No necesitamos fariseos ni golpes de pecho en la pandemia
Además de una religiosidad mal ejercida, es increíble que mucha gente siga pensando que estas cosas como el Covid-19 se deben a los pecados del mundo y que la enfermedad va a desaparecer por obra y gracia de Dios.
Por Rafael Gómez Chi*
Mérida, Yucatán, 13 de agosto de 2020.-El investigador Iván Franco advirtió el riesgo que corremos todos en la pandemia del Covid-19 debido a la mentalidad religiosa de una inmensa mayoría de gente que prefiere dejar todo en manos de Dios. Y, ustedes perdonen, me voy a meter en camisa de once varas.
Aunque mis padres no son religiosos practicantes, por el lado de mi papá son católicos y por el de mi mamá, presbiterianos. Debido a la cercanía que siempre se tiene con la mamá, crecí en el seno de la iglesia nacional presbiteriana e incluso formé parte del coro de niños y niñas de “Discípulos de Jesús”, en Umán, además de que fui asiduo a la Escuela Dominical. Aprendí leyendo la Biblia y me gustaba ver esos concursos que hacía el pastor sobre los libros y los versículos.
Además de leer la Biblia con muchas preguntas, dudas, cuestiones y regaños por poner en la cuerda floja la fe, también tuve acceso a muchos otros libros. Y un día concluí que Dios no es más que una magnífica invención de los seres humanos. Me costó mucho trabajo, pero así fue.
Pero acudir a la iglesia y leer la Biblia ayudado por quienes sí saben de ella, me ayudó muchísimo a ser una persona honesta, directa y de frente, como lo fue Jesús. Y de Jesús recuerdo muy bien como trató a los fariseos, como echó del templo a los mercaderes y como aclaró con todas sus fuerzas que “a Dios lo que es de Dios, y al César lo que es del César”.
Pero hoy en medio de la pandemia esos creyentes olvidan las enseñanzas del Maestro y se la pasan colgando por todas partes sus oraciones y al pobre de Dios le cargan todo, como si el Señor no tuviera mucho trabajo.
Yo aprendí que la oración es en la intimidad, porque es la comunicación con Dios, porque se trata del momento en el que te abres y te entregas. No recuerdo haber leído algún pasaje bíblico en el que los personajes hicieran pública su fe del modo en el que la llevan a cabo ahora.
En medio de una pandemia como el Covid-19 lo que menos necesitamos son fariseos, golpes de pecho y esas cosas, sino cuidarnos los unos a los otros, acudir al médico y confiar en la ciencia y en el método científico de la medicina. También acatar las medidas que dicten las autoridades y así, darle al César lo que es de él.
No se trata de dejar de creer y empezar a blasfemar, sino de poner las cosas en la justa dimensión y orar, orar mucho si así lo sienten, pero en su intimidad, en sus corazones. El Dios en el que ustedes creen reconoce a los fariseos, a los que tienen el corazón vacío y a los que sólo se exhiben porque no les queda de otra.
Ya no vivimos en 1648 cuando a causa de la fiebre amarilla bajaron de su nicho a la Santísima Virgen de Izamal y la llevaron en procesión a Mérida, luego de que Diego López Cogolludo consideró que esa enfermedad fue un castigo para la idolatría de los mayas. En primera porque, abusando de la ignorancia y el nulo desarrollo científico, ese fue uno de los muchos actos meramente políticos para terminar de someter a los indígenas que se resistieron a la conquista. Los relatos, que con paciencia y revisando cuidadosamente, pueden hallar en la Internet, los llevarán a esas conclusiones.
Y en vez de que ocurra el milagro, las muchedumbres que se arremolinaron en torno a la procesión pagaron caras las consecuencias. Las crónicas que relatan los sucesos de 17 días, dan cuenta de cómo los que iban a rezarle retornaban con la fiebre y morían en sus pueblos luego de haber propagado la enfermedad. No me crean, búsquenlos, indáguenlos.
Pero ahora, además de una religiosidad mal ejercida, es increíble que mucha gente siga pensando que estas cosas como el Covid-19 se deben a los pecados del mundo. Y que el Covid-19 va a desparecer por obra y gracia de Dios. Y no. Los pecados forman parte de códigos morales que cada quien interpreta según su devenir histórico y son cosas muy diferentes a las reglas, leyes, normas y regulaciones de la vida actual.
No les pido que dejen de creer o de orar, sino que dejen de imitar a los fariseos y sean buenos cristianos, que Jesús siempre los vigila y Él conoce sus corazones. Pero…
Post Scriptum
Un amigo me ha dicho algo muy cierto: “Déjalos, que si Jesús viviera en nuestros tiempos, con toda seguridad lo vuelven a crucificar”.
*Lingüista, antropólogo, escritor y periodista con 26 años de experiencia