Identifican cuatro Áreas Naturales afectadas por la industria porcícola
Aseguran que la resistencia del pueblo maya es el pilar del movimiento para frenar la contaminación, ya que tiene creencias muy arraigadas hacia el cuidado del agua y los cenotes.
Por Itzel Chan
Foto de Oscar Rivero Hernández
Mérida, Yucatán, 28 de marzo de 2023.-En la actualidad se han identificado cuatro Áreas Naturales Protegidas (ANP) que se consideran como zonas críticas en la Península de Yucatán, debido al establecimiento de granjas porcícola que las contaminan: Laguna de Términos, la Reserva Geohidrológica de Anillos de Cenotes, el Parque Estatal Laguna de Yalahau y la Reserva de la Biosfera de Celestún.
Así se dio a conocer en el encuentro ‘Impactos socioambientales de las megagranjas de cerdos en zonas kársticas’, organizado por el Seminario Universitario de Sociedad, Medio Ambiente e Instituciones de la UNAM.
En el encuentro, la abogada defensora en la agrupación Kanan ts’ ono’ot, Lourdes Medina Carrillo, destacó que en estas ANP identificaron al menos 43 granjas porcícolas, las cuales generan diversos daños a las zonas de importancia de conservación.
“En Yucatán hay un panorama complejo que se vive porque se suman los efectos de esta agroindustria porcícola, la gran urbanización, el acaparamiento de aguas y la privatización de los cenotes, entre otros aspectos, entonces aumenta la crisis”, comentó.
En su exposición, Lourdes Medina recordó toda la lucha que se ha emprendido en diversas comunidades indígenas en torno a la defensa de su territorio y por tanto, el último ejemplo es lo que ha vivido el pueblo de Sitilpech, en el que ocho manifestantes fueron vinculados a proceso y también la represión que se vivió el pasado miércoles 22 de marzo.
“En este movimiento ya hemos visto represión porque por ejemplo en la protesta fueron ilegalmente detenidas cuatro personas, a quienes se les fabricaron diversos delitos y se les detuvo con uso de la fuerza”, mencionó.
Recordó que ya son 10 años de lucha por parte de los pueblos mayas que se oponen a proyectos industriales de este tipo, a pesar de que existen fundamentos científicos y académicos de los efectos negativos que generan los megaproyectos.
En sí, expuso que la resistencia maya es el pilar de todo este movimiento, sobre todo porque al ser habitantes de comunidades indígenas, tienen creencias muy arraigadas hacia el cuidado del agua y los cenotes, elementos que son contaminados por la industria porcícola.
“No olvidamos que estas afectaciones se dan en las comunidades mayas, quienes son las personas afectadas de primera mano, quienes han vivido una amplia violación a los derechos humanos”, añadió.
La abogada, junto con las demás ponentes expusieron que ya hay evidencia de enfermedades respiratorias en las personas que habitan cerca de estos proyectos.
Actualmente hay más de 500 granjas porcícolas en diferentes modalidades, pero en su mayoría son mantenidas por el monopolio de la empresa Kekén.
En la ponencia se destacó que la Península de Yucatán se ha convertido en un foco de expansión de la industria porcina, debido a su ubicación geográfica y a la cantidad de recursos naturales con los que cuenta, entre ellos el agua.
En total han identificado en diversos estudios 47 granjas dentro de alguna ANP, trayendo consigo deforestación y contaminación de agua, aire y suelo, pero que además provoca problemas en la organización social y de vida del territorio maya.
La doctora Yameli Aguilar Duarte, del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias, Yucatán y presidenta de la Asociación Mexicana de Estudios sobre el Karst, explicó que el nivel de profundidad de los mantos freáticos varía, además que el sistema está compuesto por rocas solubles, por lo que cualquier contaminante puede llegar directo a los ríos subterráneos.
La investigadora destacó que a pesar de que la empresa Kekén vende la idea de ser granjas, en realidad son naves de confinamiento animal, que en sí se conocen como Operaciones Concentradas de Alimentación Animal (CAFO, por sus siglas en inglés) y por lo tanto lo que se busca es que haya producciones industriales de cerdos para que puedan ser exportados a países como Japón, Corea del Sur, Estados Unidos, Canadá y Hong Kong.
“Estos proyectos han generado un desplazamiento de la porcicultura campesina y además, se están establecimiento en extrema vulnerabilidad porque es tanta la carga de aguas residuales que los suelos no lo pueden soportar constantemente”, mencionó.
A manera de ejemplo, mencionó que un cerdo produce cuatro veces de excremento de lo que un humano en sí y a pesar de que dirigentes de las empresas sostienen que la industria puede ser sustentable, la investigadora calificó esto como un mito, porque es un proyecto extractivista que crea una ilusión al mencionar la palabra ‘granja’, pues hay quienes piensan que los animales están en libertad, cuando en realidad están confinados, bombardeados en un procesamiento de alimentos para que sus ciclos de vida sean más rápidos y puedan ser exportados.
Yamile Aguilar detalló que algunos de los efectos que se han generado a partir de las granjas son la contaminación en los cuerpos de agua, degradación de suelos, pérdida de biodiversidad, malos olores e impactos a la salud pública, así como efectos en las actividades económicas tradicionales.
Específicamente en Sitilpech, se ha identificado que hay personas con erupciones en la piel y problemas estomacales.
Aunque la empresa asegura que las fábricas cuentan con plantas de tratamiento de aguas residuales, hay evidencia fotográfica en las que se observa que sus lagunas se desbordan y se va a los mantos acuíferos.
También, Karen Hundlet, de la Universidad de Clark, compartió que hay localidades que están a menos de 5 kilómetros de alguna de las fábricas y esto además de ocasionar problemas en la piel en los habitantes, también ocasionan enfermedades pulmonares y asma.
Consideraron que desafortunadamente no sólo se registran estos proyectos en México, sino en Chile, Ecuador, España y Estados Unidos y cada vez se expanden más.