Breve crónica del adiós de Vila, el gerente de Yucatán
Se lo recordará como el gobernador de los renders, el de los maceteros en medio de las calles del Centro, el que le lanzó una granada de gas lacrimógeno al pueblo, el que traicionó a su partido, el que ridiculizaba a sus subalternos en público.
Por Herbeth Escalante
Mérida, Yucatán, 28 de agosto de 2024.- En un video de apenas 2 minutos y 15 segundos, Mauricio Vila Dosal se despidió de la gubernatura de Yucatán, en medio de señalamientos de traición a su propio partido y porque pudo más su ambición personal de “hacer carrera política” en el plano nacional en vez de cumplirle al pueblo.
Lo hizo cuando todavía le faltaba un mes para que termine ese cargo por el que la gente lo eligió a través del voto en 2018. Se fue sin inaugurar una sola obra de gran calado que haya hecho con inversión estatal y con la Plaza Grande entre escombros.
Para anunciar que ya se va, salió vestido de azul, el color de su partido, el PAN, como tratando de apagar los rumores que lo atosigan desde hace semanas, esos que dicen que se pasará a la bancada de Morena en el Senado.
La ciudadanía se enteró que hoy sería su último día como gobernador únicamente porque se lo preguntaron reporteros en la Ciudad de México, cuando fue a buscar su credencial de senador. Ahí le cuestionaron si tiene precio, si se va a pasar a la 4T, si se va a ir al baño cuando haya votaciones importantes.
Los reporteros de la capital saben de su sumisión ante López Obrador, el presidente que está construyendo las obras que él presume como logros de su gobierno.
No podemos decir que se va por la puerta grande. Es más, no sabemos si siquiera saldrá por las puertas del Palacio de Gobierno, porque es de conocimiento general que prefería despachar en su oficina del Norte de Mérida.
Su ego es tan grande, que antes de irse ni siquiera se refirió a María Fritz Sierra como gobernadora interina, sino como la “encargada del Despacho”.
Vila se va en medio de señalamientos de los propios panistas de que entregó el Estado a Morena el pasado 2 de junio y que antes de hacerlo, puso a sus incondicionales en posiciones de gobierno, antes que se hunda el barco, mientras los demás se ahogaban.
A Roger lo hizo diputado. A Edgar y a Asís los hizo regidores. A Kotasek le creó una nueva Agencia con presupuesto autónomo. A Isabel le regaló la única diputación federal que podía ganar el PAN. A Juanes le consiguió chamba en el Poder Judicial. Y claro, él amarró su senaduría.
En pocas horas Vila se va de la gubernatura dejando a los yucatecos una deuda pública de casi 11 mil millones de pesos. Se va con 12 escoltas que lo cuidarán, a él y a su familia, por tiempo indefinido y con cargo al erario.
Vila se va luego de haber desmantelado al Poder Judicial de Yucatán para nombrar magistrados panistas a modo, sin carrera judicial, y con una Ley Isstey que amenazaba los derechos laborales de los burócratas.
Se le recordará como el gobernador de los renders, el de los maceteros en medio de las calles del Centro, el que impuso un toque de queda en las noches de pandemia, el que le lanzó una granada de gas lacrimógeno al pueblo, el que quería un ridículo estadio sostenible, el que constantemente viajaba al extranjero.
Y quienes trabajaron de cerca con él, lo recordarán como el gerente que administró el Gobierno de Yucatán como una empresa privada para hacer negocios con los amigos inversionistas “que generan empleos”.
Lo recordarán como el gerente que exhibía a sus subalternos, el de ego grande que no sabía escuchar críticas, el de los berrinches, el del mal humor, el voluble y caprichoso, el improvisado, el que regañaba y ridiculizaba a los funcionarios de su gabinete en público.
Vila ya no es gobernador de Yucatán.