Abraham e Isaac luchan contra el Diablo en Dzitnup
En este pueblo maya se realiza una danza para proteger al Niño Dios; sus defensores usan máscaras de madera para enfrentarse al mal.
Fotografías de Lorenzo Hernández
Texto de Herbeth Escalante
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Valladolid, Yucatán, 25 de diciembre de 2018.- En la víspera de Navidad, la población maya del pequeño pueblo de Dzitnup se reúne afuera de la parroquia para atestiguar cómo Abraham e Isaac protagonizan una lucha feroz contra el Diablo, portando máscaras de madera y bastones para proteger al recién nacido Niño Dios, a quien tienen escondido en un pesebre.
Se trata de una danza antigua que no se replica en ningún otro lugar de Yucatán, pero que ha sobrevivido por generaciones. Poco se sabe de sus orígenes, se desconoce si se trata de una antigua adaptación indígena de la Biblia, pero lo más sorprendente es que tiene elementos medievales.
¿Cómo es posible que personajes del Antiguo Testamento sean representados en un ritual de navideño por parte de habitantes de una comunidad tan alejada? Y surgen más interrogantes si tomamos en cuenta que en ningún otro festejo o representación escénica autóctona del territorio se usan máscaras de madera.
La de Abraham tiene marcas de arrugas, como para enfatizar que se trata de un hombre de edad avanzanda y además es larga, pues en la parte de abajo se define su barba. La de Isaac tiene labrada una estrella en la frente, la de Belén, guía de los Reyes Magos al lugar de nacimiento de Jesús.
La representación teatral se realiza el 24 de diciembre y el 5 de enero, para amanecer al día siguiente, y es una batalla entre los protectores del Niño Dios y el Kisín (diablo, en lengua maya). Se vuelve una celebración del pueblo, sí, extraña, pero llena de magia; quizá por eso, durante el tiempo que tardan los festejos, el sacerdote de la comunidad se ausenta.
El ritual es organizado por los ancianos de Dzitnup, comisaría de Valladolid, ubicada en el oriente de Yucatán, a más de dos horas de Mérida. Ellos eligen a los jóvenes que tendrán la responsabilidad de representar a Abraham e Isaac, así como de defender a su Dios e impedir que sea raptado y que el mal triunfe.
Con velas en mano, caminan por el pasillo central de la parroquia de San Andrés, desde el altar hasta el atrio, pues es ahí donde pelearán contra el demonio que tiene una máscara de piel, deforme, no se logra distinguir si es un cerdo o un caballo.
Mientras los fieles observan a pocos metros de distancia, los guardianes empiezan a danzar simulando el trote de un caballo, al ritmo de los retumbos que arrojan los tunkúles y las campanas. Para el investigador de artes escénicas Óscar Armando García Gutiérrez, autor de varios artículos sobre este evento, “se trata de un espectacular y complejo diálogo de sonidos, textos, ritmos y formas”.
Las y los niños rodean a los personajes que se enfrentan en un baile confuso, en donde los defensores del bien fingen golpes y ataques con bastones, hasta que marean al Diablo, que termina completamente derrotado y es “desmembrado” por la gente a través de juegos.
Abraham e Isaac cumplieron con su tarea de proteger al Niño Jesús, por lo que el pueblo, a través de rezos y villancicos, puede rendirle ofrendas en el altar del templo: le llevan maíz y otros productos del campo, pero también le piden que en el nuevo año la cosecha sea mejor, que no escasee la comida para sus familias. (Publicado también en El Heraldo de México)