¿Por qué los ricos tienen derecho a pasarla tan bien?
Las personas más privilegiadas de Yucatán podrán relajarse lejos de la pandemia en sus embarcaciones de recreo, tomando el sol de verano para estrenar bronceado en esta nueva normalidad.
¿Los que cuentan con alto poder adquisitivo sí tienen la capacidad de realizar actividades sin riesgo de enfermarse con sus yates en el mar mientras que la gente pobre no se sabe cuidar y por eso no puede entrar a la playa?
Por Herbeth Escalante.
Dedícate a ladrón, a vago o esclavo
Y nunca trates de entender por qué, por qué los ricos
Tienen derecho a pasarlo tan bien.
(Los Prisioneros, 1986)
Mérida, Yucatán, 6 de julio de 2020.- En el momento más álgido de la pandemia de Covid-19, cuando los contagios están a la alza y los fallecimientos se cuentan por decenas, las familias de alto poder adquisitivo de Yucatán podrán desestresarse y descansar en la mar, tomando el sol de verano para estrenar bronceado en esta nueva normalidad.
Luego de más de tres meses de confinamiento, la clase alta yucateca fue recompensada: ya cuenta con el permiso de las autoridades estatales para poder pasear por la costa en sus yates de lujo.
Tendrán el derecho de pasarla tan bien en estas vacaciones porque, según el secretario de Salud, Mauricio Sauri Vivas, generarán derrama económica para cuatro mil personas que laboran en las marinas turísticas.
Pero mientras las personas más privilegiadas de Yucatán pueden relajarse lejos de la pandemia en sus embarcaciones de recreo, el público en general tiene prohibido acceder a las playas en julio y agosto.
Esta medida del Gobierno del Estado no sólo es clasista, también es insensible ante una situación tan grave por la que están atravesando miles de personas, la peor ocurrida en 100 años, como aseguró el propio gobernador Mauricio Vila Dosal.
Las doctoras, los doctores, las enfermeras, los enfermeros y todo el personal de salud activos en esta contingencia sanitaria no tendrán descanso ni semanas de placer pronto. Están luchando todos los días para atender a pacientes y salvar vidas, no están planeando sus próximas vacaciones ni un paseo en yate. Con no contagiarse se dan por bien servidos.
Si el argumento en realidad es la reactivación económica de la costa yucateca, ¿por qué las autoridades no permiten que el resto de la población acceda a las playas? Al final de cuentas también se genera dinero comprándole merengues o cocos a los vendedores ambulantes que caminan en la arena, o consumiendo pescado frito en el restaurante más humilde de Progreso.
Pero no, las y los jodidos que no tienen embarcaciones no podrán entrar a las playas ni bañarse en la mar porque pueden contagiar a otros de Covid-19. Así se interpreta el mensaje que mandan las autoridades estatales: ellos son su propio riesgo.
En una conversación en Twitter que tuve con la secretaria de Fomento Turístico, Michelle Fridman Hirsch, en la que abordamos brevemente este tema, aseguró que el criterio utilizado para el proceso de reactivación económica toma como principal objetivo el cuidado de la salud de acuerdo al nivel de riesgo de cada actividad. “¡Qué bendición tener un gobierno que cuide la salud de todos!”, sostuvo la funcionaria, no sé si de forma irónica.
Ante su razonamiento le cuestioné: ¿Los que cuentan con alto poder adquisitivo sí tienen la capacidad de realizar actividades sin riesgo de enfermarse con sus yates en el mar mientras que la gente pobre no se sabe cuidar y por eso no puede entrar a la playa?
Con esta disposición, se está reforzando la idea de superioridad intrínseca en la clase alta, en la que los pobres son unos ignorantes y por eso corren el riesgo de enfermarse con más facilidad, además de que viven en la pobreza “por voluntad propia” y por eso no tienen la oportunidad de superarse y, por lo tanto, tampoco vacacionar.
El discurso de las autoridades en esta contingencia es que la salud es primero y que la reapertura económica va después. Sin embargo, en este caso en particular, se está poniendo por delante que la clase privilegiada siga teniendo el derecho al placer, sólo que esta vez a varias millas náuticas del coronavirus, lejos de las crisis sanitaria.
Omitiré recordar quiénes trajeron el coronavirus a Yucatán y en dónde se contagiaron… quizás también estaban de vacaciones.
¿Ya escucharon esta canción?