La herencia de Rafaela, partera maya de Chumbec
Durante 42 años se ha dedicado a recibir a los bebés de su pueblo y ha ayudado a cientos de mujeres en su labores de parto. Ahora, está transmitiendo sus conocimientos a su nieta Cinthia para continuar con esta tradición.
Por Herbeth Escalante
Sudzal, Yucatán, 5 de mayo de 2021.- Desde hace 42 años, la señora Rafaela Can Aké es la encargada de ayudar en las labores de parto a las mujeres de la pequeña comunidad maya de Chumbec. Es la partera del pueblo, la que recibe a todas las niñas y los niños, y quien ahora está heredando sus conocimientos a su nieta Cinthia Canché Parra, para seguir con esta tradición de amor y de vida.
Sus abuelas fueron quienes le transmitieron los conocimientos de partería a través de sueños, así aprendió, cuando era muy joven. Asegura que le pasaron el don y por eso ha dedicado toda su vida a preservar y difundir esas enseñanzas.
“Durante ocho meses estuve soñando que recibía bebés y no entendía qué significaba eso, hasta que en una ocasión apareció un hombre de barba y cabello largo, que vestía de blanco, quien puso sus manos en mi cabeza y me dijo que no tuviera miedo. Ya luego me revelaron que era tata Dios y que ya estaba lista para esto”, recordó Rafaela, quien mandó a pintar un cuadro para tener siempre presente ese sueño.
Al poco tiempo, cuando apenas tenía 24 años, llegaron los médicos de la Secretaría de Salud de Yucatán al municipio de Sudzal para reclutar a mujeres que quisieran ser parteras. Todas las familias de Chumbec la eligieron y tuvo que viajar a Mérida para capacitarse.
“Al principio no quería, porque ni sabía leer ni escribir, ya que aquí en el pueblo no hay escuela. Tampoco sabía hablar bien el español, pero mi esposo Julio César me motivó, me dijo que él se quedaría a cuidar a mis hijos y así lo hicimos, me fui a estudiar”, contó.
A la mitad del curso, los médicos le dijeron que ya podía regresar a Chumbec porque ya tenía los conocimientos de partería. Rafaela confesó que cuando en las clases le pusieron los videos sobre los nacimientos se dio cuenta que todo eso ya lo sabía, porque lo aprendió en sus sueños.
“Esa misma semana, cuando volví, me tocó el primer parto. Pasamos toda una noche entera ayudando a la mamá y cuando nació el bebé, vino de nalgas”, declaró con una sonrisa de añoranza.
Ahora siempre se acompaña de su nieta Cinthia, a quien preparó para que se convirtiera en la nueva partera del pueblo. Ambas realizan la tradicional “sobada” maya, que consiste en masajear el vientre de la madre para acomodar en la posición correcta al bebé para que nazca sin problemas.
También acuden a sus casas para apoyarlas en las labores de parto para que se sientan cómodas: puede ser en una tina con agua, acostada en el suelo, de cuclillas o hasta en la hamaca.
“Son varias posiciones para tener el bebé, lo importante es que ellas se sientan en confianza, que se puedan parar o caminar por toda la casa cuando tengan dolor, y no pasen malas experiencias como en los hospitales. Buscamos su comodidad para que puedan pujar, les damos té de pixoy para que dilaten mejor y todo lo hacemos con amor, para que estén tranquilas”, señaló Cinthia, quien se dedica a esta actividad desde hace seis años.
En la actual pandemia de Covid-19, estas parteras de Chumbec han atendido más de 20 partos, no sólo de mujeres de Yucatán y el sureste del país, también de Francia, Estados Unidos o Alemania. Ellas prefierieron que sus bebés nazcan en el hogar en vez de acudir a un hospital en donde se pueden contagiar.
A todas las acompañan en su proceso de embarazo, tanto con las sobadas de cada mes, como en el cierre de caderas a los pocos días de que dan a luz. Es un acto de amor para recibir a la vida, que se ha heredado por generaciones.
No me quisieron sostener la mano
Cuando tuvo a su primer hijo hace 10 años, Rosa Elena Cámara tuvo una muy mala experiencia en el hospital, en donde sufrió burlas por parte del personal de salud y no contó con su apoyo cuando se quejaba de dolor. A la distancia, ha hecho consciencia de que fue víctima de violencia obstétrica.
“Me dejaron sola, en un espacio pequeño. No quisieron ni sostener mi mano. Cuando estaba sufriendo de dolor intenté agarrarle la mano a un enfermero y me soltó, me dijo que me agarrara del colchón. No fue algo agradable”, recordó.
Actualmente tiene 7 meses de embarazo, está en la espera de la llegada de su hija Marina. Dará a luz en su casa en Mérida con el apoyo de Rafaela. Se siente más relajada, con más confianza, tranquila y contenta.
No falta a su masaje de cada mes en Chumbec. Junto con su esposo y familia realiza el viaje de hora y media para reunirse con la partera, quien la está ayudando a que todo salga bien en el embarazo. (Fotos de Lorenzo Hernández)