Espía, divorciada, socialista y sufragista: Elvia Carrillo Puerto
La Monja Roja del Mayab entregó su vida a las causas con las que estaba comprometida, como el feminismo, la defensa de las obreras y campesinas, y los derechos políticos de las mujeres.
Según consta en documentos del Archivo General del Estado, nació el 30 de enero de 1881.
Por Redacción
Mérida, Yucatán, 30 de enero de 2020.- “Como tenía esa dificultad en las comunicaciones por la severa vigilancia, se acordó que toda nuestra correspondencia se dirigiese con el nombre de la señora Elvia Carrillo, quien no tuvo inconveniente en traspasarnos cuantas comunicaciones, planes y demás escritos venían a nosotros”. Con estas palabras, Donato Bates describió el papel que Elvia Carrillo Puerto jugó en la rebelión de Valladolid, considerada la primera chispa de la Revolución Mexicana.
Esa labor desempeñada por la Monja Roja del Mayab, quien, como buena espía, la mantuvo oculta por mucho tiempo, fue sólo uno de los múltiples papeles que la oriunda de Motul jugó a lo largo de su vida. Para empezar, se divorció, lo que en las primeras décadas del siglo XX era considerado un estigma; defendió el amor libre y la contracepción y dedicó sus esfuerzos a defender los derechos de obreras y campesinas.
Sin embargo, por lo que más se le recuerda es por su incansable lucha a favor de los derechos políticos de las mujeres, la cual dio frutos cuando en 1923 se convirtió, junto con Beatriz Peniche Barrera y Raquel Dzib Cicero, en una de las primeras diputadas electas del país, puesto que tuvo que abandonar en 1924 debido a las amenazas que recibió después del asesinato de su hermano, el gobernador Felipe Carrillo Puerto.
Elvia nació en Motul, Yucatán, el 30 de enero de 1881, según consta en documentos del Archivo General del Estado (AGEY), donde creció en el seno de una familia numerosa de clase trabajadora que procuró su educación en el colegio Roque J. de esa misma localidad. Allí, señala Monique J. Lemaītre, alguna profesora la acercó a la obra de Rita Cetina Gutiérrez, fundadora de La Siempreviva, sociedad, revista y escuela que plantó la semilla del feminismo en el estado.
De esta forma, conoce el pensamiento de autoras como Mary Wollstonecraft, Flora Tristán y Victoria Woodhull, de quienes tomaría sus ideas de igualdad, emancipación y amor libre; asimismo, influye en ella el sacerdote catalán Serafín García, quien la acercó al socialismo utópico y el anarquismo. En su ciudad natal también convive con la dura realidad de las y los habitantes del campo, en especial de aquellos que laboran en las haciendas henequeneras.
Concluida su instrucción básica, contrajo matrimonio a la edad de 13 años con un maestro normalista de nombre Vicente, de esa relación nació su hijo Marcial. Como una mujer casada, Elvia aportó al ingreso del hogar trabajando como maestra de mecanografía, lo cual era poco común para una mujer de esa época, al tiempo que continuaba con su formación autodidacta.
Vicente falleció en 1901, cuando Elvia contaba con 21 años, por lo que su familia insistió en que regresara a la casa paterna, a lo cual se negó rotundamente. Así, continuó su labor docente y mantuvo su independencia hasta 1917, cuando se casó con Francisco, su segundo esposo y de quien se divorció en 1922. Curiosamente, un año más tarde, volvió a contraer matrimonió con él y se divorció definitivamente en 1925.
Precisamente es en este plano en el que se puede observar cómo puso en práctica la idea del amor libre, pensamiento que busca anular la injerencia de la Iglesia y el Estado en las relaciones entre dos personas adultas. Lemaītre incluso señala que Elvia leía a sus compañeras de tertulias el siguiente fragmento de Woodhull: “Amaré a quien pueda, amaré por un período tan largo o tan corto como pueda: cambiaré este amor cuando las condiciones a las que me he referido deban ser cambiadas”.
Desde 1909 y como ya se mencionó, participó en los movimientos que se rebelaron ante el régimen de Porfirio Díaz como espía, tomando parte en el Plan de Dzelkoop, labor que le fue reconocida a mediados del siglo XX cuando la Cámara de Diputados la nombró veterana de la Revolución Mexicana y le confirió una medalla por su valentía.
Con la llegada de Salvador Alvarado en 1915, se emprendieron en la entidad grandes reformas encaminadas a garantizar la igualdad entre mujeres y hombres, así como el derecho a la educación de la población femenina. En este marco, se llevó a cabo el primer Congreso Feminista en la ciudad de Mérida, en enero de 1916, donde las pensadoras más destacadas del país se reunieron para discutir su papel en la nueva realidad de México.
Elvia no aparece en las actas del Congreso, más aún, la historiadora y exgobernadora yucateca Dulce María Sauri Riancho sostiene que no acudió, lo cual causa extrañeza teniendo en cuenta su destacado papel. “Es de extrañarse que el nombre de Elvia Carrillo Puerto no aparezca en los anales y que sí aparezcan otros nombres de delegadas de Motul, sobre todo el de Rosa Torre”, comenta Lemaītre.
No obstante, por esos años la Monja Roja recorrió Yucatán organizando Ligas de Resistencia femeninas para el Partido Socialista del Sureste, células que agrupaban a obreras y campesinas que exigían participar en la vida democrática. Esta tarea la continuó hasta 1919, cuando abandonó la entidad, junto con su hijo y su hermano Felipe, debido a la persecución de sus rivales políticos.
De regreso a la entidad en 1921, tras el triunfo de Felipe en las elecciones para Gobernador, Elvia comenzó un intensa labor de alfabetización, difusión de métodos contraceptivos y campañas de salud pública entre las mujeres dedicadas al trabajo sexual. Todo esto le granjeó la antipatía del sector más conservador de la sociedad yucateca.
Pero su objetivo máximo fue conseguir para las mujeres el derecho a votar y ser votadas, por esta razón, presionó al gobernador para otorgar esa prerrogativa al género femenino. El mandatario, al no encontrar razón alguna en la Carta Magna para negar esta petición, concedió a las yucatecas dicha garantía. Los resultados fueron la elección de Rosa Torre como regidora de Mérida, en 1922, y la de la misma Elvia como diputada local en 1923.
Tras el asesinato de Felipe, en enero de 1924, la situación se tornó adversa para Elvia. Ella debió abandonar su cargo y salir del estado para establecerse, primero, en San Luis Potosí y luego, definitivamente, en la capital de la República, desde donde continuó su labor de sufragista incansable hasta 1953, año en que Adolfo Ruiz Cortines modificó la Constitución para garantizar el derecho al voto de las mujeres.
Elvia Carrillo Puerto falleció el 15 de abril de 1968 en la Ciudad de México. Sus restos descansan hoy en el Cementerio General de Mérida junto a los de su hermano Felipe.