El hijo de Dios hubiera votado a favor
Dichos y hechos: Jesús habría exigido que se respeten los derechos de las minorías, pero sus actuales devotos presionaron para que no se apruebe el matrimonio igualitario.
Por Herbeth Escalante
Mérida, Yucatán, 11 de abril de 2019.- En una votación a escondidas en la que la mayoría de las y los diputados se opuso al matrimonio igualitario en Yucatán, sin duda, hubo una influencia religiosa muy fuerte, en el entendido de que pesaron más las buenas costumbres moralinas que han impuesto los dogmas del catolicismo que cualquier exigencia de respeto a los derechos humanos.
Antes y durante el desarrollo de la sesión legislativa, mujeres y hombres rezaron afuera del Pleno para que sus representantes populares se manifestaran en contra del dictamen, le rogaron a Dios para que iluminara sus curules y se opusieran a la reforma.
El Congreso del Estado se convirtió durante unas cuantas horas en una parroquia en donde se rezó el rosario para que, en el anonimato, 15 diputadas y diputados sean beatificados.
Pero, ¿cuál hubiera sido el sentido del voto de Jesús, el hijo de Dios, en su calidad de legislador? Seguramente, a favor y con argumentos en Tribuna habría criticado la hipocresía de quienes rechazan la igualdad.
Estudiosos bíblicos coindicen en que en ninguno de los Evangelios existen referencias en las cuales Jesucristo haya condenado la homosexualidad. Es más, en una ocasión le hizo un milagro a uno, al famoso centurión romano que le pidió que sanara, a distancia, a su amante que estaba muy enfermo.
El mesías no cuestionó al militar que suplicó curara a su muchacho “a quien éste quería mucho, que estaba enfermo y a punto de morir” (Lucas7:2). Fue el mismo que dijo que una palabra suya bastaría para sanarlo.
Al hijo de Dios no le importó su condición de homosexual, no lo condenó ni lo juzgó; es más, incluso declaró que no había encontrado a nadie en Israel con tanta fe como la suya. Lo puso como ejemplo ante sus apóstoles.
Por eso, si Jesús viviera en la actualidad y fuera representante en el Congreso de Yucatán, seguramente votaría a favor del dictamen del matrimonio legal entre parejas del mismo sexo.
Habría exigido justicia, que no se discrimine ni se juzgue a nadie y que todos deben tener los mismos derechos, pues al final de cuentas “todos somos hijos de Dios”. Es más, lo más probable es que habría demandado respeto para las minorías, como lo hizo en sus tiempos de evangelización.
Sin embargo, sus actuales devotos, bueno, al menos los que están organizados en grupos de ultraderecha como el Frente Nacional por la Familia o Red Pro Yucatán, no coinciden con el Señor. Para ellos el matrimonio debe ser “natural”, entre un hombre y una mujer, en el que se le dé más importancia a la procreación que al amor o los derechos civiles.
Fueron los mismos conservadores que en el 2009 presentaron en el Congreso del Estado la iniciativa popular que precisamente pone candados a las parejas del mismo sexo que quieren casarse. Lo hicieron amparados por la Ley de Participación Ciudadana, respaldados por la iglesia católica.
Son los mismos grupos antiderechos que han presionado y amenazado con quitarle votos futuros a las y los diputados de las últimas legislaturas para que, por ningún motivo, se atrevan a analizar alguna iniciativa a favor de los matrimonios igualitarios.
Y lo consiguieron de nuevo, no hubo ningún posicionamiento en Tribuna por parte de los 15 diputados para que justificaron el sentido de su voto. Lo hicieron en secrecía, a escondidas, como si Dios no lo viera todo.
No hubo argumento alguno de su parte, no se sabe las razones de las y los legisladores, únicamente validaron artículos de la Constitución que discriminan a una minoría de la sociedad yucateca. Toda la responsabilidad cae en quienes dicen representar al pueblo.
Jesús, el hijo de Dios, hubiera votado a favor de la iniciativa, aunque quizás, por sus ideologías progresistas, nunca hubiera alcanzado una curul. La mayoría ciudadana nunca lo hubiera elegido en una elección y quizás ni el PRI ni el PAN le hubieran dado una diputación plurinominal.