La atracción de los cuerpos, Newton y Panteón Rococó
Lo más sublime es el mosh pit, ese círculo donde los cuerpos se atraen y se vuelven uno solo, sudorosos, jadeantes, emocionados, gritando al unísono consignas que son dolor, certeza, y premonición: “¡la gente pobre no tiene lugar!”.
Por David Rico / Líneas Emergentes
Mérida, Yucatán, 10 noviembre de 2024.- El Dr. Shenka trajo a Newton al escenario para ejemplificar lo que es el mosh pit o slam utilizando la Ley de Gravitación y así fue, el momento reventó cuando buena parte de los presentes mostraron de manera práctica la aplicación de una de las leyes de la física.
Ya desde antes no era uno ni dos, sino tres o cuatro grandes círculos con cuerpos, masas ardientes, sin playera, sudorosos, que habían empezado a correr para dejar el alma en una especie de danza que evocaría cualquier tribu, cualquier ritual para pedir lluvia o simplemente un ritual en el que las diferencias se borra, donde no importa si se es joven o viejo, si se es pobre o rico, si llegaste a X’Matkuil en auto o en Va y Ven. “
Y ahorita vamos a demostrar cómo se aplica esta Ley de Newton”, dijo el frontman de la banda y sonaron los acordes de “La carencia”, solo faltaba esa rola, y la fiesta reventó.
El mosh pit inició y los círculos, como engranes, eran hipnóticos. Lo cierto es que todos brincamos como impulsados por una descarga eléctrica, porque la música no solo evoca recuerdos, anhelos, amores, sino también se vuelve la voz de todos y el monstruo de por lo menos 40 o 50 mil cabezas grita entonces: “por la mañana yo me levanto, no me dan ganas de ir a trabajar”, “después de ocho horas de andar laborando desesperanza se siente en el hogar”, “la gente pobre no tiene lugar”.
La emoción me inundó, sí, con las ganas de tener 20 años menos y correr en el mosh junto con los más jóvenes, pero por ahora lo disfrutó desde las gradas, con Daniel que no falla nunca a los conciertos de Panteón y siempre espera ansioso la rola “Vendedora de caricias” y también Ale, que todas las rolas canta y cuando se le calienta el hocico no hay quien la pare, como ella misma dice.
El único que desentona en ese concierto es el sujeto que está enfrente de nosotros. Porque los conciertos también son para enamorarse, no hay mejor momento, pero él lleva más de una hora platicando con su compa, mientras su novia baila sola, brinca, hace de todo por llamar su atención, le toca la espalda, lo acaricia, sin recibir respuesta.
No había mejor escenario, “Ven y arréglame el alma”, “El último ska” u otra pudieron ser el pretexto para hacer nacer o consolidar un nuevo amor, pero no fue así.
De Panteón Rococó solo se puede decir que dieron todo en el escenario. Desde que inició con “Ven y arréglame el alma”, y todos brincamos. Porque, como dije, estas rolas no son solo música bien hecha, toda ella trae un dardo al corazón, al alma o a la tristeza y, sin duda, siempre nos hacen recordar a alguien o algo, algún momento.
“Quiero que vengas y desnudes este cuerpo, quiero que vengas y desnudes esta alma… Tenerte aquí entre mis brazos».
Así, todos los cuerpos, las masas, atraídos por la música de Panteón Rococó, brincaron y disfrutaron de las rolas que ya son himno, como “Vendedora de caricias”, “La dosis perfecta”, “El último Ska”.
No pasa desapercibida, desde luego, la bandera del St. Pauli con su logo de calavera, ese equipo de fútbol de Hamburgo, Alemania, que se define como antirracista, antifascista y antihomofóbico.
Y que mejor este telón de fondo para que Panteón Rococó cante “Abajo y a la izquierda” y la gente grite a todo pulmón: “todos abajo, abajo y a la izquierda, que los políticos se vallan a la mierda. Todos abajo, abajo y a la izquierda, todos queremos salirnos de esta mierda”.
Por cerca de dos horas el Centro de Espectáculos Montejo en X’Matkuil fue incendiado, por el rock, el ska, los gritos de toma de conciencia, por las masas, y por las elementales leyes de la física que trajeron a la fiesta a Isaac Newton.
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