Rezadoras rompen medidas sanitarias para seguir acosando
No les importó la pandemia, regresaron a la clínica de Sandra Peniche para continuar con el hostigamiento y criminalización de las mujeres que acuden a consultar.
Por Claudia Arriaga
Mérida, Yucatán, 23 de septiembre del 2020.-. La pandemia de Covid-19 no fue razón suficiente para que las rezadoras de la agrupación “40 Días por la Vida” detengan el acoso contra la doctora y activista de los derechos reproductivos de las mujeres, Sandra Peniche Quintal. Este miércoles, rompieron el confinamiento y las medidas sanitarias, pues se reinstalaron frente a la clínica para continuar pregonando su discurso antiderechos.
Pero estas acciones de hostigamiento no son nuevas, vienen desde el año 2000, cuando inició con su labor en la clínica de Servicios Humanitarios en Salud Sexual y Reproductiva.
“Primero fue con Jorge Serrano Limón (líder Provida), luego de que lo encarcelaran por peculado tuvimos esporádicamente ataques de otros grupos auspiciados por el arzobispo de Yucatán Emilio Carlos Berlie Belaunzarán. Desde entonces, no han parado”, relató Sandra Peniche.
Pero en el 2014 estos actos se transformaron en un asedio sistemático, con la agrupación Vida y Familia y ahora con 40 Días por la Vida. “Son mujeres de clase media alta que no tienen otra cosa más que hacer que ponerse ahí a asustar a la gente, pues a las mujeres que vienen les dicen que se van a ir al infierno; para mi puede ser algo de risa , pero para quienes son católicas eso les pesa y asusta”, señaló.
Además, no solo hostigan a la doctora Sandra y a su equipo, también exhiben a las mujeres que van a la clínica, les toman fotos y videos para subir a sus redes sociales, las cuales luego borran. “Como buenos católicos, tiran la piedra y esconden la mano”, apuntó.
La activista ha denunciando todos los ataques contra la clínica, el personal que trabaja en el lugar y contra su persona, pero nada ha pasado. Ni el atentado en el 2018, cuando un hombre la intentó asesinar, fue suficiente para que las autoridades intervengan.
“La Fiscalía jamás investigó nada, es como si brindara protección a estos grupos, para ellos era un loco que pasó y me clavó un desarmador. Pero hay muchos datos que hacen pensar que este grupo tuvo que ver y como no hay investigación, no se puede saber si hay autor intelectual, pues el material está ahí en el Psiquiátrico”, lamentó la activista.
Tras el atentado contra Sandra, se le otorgó una escolta de tiempo completo como parte del Mecanismo de Protección para Defensoras y Defensores y Periodistas de Derechos Humanos, la cual de poco sirve para protegerla del acoso de las rezadoras, pues ni la Policía Municipal ni las autoridades las retira de la calle o les pide que se detengan.
“Tener un guardia no es sencillo, es aprender a vivir con alguien que además no sabes si te va a matar, en la medida que está involucrado el propio Estado”, comentó.
Por lo pronto, la agresión y el acoso siguen. Las rezadoras están de nuevo en frente de la clínica en la calle 54 del Centro Histórico, pues no les importó las medidas sanitarias ni que el semáforo epidemiológico está en color naranja en Yucatán, ellas siguen ahí, criminalizando a las mujeres que acuden a consultar.