Tren Maya se tuerce por intereses de capital privado
Los tramos se están dirigiendo a partir de las necesidades de los inversionistas privados, lo que va en detrimento de los intereses del Estado que debería representar a las comunidades indígenas.
Además, al torcer su trayecto provocaría impactos sociales y ambientales.
Por Herbeth Escalante
Mérida, Yucatán, 3 de septiembre de 2019.- Aunque el proyecto del Tren Maya se planteó desde la posición de un Estado sólido y fuerte, la realidad es que ahora empieza a torcer su trayecto por los intereses de capitales privados que están invirtiendo en la obra, situación que provocaría impactos sociales y ambientales en la región.
Así lo dio a conocer el investigador de la asociación GeoComunes, Adrián Flores Rangel, durante la presentación del GeoVisualizador de la Península de Yucatán, herramienta cartográfica que exhibe cómo se vinculan los diversos megaproyectos que se desarrollan en esta zona del país y su impacto en las comunidades.
En entrevista, sostuvo que los tramos del Tren Maya se están dirigiendo a partir de las necesidades propias del capital privado que está invirtiendo, lo que va en detrimento de los intereses del Estado que debería representar a los pueblos indígenas.
Dijo que como en realidad el Tren Maya considera tres ferrocarriles, el de mercancía, el de turistas y el de pasajeros, su intención es articular a la agroindustria, al tsunami turístico inmobiliario y al sector industrial, que ya de por sí están ocasionando impactos socio-ambientales actualmente en la Península.
“Estamos viendo que este proyecto de un Estado sólido y fuerte empieza a torcerse por intereses de capitales privados. Aunque se piensa retomar derechos de vías como el de la CFE y la SCT para sus tramos, ahora observamos que el Estado usa sus recursos para dirigir el trayecto hacia los lugares que le indican los capitales”, apuntó Flores Rangel.
Como ejemplo, puso que el trayecto se desviaría hacia Tulum cuando originalmente estaba planeado que el tramo fuera de Valladolid a Cancún. El cambio habría obedecido a evitar pérdidas económicas para la autopista de cuota y para detonar proyectos inmobiliarios turísticos.
El geólogo también indicó que las empresas inversoras están buscando que las velocidades del Tren Maya aumenten, en el caso del transporte de mercancía hasta 175 kilómetros por hora y el de turismo que alcance los 200. Esta situación provocaría impactos ambientales porque se tendrían que construir vías rectilíneas en los tramos en los que actualmente hay curvas sinuosas.
Además, habría algunos tramos que serían de doble vía, como el de Cancún-Playa del Carmen, lo que requerirá que se levanten bardas de seguridad que amplían la segregación social y la fragmentación ecológica, algo que sucede con las autopistas.
Sobre otros impactos ambientales, Adrián Flores sostuvo que no se sabe qué pasará con la zona de Calakmul en Campeche, porque no hay licitaciones públicas que indiquen si se usarán derechos de vías existentes. Por tal razón, se corre el riesgo de aumentar el desmonte, dañando a la selva maya, además de que implicaría la expropiación de tierras de pueblos originarios en esa zona.
Por su parte, Yannick Deniau, también de GeoComunes, indicó que como el proyecto del Tren Maya contempla la construcción de un nuevo aeropuerto al sur de Mérida, se convertirá en un polo de atracción de inversiones que derivará en la especulación de tierras.
Dijo que lo mismo ocurrió con las obras de infraestructura en Hunucmá, al poniente, y cuando se anunció la Zona Económica Especial y el Parque Científico en el norte, pues se adquirieron terrenos a sus alrededores con precios bajos y ahora se están ofertando lotes o viviendas en fraccionamientos con alta plusvalía.