Siloé tiene síndrome de fatiga crónica; requiere ayuda para resistir la pandemia
“Hay días muy malos en los que todo me duele, mis músculos, me cuesta trabajo mover mi cuerpo. Es como si fuera un mueble muy grande y mover cada parte es una batalla, a veces no puedo abrir un frasco porque el esfuerzo me genera dolor”, relató.
Por Claudia Arriaga.
Mérida, Yucatán, 19 de febrero del 2021.-Hace cinco años, Rocío Siloé Fuentes Cardeña fue diagnosticada con encefalomielitis miálgica o síndrome de fatiga crónica. En apariencia luce como cualquier otra persona, pero este padecimiento le impide realizar sus actividades cotidianas, por lo que se vio obligada a renunciar al trabajo, ya que no puede desempeñarse como antes.
Al principio, los médicos atribuían el exceso de fatiga a su empleo, pero Siloé, como le gusta que le llamen, siempre supo que había algo más. Uno de los síntomas, además de que el cuerpo no descansa, es la sensibilidad al dolor.
“Hay días muy malos en los que todo me duele, mis músculos, me cuesta trabajo mover mi cuerpo. Es como si fuera un mueble muy grande y mover cada parte es una batalla, a veces no puedo abrir un frasco porque el esfuerzo me genera dolor. Otros días me muevo con dolor como si me hubiera sobre-ejercitado. Le llamo síndrome del ejercicio sin movimiento, mis músculos producen ácido láctico en la noche y cuando despierto es como si hubiera ido a correr”, detalló.
Tiene la opción de tomar naproxeno para disminuir un poco los estragos, sin embargo, no es la solución, ya que podría dañar su hígado y riñones. Para consultas, acude al Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi), pero no ha sido referida con un especialista y tampoco tiene el dinero para pagar uno.
La pandemia del Covid-19 complicó aún más su situación económica. Antes, a pesar del dolor y la fatiga, con ayuda de sus dos hijos de 12 y 15 años sembraba plantitas y tejía bolsos y adornos para el cabello que salían a vender a la calle.
Y hoy, antes que su salud, le preocupa la comida del día, pero más que nada teme que con el confinamiento sus hijos imiten su comportamiento. Ella evita que naturalicen la situación que viven en casa.
“Hablo con ellos para decirles que no son así todas las mamás, que así no es la vida adulta, que yo estoy enferma, pero ellos no tienen que dejar de hacer sus cosas. Ahora con la pandemia que estamos encerrados, empezaron a imitarme, dejaron de hacer sus cosas para pasarla acostados, me doy cuenta de que hacen simbiosis conmigo y los tengo que mover”, declaró.
A la situación que atraviesa se le suma la angustia por sus hijos, debido a que tienen problemas de salud, uno tiene asma y otro trastorno de personalidad múltiple. También tiene una hija mayor de edad, quien, aunque no vive con ella, emocionalmente le preocupa, ya que padece diabetes tipo 1 y secuelas de un quiste pélvico.
El deseo de esta joven madre de 45 años es que las personas la apoyen adquiriendo sus productos desde las plantas que siembra hasta los de catálogo que oferta. Y por otro lado, quisiera conocer a otras personas que padezcan fatiga crónica para intercambiar experiencias y sobrellevar la enfermedad con más paz. En algunos días solo tiene fuerzas para moverse de la hamaca al baño.
“Necesito que me digan si hay más opciones para aliviar el dolor, aunque no tenga cura. Y conocer a otras personas y saber qué hacen para sentirse mejor. No había dicho nada porque me gusta resolver las cosas solas, pero siento que ya me rebasó”, puntualizó Siloé.
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