¿De verdad el crecimiento de Mérida es sostenible?
La capital yucateca se ha consolidado como una de las ciudades más rentables para la inversión inmobiliaria, pero continúa la deficiencia de vivienda accesible y se acentúa las desigualdades.
Por David L. Cepeda*
Foto de Lorenzo Hernández
Mérida, Yucatán, 19 de julio de 2024.-La deforestación urbana ha aumentado significativamente en los últimos años, impulsada por la atracción de nuevas inversiones extranjeras, la percepción de seguridad y la propia movilidad de la ciudad. Estos factores han sido determinantes para la expansión urbana, dejando de lado el concepto de “desarrollo urbano”, que se refiere a la planificación y gestión para mejorar la calidad de vida de los habitantes a través de una ciudad bien estructurada.
Si bien este desarrollo garantiza vivienda y acceso a agua, energía y saneamiento, también puede ser un motor para la generación de empleo.
La creación de ciudades sostenibles es una necesidad resiliente ante los desafíos actuales, como la falta de acceso a vivienda para las personas jóvenes, la carencia de empleos significativos y la deforestación para la transformación urbana. Además, el impacto de las agencias inmobiliarias en la comercialización de terrenos en zonas periféricas o rurales no se limita solo al aspecto medioambiental, sino también a la resignificación social.
En los últimos 30 años, la ciudad de Mérida ha experimentado una expansión significativa, casi duplicando su superficie. En 1990, la ciudad ocupaba 8 mil 121 hectáreas, mientras que para 2019, esta cifra aumentó a 15 mil 388 hectáreas, representando un crecimiento del 80 por ciento durante este periodo.
Actualmente, Mérida se ha consolidado como una de las ciudades más rentables para la inversión inmobiliaria, pese a la deficiencia de vivienda accesible, especialmente para la población joven, que enfrenta dificultades para acceder a financiamiento asequible para la construcción y compra de viviendas. Uno de los principales ejes de las ciudades sostenibles es precisamente el acceso a vivienda con servicios universales como agua y saneamiento, sobre todo para aquella población que vive en asentamientos irregulares.
Por otro lado, la expansión insostenible de la ciudad acentúa las desigualdades entre las “dos Mérida”: el norte, donde el crecimiento económico y de vivienda ha sido constante; y el sur, frecuentemente olvidado por las autoridades locales.
Don José, albañil y vecino de Plan de Ayala Sur, manifiesta que le resulta imposible «subir con sus herramientas de trabajo a los nuevos autobuses Va y Ven». Aunque el nuevo transporte público ha proporcionado nuevas rutas dentro de la ciudad y sus áreas metropolitanas, y ha contribuido a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero como parte del compromiso global para mitigar el cambio climático, plantea interrogantes sobre su sostenibilidad social.
La creación de una ciudad sostenible no se basa únicamente en factores medioambientales, sino también en establecer bases sociales que reduzcan las desigualdades. Ambas dimensiones se complementan para lograr ciudades sostenibles. Para evaluar una ciudad justa, es necesario plantearse preguntas como: ¿Hay suficiente trabajo? ¿Puedo caminar seguros a la escuela? ¿Podemos pasear con familia y amigos por la noche? ¿A qué distancia está la parada de transporte público más cercana? ¿Es buena la calidad del aire? ¿Cómo son los espacios públicos compartidos?
Si las respuestas a estas preguntas cumplen con nuestras expectativas, se habrán logrado avances significativos. Sin embargo, la creación de una ciudad sostenible es un proceso a largo plazo que debe considerar diversas dimensiones de sostenibilidad.
*Especialista en Desarrollo Sostenible, licenciado en Negocios Internacionales y cursante de Relaciones Internacionales en la Universidad del Valle de México.