Dos años de sufrimiento en mi trabajo sólo por ser hombre trans
En un centro laboral lo fundamental son las actividades a desempeñar dentro, no lo que hay entre mis piernas, lo que soy o con quién me acuesto. El lugar que me brinda sustento para sobrevivir no debería detonar estrés o agobio por una decisión personal.
Por Rowan Madrid
Mérida, Yucatán, 5 de junio de 2024.-Hola, soy Rowan. Quiero relatar acerca de lo que me ha tocado vivir desde hace dos años que llegué a vivir a Mérida.
A temprana edad fui consciente que ser diverso es algo que despertaba miradas y comentarios no tan agradables; aún así, no quise que eso limitará la manera en la que me expreso y lo que soy.
Como a muchos, me ha tocado vivir cosas incómodas por cómo me veo, perciben o escuchan: a pesar de eso, he tratado de mantenerme siempre resiliente, pero ahora en este punto de mi vida siento que me quebré.
Comencé a laborar en marzo de 2022 en un supermercado de cadena comercial (Chedraui) y desde que llegué comenté que soy un hombre transgénero. En ese momento, me encontraba en el proceso legal para cambiar mi nombre, les mencioné la situación y que en cuanto tuviera el proceso terminado haría los cambios pertinentes con las instituciones para actualizar mis datos. Mencioné mis pronombres y la forma en la que me agrada que me llamen, que es mi apellido.
Mi jefe directo en ese entonces tuvo una charla conmigo, mencionando que mis compañeros de área estaban enterados de la forma en la que debían referirse a mi y que mis pronombres son “él”. Al comenzar con la interacción laboral me di cuenta de que me llamaban con pronombres femeninos y de cierta forma, un comportamiento diferente, que estoy seguro muchos al ser LGBTQ+ hemos sentido.
Al terminar el primer mes, noté que no sólo los compañeros de área me llamaban de esa forma, también compañeros de otras, incluso promotores de productos que no son empleados directos de la empresa.
Fue entonces que cumplí con el protocolo que la empresa establece ante alguna situación como esta. Primero recurrí al jefe directo para contarle lo que pasaba, luego al jefe de área, recursos humanos y gerencia. En todos los niveles recibí respuestas diversas, todos mencionando que se haría algo al respecto.
En septiembre de 2022 concluí el proceso de actualización del acta de nacimiento, por consiguiente, me acerqué a las demás instituciones para actualizar mis datos en mi trabajo. Seguido de esto, cuando se referían a mi como ella, optaba por sacar mi credencial de elector del INE y mostrarles lo que decía, ya que meses antes del cambio llegué a sentir que “solo así sería válido”, pensamiento que detonó de los meses que pasaron y la situación siguió igual.
Cada que alguien se refería a mi, les comentaba que no era necesario el uso de pronombres, si esto era muy complicado, que me llamaran por mi apellido, pero no “ella”.
En las ocasiones que sucedía, no obtuve retroalimentación o preguntas al respecto, solo miradas incómodas y silencio.
Tan relevante fue el tema que hubo un reporte a Recursos Humanos de donde se dijo que entré al baño de mujeres, lo cual me dejó más confundido, ya que ante sus ojos yo soy una mujer, pero estaría mal que yo usará ese baño porque “no se sabe que es lo que soy”. Cabe mencionar que desde el primer día usaba los baños de hombres.
En ese lapso, hubo un cambio de gerencia, me acerqué a platicar del tema, ya que llevaba aproximadamente medio año laborando y la situación era la misma. Abordé mi inconformidad y la confusión que sentía que para ser una empresa premiada por igualdad e inclusión, estuvieran manejando la situación así. Se mostró comprensiva y se comprometió a hacer algo al respecto, pero nunca ocurrió.
Con los compañeros cercanos a mi y unos cuantos de mi área se ha visto un cambio, pero fuera de eso, hasta compañeros de otras sucursales usan pronombres femeninos para llamarme, incluso sin haber tenido una interacción previa.
Actualmente tengo 2 años y 2 meses laborando, considero que la situación no fue abordada y mucho menos se bajó la información, ya que aquellos cercanos a mi me comentaron que no se hizo mención, más que para hacer comentarios acerca de qué es lo que hay entre mis piernas y confusión por seguir sin entender qué es lo que soy, incluso escuchando más frecuentemente las “equivocaciones” de la gerente para referirse a mi.
Compañeros recién llegados que sin haber cruzado palabra ya me llamaban por “ella”, lo que me hizo cuestionarme ¿quién te dijo qué? o de qué forma me “presentaban” a los demás, sin yo quererlo.
Mi intención no es cambiar la mentalidad de nadie, busco que se haga conciencia acerca de que exista un trato distinto cuando eres diverso.
En un centro laboral lo fundamental son las actividades a desempeñar dentro, no lo que hay entre mis piernas, lo que soy o con quién me acuesto. El lugar que me brinda sustento para sobrevivir no debería detonar estrés o agobio por una decisión personal, que se invadió desde el día uno, en mi caso.
No querer involucrarse o hacer algo al respecto también es violencia, yo no pido que se hable personalmente con cada uno, sino, que en conjunto haya propuestas para orientar e informar sobre aquello que no se entienda o no quede claro, ya que nadie puede hablar de batallas que no le han tocado vivir, entonces ¿cómo se abordaría de forma objetiva?
El tema se puede abordar desde la búsqueda de empatizar y tener un trato cordial, que es lo que cualquier persona merece, independiente de su género.
Alzar la voz es para todos aquellos que estén viviendo o les tocó vivir una situación similar, todos merecemos un trato respetuoso, donde lo que destaque de nosotros sean las funciones que desempeñamos, no nuestra sexualidad o género.
Quiero que mi voz se escuche tan fuerte, que aquellos que no quieren voltear deban hacerlo, porque no tendrán la comodidad de mi silencio.