Animales de El Centenario disfrutan de postres helados
Las paletas que les preparan en esta temporada de calor, además de ser refrescantes, estimulan la naturaleza de los animales, ya que les da la oportunidad para morder, arañar, romper, rascar, trepar, escalar y hacer todo lo posible para llegar a éstas y comerlas.
Por Itzel Chan
Fotos de Lorenzo Hernández
Mérida, Yucatán, 26 de abril de 2024.- El Parque Zoológico del Centenario guarda sorpresas, aunque sea un paisaje común para miles de familias y una de ellas es el Hospital Veterinario que tiene en el corazón de sus instalaciones.
Cualquiera pensaría que el hospital sólo funciona para atender a los ejemplares que se enferman o que reciben su chequeo periódico, pero es el biólogo Walter Rosado, encargado del área de Enriquecimiento Ambiental, quien nos muestra un tesoro en este edificio: la cocina.
Es ahí el lugar donde se arman las dietas especiales para cada ejemplar, sí, para cada animal que habita en este pequeño ecosistema adecuado para cada uno de los huéspedes.
Tal como en toda cocina hay tarjas, refrigeradores y estufas, todas en un tamaño monumental por las raciones que ahí se preparan.
Con las temperaturas mayores a los 35 grados centígrados que hay en tierra yucateca, los animales además de comer sus platillos respectivos, tienen derecho a un postre: una o varias paletas de hielo a la semana.
Al momento de preparar este postre sencillo comienza la magia, pues hay toda una paleta de colores que desprenden las frutas que se reúnen para ser usadas: mangos, papayas, sandías, plátanos, uvas, manzanas, naranjas y otras más que se combinan con curiosidades como gusanos, grillos y ¡hasta cucarachas! ¡Sí, cucarachas!
La razón de esta excentricidad en la gastronomía es porque hay animales que incluyen en su dieta algunos insectos.
En la cocina, en la que hay un pizarrón gigante en donde se anota la dieta de cada animal, con nombre o rasgo distintivo para reconocerle. Ahí Walter y su compañera, la bióloga Analí Bracamontes ponen manos a la obra para la preparación de manjares congelados.
Lavan las frutas, se turnan para cortarlas, licuarlas, colocarlas en recipientes y meterlas a los congeladores, pero antes del paso final insertan ‘atractivos visuales’, que bien pueden ser cortes de naranjas o las cucarachas que disfrutan por ejemplo, los mapaches.
El par de biólogos explica que este método además de ser refrescante, es una actividad que estimula la naturaleza de los animales, es decir les da oportunidad para morder, arañar, romper, rascar, trepar, escalar y hacer todo lo posible para llegar a su objetivo.
Las paletas resultan de diversos tamaños, pues hay unas que no alcanzan a pesar ni un cuarto de kilogramo y otras más hasta 15 kilos o más.
Todas llaman la atención por el extenso colorido que hay en ellas, como si de un arcoíris se tratara, pero hay unas en especial que a lo lejos parecen preparadas con flores de jamaica, pero no, se trata de carne y sangre, que luego disfrutan los felinos, principalmente.
Ese disfrute lo comparte sin que se dé cuenta un tigre, el primero en recibir su paleta, y aunque al inicio no nota dónde está, se deja guiar por el olfato hasta llegar a ella.
La acción, por muy sencilla y cotidiana que parezca porque ha sido publicada en múltiples ocasiones en los periódicos de la región, es parte de una escena muy celebrada por estudiantes de escuelas que llegan a recorridos guiados al zoológico.
En medio de las expresiones de sorpresa de las niñas y niños que miran con asombro al comensal del momento, Walter nos cuenta que usan diferentes mecánicas para darles sus postres de hielo: «A veces los suspendemos en el aire, se los escondemos en el agua, otras ocasiones, debajo de la tierra o entre las ramas de los árboles».
Las cucarachas que van sobre los hielos de color rosa son disfrutadas por unos traviesos mapaches, que se organizan en equipo para extraer el diamante entre la joya de sabor.
El biólogo detalla que cada animal tiene una manera distinta de reaccionar y en Susy, una chimpancé que tiene casi 50 años, han observado miles de formas de comerse sus helados, a los que les ponen hasta Ensure por su avanzada edad.
Estas actividades se realizan en todos los zoológicos de México en los que hay más calor de lo acostumbrado en ciertas temporadas del año, en otros más no es necesario porque cae nieve y con ella se entretienen.
Walter y Analí son sólo dos personas de un gran equipo que mantiene cercanía y familiaridad con cada animal que ha llegado al centenario, zoológico muy reconocido en la capital yucateca.