hoy está incómodo en el Senado, en esas largas sesiones legislativas en donde parece un extraño y no entender qué está ocurriendo. No se la está pasando bien ahí, se le nota en su rostro. Es muy probable que no lo veamos debatir ni defender causas ni ideales, ni tampoco esperamos grandes aportaciones parlamentarias.
En estos últimos días lo vimos aferrado al poder y su ego exigió una “encargada del Despacho”, porque no pudo tolerar que nadie ocupe su lugar. Por eso llegó como invitado a los eventos oficiales a supervisar o inaugurar las obras que alcanzó a terminar en la etapa final de este gobierno.
Los panistas se van este lunes del Palacio de Gobierno, luego de que el huracán popular arrasó en las urnas del 2 de junio. La gente salió a votar cansada de un gobierno de puertas cerradas, que no estuvo presente en el territorio, que hizo negocio ante las tragedias y que pisoteó los derechos laborales.
A Mauricio Vila lo recordaremos como el gobernador que no sabía pronunciar “Chicxulub”, “Dzilam de Bravo” o “Dzidzantún”. Aquel que prefería los viajes de negocios para “atraer inversiones” del extranjero en vez de combatir de frente la pobreza y la marginación de las comunidades mayas del estado.
Tampoco podemos olvidar su ridícula propuesta de querer cobrar un impuesto por “mantenimiento a la infraestructura tecnológica de seguridad” a través de los recibos de luz de la Comisión Federal de Electricidad (CFE). Por insólito que parezca, quería recaudar dinero por hacer su trabajo de proteger a la ciudadanía.
Mucho menos nos olvidaremos que, mientras el gobernador inauguraba un torneo internacional de tenis, su policía reprimía y detenía violentamente a siete jóvenes que se dirigían a la protesta feminista por el Día Internacional de la Eliminación de las Violencias contra las Mujeres en 2019.
Vila será recordado como el único mandatario en la historia de Yucatán en mandar a reprimir en un informe de gobierno a adultos mayores y trabajadores que salieron a protestar. La policía les arrojó una granada de gas lacrimógeno y no hubo castigos ni culpables.
También se le recordará por imponer que Sisal se convierta en “Pueblo Mágico” sin consultarle a sus habitantes, con la única intención de hacer negocio con el despojo de tierras y la destrucción de sus manglares.
Asimismo por tolerar a una secretaria de Turismo que tuiteaba comentarios racistas, misóginos y homofóbicos, y que se dedicó a hacer negocios con festivales y congresos de la mano de sus amigos famosos y empresas señaladas de desviar recursos.
La gente no olvidará que en plena crisis de Covid-19, Mauricio Vila decretó que las personas de alto poder adquisitivo pudieran relajarse en sus embarcaciones de recreo en frente de la costa yucateca, mientras que el resto de los mortales no podían acercarse a la playa “para no contagiarse”.
El personal de salud se acuerda que el gobierno del Estado se demoró en pagar sus salarios en plena tragedia sanitaria y, a cambio, sólo recibía aplausos del gobernador.
Los más de 40 mil trabajadores y trabajadoras estatales tendrán siempre presente que Vila tramó la Ley Isstey para obligarlos a laborar más años para obtener una pensión o jubilación, con un monto inferior y restándoles otras prestaciones laborales.
Los burócratas judiciales tendrán siempre presente que Vila desmanteló el Poder Judicial para nombrar a sus amigos y socios como magistrados con sueldos dorados, quienes no sólo no tienen experiencia ni carrera en el ramo, sino que se caracterizan por su insensibilidad y prepotencia.
Las activistas feministas nunca olvidarán que Vila designó como magistrado a un exjuez acusado de violencia familiar y de dejar libre a un hombre que violó a su propia hija, sepultando de esta manera la cacareada Ley 3 de 3.
Las y los pobladores de la comunidad maya de Sitilpech no olvidarán que fueron hostigados penalmente únicamente por defender su derecho a un medioambiente sano y luchar contra una fábrica de cerdos.
Las juventudes no olvidarán aquella noche del 22 de marzo del 2023 en la que policías vestidos de civil reprimieron y detuvieron ilegalmente a personas que protestaron pacíficamente para respaldar el movimiento de Sitilpech.
Vila también será recordado por violar la ley electoral, al grado que tuvo que ser «sancionado» por su propio Congreso, ya que fue reincidente. ¿Me pregunto con qué calidad moral salió a pedir el voto por sus candidatos si hace unos años demostró que no respeta las reglas democráticas?
Hoy se termina un gobierno elitista y clasista, que repartió raquíticas despensas en la pandemia, mientras entregaba millonarios apoyos a sus amigos empresarios y repartía seguros de desempleo solamente a los que tenían acceso a internet.
Por todos estos agravios y atropellos, y muchos otros que me faltaron, no vamos a extrañar el gobierno de Vila, pero tampoco lo olvidaremos. (Foto de Lorenzo Hernández)