Sami ya cuenta con custodios, luego de exigir justicia
El Gobierno de Yucatán le proporcionó protección de 24 horas a la joven víctima de trata de personas y explotación sexual, pues las amenazas de muerte cada vez son más agresivas.
Por Claudia Arriaga
Mérida, Yucatán 17 de noviembre del 2020.- A partir de este lunes, Sami Trujillo Franco “Anahí”, joven víctima de trata de personas y prostitución, ya cuenta con custodios para cuidar de su vida e integridad. La lucha de la joven para obtener esta medida de protección no fue fácil, incluso tuvo que protestar frente a Palacio de Gobierno y dar a conocer su rostro y datos personales para ser escuchada por las autoridades estatales.
En octubre, Haz Ruido dio a conocer que la joven fue víctima de trata de personas y explotación sexual desde los 12 años de edad. A los 18, logró escapar y tres años después, sus agresores la buscaron de nuevo.
A partir de que Sami, también conocida como Anahí, hizo pública su historia y denunció ante la Fiscalía General del Estado (FGE) los nombres de las personas que pagaban para violarla cuando era una niña, las amenazas fueron subiendo de tono y cada vez son más agresivas.
Lamentablemente, el domingo pasado tras recibir una nueva amenaza de muerte en la que involucraron a su esposo e hija, Sami decidió esconderse en una posada. Lo hizo en secreto y decidió no compartir su ubicación con su familia, pues pensó que los estaba protegiendo.
Durante 4 horas, la joven se mantuvo oculta hasta que la Secretaría de Seguridad Pública ubicó su paradero. Además, es importante señalar que Sami sólo contaba con la vigilancia de una patrulla, es decir, los policías resguardaban la casa con o sin ella adentro: cuidaban el inmueble y no a la joven.
Cabe mencionar que Sami tuvo que enfrentarse de nuevo al desprestigio de algunos medios de comunicación cómplices del sistema machista, los cuales denostaron la situación de peligro en la que se encuentra. Cabe recalcar que la joven pertenece al 1 por ciento de las víctimas de trata de personas en México que sobrevive para acudir a denunciar ante las autoridades.
Sami tiene apenas 22 años y además de que le arrebataron su infancia, sufrió violencia sistemática de las instituciones, solo por visibilizar un delito que por años se había mantenido en silencio.