La pandemia trajo pequeños dictadores a Yucatán
Dichos y hechos: Para los tiranos de la ignorancia, se vale pisotear los derechos de las personas en plena crisis sanitaria, social y económica. Exhiben su impotencia e inseguridad, su falta de criterio y su nulo respeto a la legalidad.
Por Herbeth Escalante
Mérida, Yucatán, 6 de mayo de 2020.- Entre el narcicismo y la ignorancia, los pequeños dictadores toman decisiones absurdas durante la actual pandemia de Covid-19 en Yucatán. Lo hacen porque su capacidad política e intelectual no da para más o, peor aún, porque consideran que es un método eficiente para ganar popularidad ante la desesperación de su gente.
En los dichos, aseguran que están preocupados por la salud de su pueblo, en los hechos, abusan de su poder y creen que éste es ilimitado, incluso por encima de la ley.
Son tan vacíos que piensan que la enfermedad se puede frenar con toques de queda y policías armados intimidando a sus poblaciones, y que incluso pueden criminalizar a su pueblo ante el fracaso de políticas públicas de sanidad y prevención.
Hay pequeños dictadores que hasta lloran de coraje cuando les recuerdan que no están facultados para violar derechos humanos, como es el caso del alcalde de Umán, Freddy Ruz Guzmán, quien no deja de quejarse porque ahora no podrá realizar detenciones ilegales.
Porque lo más sencillo para ellos es asustar a la gente con amenazas de arrestos, con meter a la cárcel a jóvenes menores de edad, con multarlos y exhibirlos, de culparlos a gritos del aumento en la cifra de contagios y decesos. Patético.
Para estos tiranos de la ignorancia, se vale pisotear los derechos de las personas en plena crisis sanitaria, social y económica. Con este tipo de acciones exhiben su impotencia e inseguridad, su falta de criterio y su nulo respeto a la legalidad.
Existen otros, como el presidente municipal de Progreso, Julián Zacarías Curi, que tiran a la basura la Constitución Política mexicana, porque no les importa el artículo 11 que habla sobre el derecho al libre tránsito. Él tiene el poder en el puerto y cree que puede amedrentar a la gente.
Quiere “matar la letra de la ley” porque vive en una realidad desfasada, como si quisiera regresar al pasado en donde los dictadores utilizaban su poder e influencia para tomar decisiones arbitrarias y contrarias a la legalidad.
Como muchos de los pequeños dictadores, el de Peto, Edgar Calderón Sosa, exhibió su neurosis en videos que subió a las redes sociales de su ayuntamiento, flanqueado de personas con el rostro cubierto, como si se tratara del capo de un cártel del narcotráfico.
No tuvo empacho de criminalizar a una comunidad entera, la de Xoy, y de culpar a una familia de traer el virus a la localidad. Los incomunicó, amenazó y exhibió, generando un ambiente hostil, peligroso para la población maya de esa comisaría, que pudo derivar en actos violentos.
Son pequeños “Bukeles” yucatecos que carecen de liderazgo y estrategias para enfrentar la crisis de Covid-19, que se alimentan de los likes en las redes sociales de personas que aplauden cualquier acto que estigmatice y viole derechos, como si fueran vacunas contra la enfermedad.
La Comisión de Derechos Humanos (Codhey) ya emitió medidas cautelares a algunos de ellos y el Gobierno de Yucatán les recordó que no pueden infringir la ley. Ahora sólo es cuestión de esperar que la soberbia y la ignorancia dejen de nublar sus decisiones.