Yucatán, cuna del feminismo en México
Se cumplieron 105 años del Congreso que reunió a más de 600 mujeres para discutir su papel en la sociedad. Se trató de un evento pionero en la larga lucha por los derechos de la población femenina.
Por Redacción
Mérida, Yucatán, 16 de enero de 2021.- “Por el tren de las ocho de la mañana, procedente de la ciudad de Izamal, llegaron a esta ciudad las primeras señoras y señoritas que han de tomar parte en el Congreso. De todos los pueblos, villas y ciudades del estado, y por todos los trenes que arribaron en todo el día, siguieron llegando las congresistas”, con estas palabras se describe la llegada de las asistentes al Primer Congreso Feminista de Yucatán, realizado en Mérida hace 105 años.
Del 13 al 16 de enero de 1916, el teatro “José Peón Contreras” recibió a más de 600 mujeres que respondieron a la convocatoria lanzada por el Comité Organizador, cuya presidenta fue la maestra Consuelo Zavala Castillo, con respaldo del entonces gobernador Salvador Alvarado. Se trató del primer evento de su tipo en México y apenas el segundo en Latinoamérica, pues las argentinas ya habían llevado a cabo su Congreso Femenino Internacional en 1910.
Con la intención de discutir temas como el papel que habrían de jugar las mujeres en la sociedad posrevolucionaria, así como su preparación para la vida, figuras como Rosa Torre González, Raquel Dzib Cicero, Dominga Canto Pastrana, Candelaria Ruz Patrón y Carmela Cosgaya Rivas, entre otras, tuvieron cuatro días para expresar y defender sus posturas al respecto.
Y no se trató de “un torneo literario más o menos brillante: fue un encarnizado y potente combate de ideas. Radical hasta la agresión, la mujer yucateca se mostró allí de cuerpo entero, libre ya de odiosas ataduras ancestrales y de nieblas mágicas”, según consta en los anales de estas sesiones.
Ellas y cientos de compañeras exigieron una educación verdaderamente laica como el medio para reivindicar su inteligencia y ejercer oficios que les permitieran ganarse el sustento, lo cual sería el primer paso para abrirse el camino a la posibilidad de votar y ser votadas para cargos en la administración pública. Es decir, aquello que por siglos se le había negado a quienes conforman más de la mitad de la población.
Y a pesar de que estos reclamos eran casi unánimes, hubo otras propuestas que generaron gran polémica. Ejemplo de ello es el discurso “La mujer en el porvenir” que la revolucionaria duranguense Hermila Galindo envió para ser leído y cuya defensa del derecho de las mujeres a la autonomía sexual provocó abucheos.
“Cuando ésta [la mujer], fascinada, se entrega en brazos del amante, arrastrada por el ineludible instinto sexual, el hombre queda ante la sociedad como un calavera agradable, émulo de Don Juan Tenorio. La impunidad de su crimen lo hace cínico y refiere su hazaña con el tono majestuoso con que haría un jefe revolucionario el relato de la toma de una plaza.
“Pero la mujer desdichada que no ha hecho otra cosa que cumplir con una de las exigencias de su instinto, no negadas ni a la más vil de las hembras, es relegada al desprecio social, truncado su porvenir y arrojada al abismo de la desesperación, de la miseria, de la locura o del suicidio”, sostiene.
A pesar de las diferencias que existieron entre ellas, las congresistas estuvieron de acuerdo en que era un deber del Estado procurar las condiciones para que las mujeres fueran libres y se convirtieran en agentes de cambio. “El Congreso Feministas traerá consigo la evolución de nuestra sociedad actual y él será el que formará el estrecho lazo de solidaridad y de simpatía que debe unirnos para luchar en pro de la causa que aquí nos tiene congregadas”, sentenció Francisca Ascanio Moreno.