En el refugio de APIS, las mujeres víctimas de violencia extrema logran sobrevivir
Trabajar con víctimas obligó a las colaboradoras de APIS a reconocer que ellas también vivieron violencia de género en algunos episodios de sus vidas, y que incluso fueron violentadas por el gobierno.
Por Claudia Arriaga
Mérida, Yucatán, 25 de noviembre del 2020.- En Yucatán existe un espacio seguro para las mujeres, sus hijas e hijos víctimas de violencia extrema. Se trata del refugio de APIS Sureste, Fundación para la Equidad A.C., en donde no solo encuentran nuevas oportunidades, también se les acompaña en todo el proceso que implica la certeza de vivir situaciones de violencia.
Al frente está la coordinadora Yihan Arroyo Brito, quien hace 12 años inició en esta labor de manera voluntaria. Ella es consciente de que su trabajo no solo se limita a abordar la violencia y los efectos que tiene en la vida de las mujeres, pues en los últimos dos años el equipo de APIS se vio obligado a enfrentar otras luchas. Incluso, contra el Gobierno Federal y su intento por dejar sin recursos a los refugios de violencia extrema.
“Fue doloroso saber que pudiera existir esa posibilidad y frustrante de que no se visibiliza el trabajo especializado que se realiza en torno a la atención de las mujeres, niñas y niños que viven violencia. Pensar que se castigue y señale mi trabajo como algo corrupto. Me parece que invisibilizarnos ha sido de las principales formas de violencia que hemos vivido las mujeres”, explicó Yihan.
Trabajar con mujeres víctimas de violencia obligó a Yihan y su equipo a cuestionarse a sí mismas y reconocer que ellas también vivieron violencia de género en algunos episodios de sus vidas: “nos sirve para mirar a las mujeres no desde sus zapatos, porque son diversos, pero sí podemos pensar en esta sensación similar que nos trae la experiencia como el miedo, angustia y frustración”.
El refugio de APIS tiene capacidad para recibir seis núcleos familiares, esto equivale a 30 personas entre mujeres, niñas y niños que llegan huyendo de la violencia de género.
Pero actualmente, debido a la pandemia del Covid-19, los protocolos de ingreso se adaptaron. Las nuevas usuarias realizan una cuarentena previa en el refugio temporal del Centro de Justicia para las Mujeres (Cejum) para descartar los síntomas de coronavirus, pues no pueden arriesgar a las demás personas que viven en el lugar.
Yihan y sus colegas todos los días conviven con la cara más cruel de la violencia, la cual no se limita a hablar de golpes, mucho menos en un estado donde hasta octubre de este año, se registraron 551 denuncias por violencia familiar. Esta cifra representa a quienes lograron acudir a la Fiscalía General del Estado (FGE) a denunciar, al menos es lo que informa el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
Y del otro lado, detrás de lo no visible quedan las secuelas para 418 personas que fueron atendidas este año en los hospitales públicos por lesiones de violencia intrafamiliar, donde la mayoría fueron mujeres, de acuerdo con la Secretaría de Salud.
“No solo son mujeres que entran al refugio, son madres de niñas, niños y adolescentes que también sufrieron los efectos de violencia de pareja; además está su historia de vida, al ser hijas o maternidades no elegidas. Es pensar en una mezcla de problemas sociales no atendidos”, detalló Yihan.
APIS Sureste, Fundación para la Equidad A.C. trabaja en colaboración con las instituciones de justicia, las cuales en muchas ocasiones se encargan de canalizar a las mujeres en riesgo con el refugio.
El equipo de mujeres que lucha para erradicar la violencia y que acompaña cada caso como si fuera su familia, no solo entrega su tiempo y afecto, en algunas ocasiones también asumen la responsabilidad del peligro.
A Yihan, en dos ocasiones, la intentaron contactar los agresores. “El agresor a través de unos agentes consiguió los números de mi familia y los llamaron para preguntar por la usuaria. Yo, por seguridad, no comparto los detalles de ningún caso con nadie”, abundó.
En el camino se encuentran con experiencias que les cambian la vida y la recompensa es enorme, pues tienen la dicha de ser testigos de cómo el ciclo de la violencia puede romperse.
Por ejemplo, Yihan recordó a Rosa, una mujer con la que convivió sus primeros años como voluntaria y a la que su exesposo militar amenazaba con su arma.
“Me contó su historia y me acuerdo que podía sentir su miedo y de primera instancia pensaba ¿por qué si vivió esto no se salía? Eran preguntas ingenuas que tenemos de repente por pensar que puede ser sencillo salir del ciclo de la violencia y recuerdo que me dio una experiencia de vida con su respuesta: ´es que tú no sabes lo que es vivir con miedo todos los días´. Para mi esa respuesta la tengo hasta el día de hoy fresca”, puntualizó.
**Si buscas ayuda o sabes de alguna mujer que necesite apoyo, están disponibles los teléfonos: 9999 88 40 48 / 9994 95 23 28 / 9991 04 38 78 y el sitio web https://apisfundacion.com