La hipocresía chatarra del empresariado yucateco
Dichos y hechos: Empresarios que se oponen a la prohibición de venta de comida chatarra a la niñez, se han aprovechado por décadas de la “falta de educación” en torno a la alimentación saludable para obtener millonarias ganancias. En fin, la hipocresía.
Por Herbeth Escalante*
Mérida, Yucatán, 17 de agosto del 2020.- Cuando cursé la primaria, en la década de los 90 y en un plantel público, en una de esas famosas visitas escolares me llevaron a fábricas de galletas y refrescos embotellados de marcas reconocidas, según para aprender un poco sobre su elaboración.
La intención, supongo, fue divertirnos adquiriendo nuevos conocimientos sobre los productos que tanto nos gustaban y consumíamos. Al final, nos repartieron una dotación de comida chatarra para el recreo.
A la distancia, puedo decir que esas compañías no tuvieron inconveniente en entrometerse en nuestro proceso de formación. Éramos sus principales clientes.
Ahora, cuando la discusión pública nacional se ha centrado en la posibilidad prohibir la venta de comida chatarra a niñas, niños y adolescentes, el presidente de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (Canacintra) en Yucatán, Alberto Abraham Xacur, puso el grito en el cielo.
Asegura que los problemas de salud que azotan a nuestra entidad, principalmente por la mala calidad de la alimentación, se resolverían con educar a la gente, no con restringir el acceso a esos venenosos productos. En fin, la hipocresía.
Se le olvida a él y al resto del empresariado que se opone a la propuesta, que se han aprovechado por décadas de esa “falta de educación” en torno a la alimentación saludable para obtener millonarias ganancias porque, efectivamente, las niñas y los niños consumen su comida chatarra. En fin, la simulación.
Y, si bien, la educación en el hogar y en las escuelas es necesaria para saber cómo cuidar nuestra nutrición y así evitar enfermedades como la diabetes, también se tiene que tomar medidas urgentes para mitigar lo antes posible la crisis de salud que golpea a Yucatán, la cual ha quedado patente con la pandemia.
Como bien explicó el analista político Antonio Salgado Borge en un artículo publicado en el Diario de Yucatán, la premisa para prohibir la venta de comida chatarra a personas menores de edad es “la falta de desarrollo de su capacidad de decidir informadamente y de su autonomía”.
Gran parte de la industria chatarrera, representada por Abraham Xacur, se ha enriquecido gracias a que este grupo poblacional pueda adquirir fácilmente, en la tienda de la esquina y sin supervisión adulta, sus bocadillos y bebidas; por eso, es indignante su discurso que culpabiliza a la gente por “falta de educación”. En fin, la hipocresía.
A las niñas, niños y adolescentes no se les vende cigarros ni bebidas alcohólicas, precisamente porque son nocivos. Los alimentos con alto contenido calórico son igual de peligrosos y si no me creen, invito a esos empresarios a ver los partes médicos de las 6 de la tarde.
*Comunicólogo social y periodista.